Las salinas son áreas específicas en donde se extrae la sal a partir de agua salada, como el agua del mar o los lagos salinos. El proceso principal en una salina implica la evaporación del agua para dejar atrás los cristales de sal.
Hay diferentes tipos de salinas y métodos de producción de sal, pero en general, el proceso implica llevar el agua salada a estanques poco profundos y permitir que la acción del sol y del viento provoque la evaporación del agua, dejando la sal concentrada que luego se recolecta.
Cada salina tiene una biodiversidad muy rica asociada a ella, conformando ecosistemas únicos que funcionan como sumideros de carbono y por tanto ayudan a luchar contra el calentamiento global y el cambio climático asociado a él.
Proteger las salinas frente al cambio climático
Durante los días 12 y 13 de junio, el Museo del Teatro Romano de Cartagena fue el escenario de las Jornadas Internacionales de Restauración Ecológica de Salinas, un encuentro que reunió a cerca de medio centenar de especialistas procedentes de distintos puntos de Europa (Francia, Italia, Bulgaria y Portugal) y España (Baleares, Cádiz, Murcia, Málaga y Alicante).
Durante el evento, los participantes han podido intercambiar experiencias, enfoques técnicos y estrategias de gestión orientadas a la recuperación de salinas, abordando dimensiones ecológicas, legales, sociales y productivas y teniendo como objetivo final la puesta en valor de estos humedales antrópicos, que ofrecen soluciones basadas en la naturaleza ante desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o el abandono rural.
Además, durante las jornadas, se presentó el Manual de Restauración Ecológica de Salinas en Europa y el Mediterráneo, documento elaborado dentro del proyecto RESALAR que tiene como objetivo fomentar la restauración de salinas abandonadas para recuperar sus valores naturales y culturales.
Durante las jornadas, los especialistas abordaron el papel de las salinas como ‘laboratorios vivos’. Es el caso de la cría de ostra plana que se usa para filtrar los contaminantes del Mar Menor. Asimismo, estos ecosistemas tienen una gran capacidad para actuar como sumideros de CO₂, como evidencia el seguimiento de la captura de carbono realizado por la Universidad de Málaga en las salinas de Marchamalo.
Ecosistemas y biodiversidad únicos
Por otro lado, las salinas se presentaron como paisajes únicos que pueden cumplir diversas funciones socioculturales más allá de la mera producción de sal. Estos lugares pueden servir de encuentro para la comunidad, tener un aprovechamiento turístico, además de ser un lugar para la realización de actividades educativas y artísticas.
Asimismo, se destacó también la necesidad de que el sector público y privado intervengan para el avance de este tipo de proyectos de regeneración de ecosistemas. Pero, sobre todo, se enfatizó en la importancia del activismo social y la implicación de la comunidad para que puedan salir adelante.
Sin embargo, también hay diversas amenazas que enfrentar en este camino, como la presión turística sobre la biodiversidad, el abandono de la actividad salinera, la falta de relevo generacional, la presión urbanística y problemas de especies exóticas invasoras. Frente a ello, se insistió en la necesidad de impulsar nuevos marcos de cooperación a nivel mediterráneo y europeo, fortalecer redes de trabajo, y promover políticas que integren conservación, desarrollo local y memoria cultural.
Finalmente, se hizo hincapié en la necesidad de dar continuidad a los proyectos a largo plazo, a través de la búsqueda de modelos de negocio sostenibles. Estas jornadas dejaron una clara conclusión: restaurar salinas no es solo recuperar biodiversidad, es también recuperar oficios, revitalizar comunidades y reconectar con las raíces.
El proyecto RESALAR tiene el objetivo de regenerar espacios del litoral del Mar Menor y su biodiversidad para fortalecer la resiliencia del litoral frente al cambio climático y mejorar e incrementar los servicios ecosistémicos que proveen a la sociedad. ECOticias.com