En 2011 culmina el proyecto de 3 años que ha sido la Semana Europea de Prevención de Residuos. Es buen momento para hacer un balance. ¿Cuál es el suyo?
En el campo del medio ambiente, y en especial en el de los residuos, implementamos unas políticas que siguen su curso, pero está muy bien que durante un tiempo las administraciones europeas colaboremos y pongamos en común nuestras capacidades y conocimientos para preparar la Semana. Todos, independientemente de cómo estamos de avanzados en el tratamiento de los residuos, tenemos necesidad de la prevención, ya que este concepto determina la gestión. Durante estos tres años hemos conseguido dar un salto transversal más allá de las administraciones, implicando empresas, ayuntamientos, consorcios y otros colectivos. Hemos cooperado para hacer una serie de actividades y en Cataluña en esta edición ponemos en marcha más de 500, lo que nos convierte en uno de los participantes con más iniciativa. Nosotros, como agencia, también nos comprometemos al máximo con la Semana de la Prevención porque es como la fiesta mayor de nuestro ámbito. Y durante este tiempo queremos que se conozca todo lo que hacemos durante el resto del año
¿Habrá continuidad de la Semana?
Sería interesante que Europa le dé continuidad porque la experiencia previa ha sido buena. Por nuestra parte lo estamos trabajando con Pilar Chiva que es la jefa del área de Prevención. Estamos convencidos de que hay que incidir en Bruselas porque en Europa se tenga muy claro que vale la pena continuar. Mi opinión personal es que se seguirá apostando por la Semana y que se repetirá. Los resultados han sido muy positivos para los participantes y, sobre todo, para aquellos países que se han incorporado más tarde a la Unión Europea y necesitan tener referentes y apoyo. Y ahora que Europa vive una crisis profunda, esto nos recuerda que este marco político sirve para muchísimas cosas y que las relaciones entre todos los miembros se pueden enriquecer con los matices y sensibilidad que aporta cada parte.
¿Cómo valora la aportación del mundo local en la Semana?
La Xarxa de Ciutats i Pobles per la Sostenibilitat (Red de Ciudades y Pueblos hacia la Sostenibilidad) ha hecho un trabajo muy importante porque políticos y técnicos han trabajado en proyectos colectivos para mejorar la gestión de residuos. La aportación de actividades que hacen muchos ayuntamientos y consorcios sin duda contribuye a que la Semana de la prevención sea un éxito. En general, los municipios han hecho un esfuerzo muy grande de innovación en este ámbito, no sólo con las campañas, esto por supuesto, sino también a través de la promoción de mercados de segunda mano, o del fomento de la reparación y de la reutilización, entre otras iniciativas
¿Cataluña juega en primera división en el ámbito de los residuos?
Podemos decir que sí en el tema de prevención, en cuanto a discurso, metodología e ideas. En cuanto a la capacidad de generar innovación también jugamos en primera división. Y, en cuanto al reciclaje, vamos bien encaminados pero todavía nos falta para llegar a primera línea. Ahora reciclamos un 40,5% de los residuos domésticos. Hay que situar los datos en contexto: la media española está en torno al 17%, por tanto, en el Estado nos podríamos dar por satisfechos. Pero nuestro referente debe ser Europa y en particular Alemania, Austria y los Países Bajos, que han alcanzado porcentajes entre el 60 y el 70%. Estos son los objetivos que nos hemos de fijar, y en este sentido nos queda camino por recorrer.
¿Por qué estos tres países que ha citado van por delante de nosotros?
Porque vienen de una cultura del reciclaje que las instituciones han promovido mucho tiempo antes que aquí. Yo diría que nos llevan entre 15 y 20 años de ventaja. Nosotros tuvimos ayuntamientos democráticos en 1979 y cuando en los años 80 empezaron a desplegar toda la acción política había cuestiones urgentes como el urbanismo, la vivienda, los servicios básicos. Fue más tarde que, una vez tratadas estas prioridades, se pudo afrontar el tema de los residuos, a finales de los 80 y principios de los 90. La historia de cada país es importante.
Prevenir es el mensaje de la Semana. ¿La prevención es la primera prioridad?
El orden de prioridades es prevenir, separar y reciclar. Aunque haciendo esto al final quedan dos escenarios el vertido o depósito y la incineración con valorización energética. Pero la idea es minimizarlos. Tenemos que pensar que cada euro que gastamos en prevención supone ahorrar muchos después en el tratamiento de residuos.
¿Pero este mensaje llega bien al ciudadano?
Tenemos que ir sembrando sin parar aunque sabemos que los resultados no son inmediatos. Y no sólo lo debe hacer la administración, todo el mundo debe participar: las empresas, las escuelas, las asociaciones. En campañas de sensibilización 10 años es poco tiempo. Las nuevas generaciones, los más jóvenes de todos, ya se han formado en la cultura del reciclaje. Tienen unos hábitos adquiridos de manera que ya son espontáneos y difícilmente podrán ir atrás. La condición humana, históricamente, se ha basado en ir adquiriendo hábitos que luego se interiorizan y automatizan. Así sucedió con la higiene personal y no veo porque con los residuos no tenga que pasar lo mismo.
El concepto residuo nos hace pensar en problema, quizás por este reflejo generacional al que se refería. ¿Cómo se podría asociar a la idea de oportunidad?
Cada 10.000 toneladas de residuos que somos capaces de recuperar tienen un potencial de generación de 250 puestos de trabajo. Y cada 10.000 toneladas de residuos que podemos evitar que vayan a incineración representan un ahorro para la economía catalana de 2 millones de euros. En un momento de crisis como el que estamos viviendo, es importante que muchos materiales que tiramos vuelvan a entrar en el ciclo económico.
