En los últimos años, se han sucedido varias crisis en el sector agroalimentario. Hoy en día, los consumidores están a la espera de la siguiente, están casi seguros de que volverá a pasar, aunque no saben cuándo.
Toda situación de crisis pone en peligro el trabajo en materia de seguridad que las empresas de la industria alimentaria han realizado, provocando que tanto su imagen como su posicionamiento en el mercado se vean afectados.
Es tarea de las empresas del sector que los consumidores destierren esta espera de crisis, ya que lo único que hace es dañar la imagen de la industria y generar desconfianza entre la población.
La mejor manera de hacerlo es, sin duda, la formación, solo así conseguiremos actuar de forma rápida, evitando crear una alarma social generalizada.
Cuando nos enfrentamos a una situación de crisis alimentaria, es importante que todo el personal de la empresa conozca el protocolo de actuación, independientemente de su grado de responsabilidad.
De esta forma, actuaremos de manera responsable, rápida y unificada, y podremos garantizar tanto la seguridad de la empresa como del consumidor.
Es casi inevitable que, de tanto en tanto, ocurran crisis en el sector de la agricultura y la alimentación. En ocasiones, si se siguen los protocolos de prevención y los procesos son correctos, podremos evitarlas.
Pero, si pese a nuestros esfuerzos nos encontramos con una, lo primero que tenemos que cuidar es la salud de los consumidores, sin olvidar la imagen de la empresa, su reputación y las ventas.
Para esto, es vital estar preparados. No podemos esperar a que nos sobrevengan las circunstancias para preparar un plan de actuación ya que, en ese momento, lo que necesitamos son decisiones rápidas y directas, sin dejar lugar a la improvisación, para que no se comprometan seguridades y no nos invada el caos.
Existen diversas vías que pueden avisar de una crisis: notificaciones de proveedores o distribuidores, una detección en algún análisis una vez el producto está en el mercado, la queja de un consumidor o incluso una notificación de la autoridad competente.
Sea cual sea fuente de la que provenga la información, debemos comprobar los datos mediante un comité de crisis, e investigar para confirmar si la alerta es real.
Este comité debe estar compuesto por un equipo con una visión global, abarcando todas las áreas de la empresa y que sea resolutivo y capaz de mantener la calma. Debería designarse, además, a una persona encargada de informar a los medios de prensa, a las autoridades y a los trabajadores.
Si existe un peligro confirmado, debemos decidir qué estrategia llevaremos a cabo. Como hemos dicho, ya deberíamos tener definidos varios protocolos con anterioridad, por lo que solamente tendríamos que escoger el que mejor se adapte a la situación actual.
Dependerá de varias implicaciones, si el producto tiene que ser retirado del mercado o no, cual es la extensión geográfica que engloba o si está presente ya en la opinión pública. Una vez concretado el protocolo, hay que llevarlo a cabo rápidamente para minimizar los daños.
Es recomendable informar directamente a la prensa, para evitar que se produzca una alarma social innecesaria debido a noticias sin contrastar.
Que una persona se encargue directamente de hablar con los medios es lo más recomendable. Una buena comunicación no evita las crisis, pero si puede reducir las consecuencias.
No todas las crisis exigen el mismo tipo de medidas, de ahí la importancia del análisis previo de las situaciones, de la creación de un protocolo estandarizado y la formación de toda la plantilla de las empresas.
Si te interesa conocer más a fondo las características y modelos de gestión de las crisis alimentarias y estar al día con los protocolos, te proponemos nuestro curso online gratuito de Gestión de Crisis Alimentarias.