Los plásticos, aunque han facilitado numerosos avances en la vida moderna, representan una amenaza significativa para la salud humana y el medio ambiente. Su uso excesivo y desechos mal gestionados han generado una crisis ecológica de gran magnitud.
En el medio ambiente, los plásticos tardan cientos de años en degradarse, afectando a la fauna y flora. Y desde la perspectiva de la salud, los plásticos contienen sustancias químicas tóxicas que, al liberarse, pueden alterar el sistema endocrino, causar problemas reproductivos, cáncer y afectar el desarrollo cerebral en niños. De ahí la importancia de remar todos a una en estas negociaciones para acabar con esta contaminación.
Objetivo: Tratado Mundial sobre Plásticos
Unos 3.500 delegados de más de 170 países y 600 organizaciones se dan cita desde hoy en la sede europea de la ONU en Ginebra para negociar un tratado que reduzca la contaminación por plásticos, causante de graves perjuicios medioambientales (muy visibles en los océanos) y en la salud.
Es la sexta vez que la comunidad internacional se sienta en la mesa de negociaciones, esta vez hasta el 14 de agosto, aunque técnicamente la ONU denomina a estas reuniones la «segunda parte de la quinta ronda», que continúa la que con escasos avances se celebró en la ciudad surcoreana de Busan en noviembre y diciembre de 2024. El objetivo declarado de las negociaciones es desarrollar un tratado vinculante o instrumento legal similar que ayude a frenar la contaminación que genera la producción, consumo y desechado de estos materiales.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente encargó esta labor a un comité de negociaciones intergubernamental que se reunió por primera vez en noviembre de 2022 en Punta del Este (Uruguay), en 2023 en París y Nairobi, y en 2024 en Ottawa, la capital canadiense, además de en la mencionada ciudad surcoreana.
Las conversaciones, de modo similar a las que ha habido para frenar otros sectores productivos que han causado graves daños medioambientales, como las dirigidas a parar el cambio climático o la pérdida de la fauna marina por la sobrepesca, están estancadas por la oposición de bloques de países con diferentes objetivos.
Choque a la hora de ponerse de acuerdo en la lucha contra los plásticos
En los debates sobre el plástico, el bloque de los «ambiciosos», con el que se ha bautizado a los partidarios de una mayor limitación en la producción, pide entre otros puntos la reducción de polímeros primarios, la eliminación progresiva de determinadas sustancias peligrosas y el fomento de una economía más circular y basada en el reciclaje.
Encabezan este bloque países como Francia, Noruega, Ruanda como destacada voz en África, y en Latinoamérica han sido especialmente activos Chile o Perú, cuya delegación ha llegado a proponer, ante el estancamiento en rondas previas, que se examine la posibilidad de un tratado vinculante solo para países consumidores.
Opuestos a muchas propuestas de los «ambiciosos» se encuentran los autodenominados «países afines» («like-minded» en inglés), entre los que figuran grandes potencias petroleras como Estados Unidos, Rusia, o los países del Golfo, acompañados en algunas propuestas por gigantes emergentes como China o la India. Estos abogan por centrar menos la atención en la producción y más en la gestión adecuada de los desechos derivados del uso de los plásticos, unos materiales omnipresentes en la sociedad contemporánea y cuyo uso en lugar de otras alternativas abarata costes en numerosas actividades humanas.
Los principales escollos en el actual borrador a negociar, todavía muy provisional, parecen girar en torno al artículo seis, que se refiere precisamente a las limitaciones a la producción, y en la lista de sustancias químicas a prohibir que debería figurar en el artículo tres. La lista del actual borrador, aún sujeto a posibles cambios en todas sus páginas, incluye desde bolsas, cubiertos y pajitas de plástico a juguetes y complementos de maquillaje.
Otro tema a debate es el de cómo y quién financiará los posibles costes derivados de la eventual eliminación de determinados plásticos nocivos, de la creación de órganos supervisores del cumplimiento del tratado, o para compensar determinados países cuyas economías se vean perjudicadas.
Presión por parte de ecologistas y científicos
Con el fin de añadir presión a las negociaciones, organizaciones ambientales, artistas y activistas han llevado a cabo ya distintos actos reivindicativos sobre la importancia de reducir el consumo de plásticos en Ginebra, y la comunidad científica también está aumentando sus alertas sobre los peligros de estos materiales. Ayer, distintas instituciones investigadoras colaboraron en un artículo donde recuerdan lo nocivo de estos materiales, que causan pérdidas económicas de más de 1,5 billones de dólares anuales.
Subrayan, entre otros puntos, que se ha probado la presencia de microplásticos en pulmones, riñones, cerebro, la sangre o el semen, y señalan que aunque se necesitan más investigaciones para comprender los efectos concretos de esto sobre la salud, se justifica un enfoque precautorio. Muchos observadores alertan de que de no lograrse un acuerdo en Ginebra y mantenerse el actual ritmo de consumo, la producción de plástico casi se triplicaría hacia 2060.
En resumen, puede que esta sea la última oportunidad para lograr con una contaminación que también impacta en la economía, dañando sectores como la pesca, el turismo y la agricultura. La conciencia y el cambio en nuestros hábitos son esenciales para proteger la salud humana y preservar el equilibrio del planeta frente a la amenaza de los plásticos. EFE / ECOticias.com