¿Cómo está afectando la crisis a la generación de residuos?
Los residuos industriales en Cataluña han caído un 30 y un 35% los dos últimos años. Esto, por un lado, indica que la industria recicla cada vez más y mejor, pero a la vez es un indicador de que ha bajado mucho la actividad económica. Los municipales han caído unos 7 puntos como consecuencia de la contracción del consumo, cuando las proyecciones previas a la crisis indicaban que crecerían.
Y desde el punto de vista de las administraciones y la escasez de recursos. ¿Deberán sufrir los ayuntamientos?
El 2012 será el año de repensar algunas infraestructuras previstas en el PROGREMIC. Tendremos que ser más cuidadosos en las decisiones de qué instalaciones tenemos que hacer y tendremos que ir a buscar la participación privada en la financiación. Respecto al mundo local, debemos buscar un nuevo marco de relación que viene condicionado por una situación que nos obliga a ser más eficientes y a intentar abaratar el coste de la gestión de los residuos. Pero esto no debe impedir que seamos ambiciosos y que progresemos en nuestros objetivos. Debemos redactar un nuevo plan de gestión residuos, proceso que iniciaremos en 2012, y marcaremos nuevas metas. Podemos aspirar perfectamente, por ejemplo, a tener los mismos datos de reciclaje de los tres países europeos que he citado anteriormente.
¿Cómo se conjugan escasez y ambición?
Reformando la ley de Residuos con la premisa de que el Gobierno no podrá pagar todo. Podemos, por ejemplo, seguir utilizando un instrumento que ya tenemos, como el canon, que grava el destino de los residuos municipales a instalaciones de depósito controlado, pero haciéndolo evolucionar para que sea homologable al del resto de Europa. De hecho, ahora mismo tenemos el canon más bajo de la Unión Europea. Este instrumento nos puede servir para pagar infraestructuras a corto plazo y para incentivar aquellos municipios que lo hagan mejor en el ámbito de la gestión, todo ello en colaboración con el mundo local. Lo que tenemos muy claro es que la crisis no debe servir de excusa para no hacer nada.
¿La crisis está ayudando a una toma de conciencia del interés de ciertos patrones de conducta en relación a los residuos que antes pasaban prácticamente desapercibidos?
Sí. Precisamente en el marco de la Semana se hace una jornada sobre derroche alimentario, que resulta ser un buen ejemplo de esto que me está preguntando. Durante mucho tiempo no hemos sido muy conscientes del problema porque, en pequeña o gran medida, todos hemos participado. Pero sólo hay que poner algunas cifras sobre la mesa para captar la magnitud de la cuestión. Un estudio europeo señala que los ciudadanos de la Unión tiramos unos 90 millones de toneladas anuales de comida. Otro estudio indica que cada ciudadano, de media, lanza entre un 10% y un 15% de la comida que compra cada año. Este hecho supone un coste por familia en torno a los 250 euros en el mismo período. La cuota de responsabilidad mayor de este derroche alimentario corresponde precisamente a los hogares, en cambio a la hostelería ya la distribución les corresponden cuotas mucho menores.
La fracción orgánica de los residuos domésticos está muy relacionada con la comida. ¿Qué importancia tiene en el conjunto?
Es una asignatura pendiente. El pequeño gesto de separar la orgánica es clave porque esta fracción representa entre el 38 y el 40% del peso de los residuos que generamos. Si somos capaces de separarse bien la podemos transformar en compost útil para la agricultura del país. La fracción orgánica encarece los procesos de selección de una forma innecesaria. Si la orgánica no se mezclara con la fracción resto, el volumen a tratar disminuiría y también lo haría el coste.
A veces el consumidor puede tener conocimiento y buena voluntad pero se encuentra con productos sobreenvasados.
Es cierto, los últimos años hemos adoptado la costumbre, con justificaciones higiénicas y de salud pública, de sobre envasar todo. No digo que la salud no sea importante, pero creo que tenemos que repensar este tema. Y no es tan sencillo porque el envase también nos ayuda en la cuestión de la trazabilidad. Por otra parte, observamos que en países muy avanzados hay mercados tradicionales en los que todo, e incluso los cereales, se puede comprar a granel. Evidentemente no podemos perjudicar a ningún sector económico, pero tenemos que introducir más racionalidad. No olvidemos el papel del diseño. Una conocida marca de cava catalán ha conseguido reducir 100 gramos el peso del vidrio de las botellas. Hay mucho por hacer en esta línea.
¿El empaquetado extremo no revela una cierta falta de cordura?
Creo que durante unos años todos hemos perdido un poco el sentido común. Administraciones, empresas y particulares nos llegamos a pensar que éramos muy ricos. Y, de pronto, algunas cosas que en Cataluña se habían hecho toda la vida y en todas las casas, como llevar a arreglar lo que se estropeaba, parecía de pobres. La crisis nos hace ver que el sentido común no responde a las modas y que es necesario en cualquier momento. Además de recuperar las buenas costumbres también nos permite adquirir otros nuevos. Ahora están surgiendo tiendas de ropa de segunda mano, una realidad habitual en los países anglosajones que aquí nunca había tenido mucho éxito, pero ahora eso está cambiando.
¿Qué pasará en el ámbito de los residuos dentro de 30 años?
El tema estará en primera línea del debate público. Habrá poner aún más orden con una combinación de estrategias y de acciones cotidianas. Tendrá mucha más importancia que ahora la compra responsable y seguramente la mayoría de personas tendrán en cuenta una serie de consideraciones que ahora sólo hacen unos pocos. Pasada la crisis, se buscará un mayor bienestar cualitativo que cuantitativo y esto también repercutirá en los residuos. El cambio generacional ayudará a consolidar este cambio.