Tras el impacto que causó la noticia sobre cómo árboles artificiales limpiaban el aire en México, Estados Unidos vuelve a dejar al mundo boquiabierto. Esta vez no es tecnología, es pura biología. Científicos de Minnesota han descubierto un “ejército” microscópico capaz de frenar una de las plagas más devastadoras del continente: hongos parásitos que se “comen” a los escarabajos invasores.
La situación era crítica: el barrenador esmeralda del fresno ha aniquilado millones de ejemplares en el este de EE.UU. y amenaza a más de 1.000 millones de fresnos solo en los bosques de Minnesota. Pero la naturaleza, sabia y a veces letal, parece haber engendrado su propia cura.
Hongos que son “asesinos de insectos”
Investigadores de la Universidad de Minnesota han dado con un hallazgo que podría cambiar el rumbo de la gestión forestal. Al analizar muestras de madera, encontraron hongos nativos que no solo convivían con los árboles, sino que atacaban activamente al barrenador esmeralda. Colin Peters, autor principal del estudio, lo describe con una claridad pasmosa: “Muchos de los hongos que crecían eran asesinos de insectos”.
De las 10 especies estudiadas, todas lograron infectar a la plaga, pero cuatro de ellas (tres nativas del estado) mostraron una capacidad letal consistente, reduciendo drásticamente la vida de los escarabajos. Lo más impactante visualmente: en algunos casos, los hongos brotaban de los cuerpos de los insectos muertos, como si de una película de ciencia ficción se tratase.
La trampa mortal que prepara EE.UU.
La estrategia que plantean ahora los expertos es digna de una novela de espionaje biológico. No se trata de rociar químicos masivamente, sino de usar la “autodiseminación”. Imagina una trampa diseñada para atraer a los escarabajos, impregnarlos con las esporas del hongo y liberarlos. Estos insectos, convertidos en “bombas biológicas” ambulantes, llevarían la infección al resto de la población de la plaga.
Robert Blanchette, profesor del Departamento de Patología Vegetal, asegura que “el control biológico es posible”. Y es urgente: en algunas ciudades, los fresnos representan hasta el 20% del dosel arbóreo. Si mueren, el ecosistema cambia radicalmente a pastizales, poniendo en peligro a toda la fauna que depende del bosque.
En definitiva, este estudio publicado en la revista Forests abre la puerta a un futuro donde aplicamos menos químicos y aprovechamos las guerras que ya ocurren en la naturaleza. Una solución tan fascinante como la del microbio que prometía devorar todo el plástico del océano.













