El calentamiento global ha incrementado la frecuencia e intensidad de las sequías, causando importantes impactos en la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas terrestres. El efecto directo de las sequías en la senescencia otoñal está bien documentado, pero aún se desconoce en qué medida los efectos heredados influyen en la fenología vegetal del año siguiente.
Utilizando datos satelitales de verdor y observaciones in situ a largo plazo, los científicos han demostrado que las sequías retrasan sustancialmente el reverdecimiento y el desarrollo de las hojas de la primavera siguiente, especialmente tras eventos prolongados con un retraso en la recuperación de la humedad del suelo.
Estos retrasos no pueden explicarse con modelos fenológicos de vanguardia y están estrechamente vinculados a la temperatura posterior a la sequía, el clima local, las características de la sequía y la reducción de los procesos de fotosíntesis.
En comparación con los efectos de memoria endógenos en las propias plantas, los efectos de memoria exógenos a través de los cambios ambientales son cinco veces más intensos en las tierras áridas y el doble en las tierras no áridas. Dadas las proyecciones de una mayor frecuencia y severidad de las sequías, los avances futuros en la fenología primaveral podrían ser menos pronunciados de lo previsto.
Los ‘mil’ problemas de la sequía
El aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías es una amenaza importante. Esto es especialmente preocupante en el Mediterráneo, donde la sequía persistente puede hacer que los bosques colapsen. Sin embargo, los efectos del cambio climático y los de la sequía no siempre se retroalimentan y van de la mano.
Según un informe de investigación que ha analizado cinco estudios diferentes y se ha publicado en Nature Climate Change, el aumento global de temperaturas avanza año a año la primavera, con la salida prematura de flores y hojas, pero cuando hay episodios de sequía este fenómeno queda frenado y no es tan evidente.
Esta publicación, liderada por el Instituto de Neutralidad del Carbono de Beijing y con participación del CREAF, demuestra que la sequía puede retrasar la salida de las hojas de los árboles una media de 1,24 o 2,27 días en el hemisferio norte. Puede parecer poco, pero es diez veces más que el adelanto medio atribuido al cambio climático.
La clave está en que tanto las plantas como el entorno quedan afectados después de una sequía. Por un lado, la vegetación se debilita, reduce la fotosíntesis y tarda más en reactivarse en primavera. Por otro lado, el suelo retiene menos agua y, si no recupera suficiente humedad antes de que empiece la primavera, las plantas no dispondrán del agua necesaria para crecer con normalidad. Esto hace que el ciclo natural de las estaciones se rompa o se desequilibre.
“Hemos observado que los parámetros externos, como la falta de agua en el suelo, tienen más influencia que los cambios internos de las plantas, como la asimilación de carbono de cada especie, a la hora de retrasar la floración y salida de las hojas«, destaca Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF y uno de los autores del estudio. En concreto, en zonas áridas, la influencia del entorno es cinco veces mayor que la de los cambios internos de las plantas, mientras que en regiones húmedas es solo el doble.
Para obtener los datos, el equipo de investigación ha tenido en cuenta variables como la humedad del suelo, las condiciones ambientales y las características de las plantas estudiadas y se ha visto que, según si se tienen en cuenta observaciones por satélite o muestras de la planta tomadas directamente sobre el terreno, el retraso puede ser mayor o menor.
Las plantas necesitan mucha agua para desarrollar sus estructuras y, por tanto, las sequías cada vez más largas y frecuentes pueden hacer que el adelanto de la primavera no sea tan pronunciado como se esperaba a nivel global. Ahora bien, una limitación de nuestro estudio es la falta de experimentos prácticos para monitorizar los procesos fisiológicos de las plantas durante y después de la sequía. El siguiente paso tiene que ser medirlo bajo diferentes niveles de estrés por sequía y en diferentes especies de árboles” concluye Peñuelas.
RitmeNatura: colaboración ciudadana en Cataluña
En Cataluña existe un observatorio que también combina registros de teledetección con datos directos de cambios en los ciclos de las plantas; se llama RitmeNatura. Este proyecto de ciencia ciudadana, coordinado por el CREAF en colaboración con el Servicio Meteorológico de Cataluña, busca que cualquier persona pueda aportar fotografías de plantas y animales para detectar cuándo sus ciclos van a destiempo.
Por ejemplo, ahora en verano se espera que florezcan la hierba de San Juan, los Sedum o los girasoles, entre otros, y que acaben de madurar algunas frutas como los melocotones o las manzanas. Estos procesos fenológicos serán registrados y monitorizados por el voluntariado de RitmeNatura.
Tanto el CREAF como el SMC complementan sus estudios de ciencia tradicional con estas iniciativas ciudadanas que permiten a la sociedad colaborar en el estudio de los efectos del cambio climático sobre los calendarios naturales de plantas y animales. En el caso de RitmeNatura, ha recogido más de 100.000 observaciones fenológicas en los últimos cinco años gracias a la participación de una red de más de dos mil personas voluntarias de toda Cataluña.
Además, desde mediados del pasado año ha estado impulsando, junto con la red FenoCat, el proyecto FenoRural, el cual busca acercar esta forma de participar en los estudios fenológicos a todos los rincones del territorio catalán. RitmeNatura invita a cualquier persona anónima a sumar su granito de arena, tomando fotografías de la salida de las hojas, la apertura de las flores, la maduración de los frutos o la llegada de los animales migradores y compartiéndolas a través de la plataforma iNaturalist. ECOticias.com