La tribu Karen está asentada en las montañas del norte de Tailandia desde el siglo VIII y tiene orígenes tibetanos y birmanos. Lo más característico de esta etnia son latones en espiral usados por las mujeres de este grupo alrededor de sus cuellos, estas mujeres son conocidas por su largo cuello como “mujeres jirafas”.
Llevan estos adornos, ya que hacen que las mujeres se parezcan a un dragón que es una figura importante en su cultura y según la tradición las hace más bellas. Esta tribu tiene un estilo de vida tradicional. Los adultos, mayoritariamente hombres, se dedican a la cosecha y recolección de alimentos y la caza.
En las provincias al noroeste del país se encuentran pueblo indígena Karen y la comunidad Thai Lanna, dependen de la naturaleza para su subsistencia.
Con preocupación por la eventual construcción de una presa, rechazan el proyecto porque aseguran que el dinero se adquiere rápidamente y luego desaparece, pero la naturaleza acompaña toda la vida.
Los habitantes de las provincias de Mae Hong Son y Tak, en el noroeste de Tailandia, llevan cientos de años viviendo en equilibrio con la naturaleza, y muchos de ellos dependen de los ríos y bosques para su subsistencia.
El pueblo indígena Karen y la comunidad Thai Lanna de Tailandia están preocupados por los planes de desviar y represar el río Yuam y sus ramales, que podrían deshacer años de cuidadosa administración.
Los miembros de la comunidad explican cómo protegen su modo de vida, el cual valora la tierra y las vías fluviales mucho más allá de su potencial económico.
Tribu Karen: el río es lo que somos
“Yo dependo principalmente del río para mi ocupación, y voy a pescar a la zona del río. Se pueda o no, intentaremos proteger la naturaleza. Proteger el marisco, los cangrejos, los peces, esa es mi conciencia”, explicó Singkarn Ruenhom, un pescador local de la comunidad Lanna.
“Cuando me meto en el agua me siento feliz. Es la sensación de que he llegado a mi hogar. Me siento orgulloso de dormir en una casa cerca del agua. Oigo el sonido del agua fluyendo y siento que tengo suerte, suerte de tener una naturaleza que me arrulla y me alimenta”.
“Los lugareños valoran más la naturaleza que el dinero. El dinero se adquiere rápidamente y luego desaparece, pero la naturaleza nos acompañará el resto de nuestras vidas”, continuó Singkarn.
“Ahora, los aldeanos están registrando las especies de peces del río Ngao. Por lo que han descubierto, entre el 70% y el 80% de las especies del río Ngao no se encuentran en ningún otro lugar. Para mí, esto tiene un valor incalculable. Nuestra cultura es respetarlo. Es como si los cangrejos y los peces que solían ser nuestros amigos, nuestra comida, y los árboles que solíamos contemplar estuvieran a punto de desaparecer”, concluyó.
El ‘coste’ de destruir la naturaleza
“Dependemos del bosque y del río para mantenernos y ganarnos la vida. Si no hubiera río, no podríamos sobrevivir. Nuestros recuerdos desde que nacemos están ligados al río y al bosque”, dijo Dao Phrasuk Moepoy, una mujer local y activista de la comunidad indígena Karen.
“Hoy, lo que tenemos es suficiente y abundante. No queremos que nadie desvíe el agua ni cambie su dirección. Nuestras vidas siempre han sido así. Vivimos con el río. Queremos que el río pueda correr libremente”.
“Los bosques y los ríos con los que vivimos nos dan abundancia. Nos dan comida y vida durante casi todo el año, así que tenemos que cuidar y alimentar a los espíritus y fantasmas del bosque y los ríos”, agregó.
“Mi voz es la voz de los aldeanos y la voz de la naturaleza, porque los aldeanos y la naturaleza conviven, son las dos partes. Si alguien quiere hacer algo a la naturaleza, debe pensar detenidamente y evaluar con cuidado si es correcto destruirla. Si se pierde la naturaleza, se perderá para siempre”, profundizó Dao.
“No sabemos cuántos años o generaciones tardará en volver a la vida. No podemos calcular cuántos años tardará cada árbol”.


















