El gorrión común es un pájaro (ave paseriforme) de unos 15 centímetros de longitud. La especie tiene un claro dimorfismo sexual que diferencia a la hembra del macho, ya que este último es más colorido y de mayor tamaño. Los individuos jóvenes son muy parecidos a las hembras, pero de tonos más apagados.
Tiene unos cantos muy característicos con fuertes pitidos repetidos y sonidos ásperos. Es una especie muy bulliciosa, especialmente en la época de reproducción y en el momento de reunirse en dormideros.
Esta especie tiene un área de distribución que abarca prácticamente todo el mundo y en la Península Ibérica, así como en las islas, puede encontrársela en toda su extensión, especialmente vinculado con el hombre. Evita los grandes bosques y no se le encuentra en alta montaña.
Si bien la especie no se encuentra amenazada es preocupante el declive de la misma, especialmente el asociado con la pérdida de hábitat por el accionar humano. Un nuevo estudio hace hincapié en el tipo de alimentación y el estado general de los individuos, según si habitan en un medio rural o urbano.
La dieta de los gorriones de ciudad
Un estudio sobre el conjunto de proteínas de los gorriones comunes de zonas rurales y urbanas sugiere que la urbanización está cambiando sus condiciones de vida, su salud y sus interacciones con los patógenos.
El estudio, liderado por el Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM), ha sido el primero en examinar las diferencias proteómicas entre poblaciones urbanas y rurales de gorriones, descubriendo aspectos fascinantes de su metabolismo, función inmunitaria y bienestar general.
El análisis de las proteínas séricas reveló que los gorriones rurales expresan más proteínas metabólicas, lo que sugiere un mejor acceso a fuentes de alimentación diversas y ricas en nutrientes en comparación con sus homólogos urbanos, según han informado este lunes fuentes del IREC.
Esta “ventaja metabólica” podría estar relacionada con la disponibilidad de semillas e insectos en las granjas y campos de las zonas rurales. Además, los gorriones rurales presentaban un índice de condición corporal más alto, lo que significa que están más en forma y mejor alimentados que sus homólogos urbanos.
Sin embargo, también presentaban una mayor prevalencia de malaria aviar, un grupo de parásitos sanguíneos cuyo control requiere esfuerzos del sistema inmunitario, lo que sugiere una compensación entre una mejor nutrición y una mayor exposición a los vectores hematófagos (mosquitos portadores de los parásitos sanguíneos) en entornos naturales.
El estrés de la ciudad también les afecta
Por su parte, las aves que viven en ciudades están sometidos a estrés: mostraron una sobreexpresión de proteínas inmunitarias y de coagulación, lo que indica una respuesta fisiológica a factores estresantes como la contaminación y la escasez de alimentos. Las únicas proteínas metabólicas alteradas en los gorriones urbanos están relacionadas con el metabolismo de los lípidos, lo que apunta a una dieta de peor calidad.
En particular, los científicos revelaron una conexión urbana con las enfermedades emergentes a través de la detección de una exposición ocasional al virus de la gripe aviar en los gorriones urbanos, lo que pone de relieve el papel que podrían desempeñar las aves urbanas en la dinámica de transmisión de enfermedades entre la fauna salvaje, los animales domésticos e incluso los seres humanos.
Los resultados de este trabajo, publicado en la revista Science of the Total Environment, sugieren que la urbanización está cambiando no sólo las condiciones de vida de los gorriones, sino también su salud y sus interacciones con los patógenos.
Los marcados contrastes fisiológicos entre las poblaciones urbanas y rurales subrayan la importancia de seguir investigando cómo influyen las ciudades en la fauna silvestre. Sólo mediante un enfoque One Health (“Una sola salud), que considere las interconexiones entre la fauna silvestre, la salud humana y los cambios ambientales, se puede comprender mejor las implicaciones a largo plazo de la expansión urbana sobre la biodiversidad y la ecología de las enfermedades. EFE / ECOticias.com