Mucha gente se pregunta ¿qué es el Lavado verde o Greenwashing? Significa presentar algo como ecológico o sostenible cuando esta afirmación no es completamente cierta o directamente es una mentira. Este es un recurso poco ético, que al dar información errónea, induce a los consumidores a comprar servicios o productos que de otra manera rechazarían.
El lavado verde o Greenwashing hace pensar a los compradores que están ayudando al planeta al elegir ciertos productos, cuando la realidad es muy diferente. Por esa razón, las empresas deberían rendir cuentas cuando hacen este tipo de ‘publicidad engañosa’. Lo positivo, en este caso, es que hay pautas para identificar al greenwashing y huir de él.
Comprobación de datos
Si una empresa sostiene que vende el más verde de los productos que no daña el medio ambiente, debe demostrar que está diciendo la verdad. Y no vale con que en un anuncio figure un cierto porcentaje, que debería avalar la letra pequeña que aparece durante un brevísimo tiempo al pie del mismo. En su web o RRSS deben estar los estudios y certificaciones, que corroboren sus cifras y dichos.
Lo mismo sucede con los etiquetados, las afirmaciones de sus publicistas en diferentes medios o los artículos que alaban su grado de ecologismo y ensalzan lo ‘verde’ que es su producto. Quienes pueden demostrar lo que dicen, no tienen nada que esconder, por lo que la información para comprobarlo es muy fácil de encontrar. Por el contrario, cuando hallarla es difícil o imposible, ya sabemos de qué va el tema: de Lavado verde o Greenwashing.
Palabras, solo palabras
Cuando nos encontramos con exceso de palabrerío referente a cuán verde, ecológico, orgánico, vegano, amigable con el medioambiente o bio es un producto, también deberíamos sospechar. Las características nombradas tienen que estar avaladas por la certificación correspondiente, que hablaría por sí misma.
Si a una empresa le hace falta repetir una y otra vez este tipo de conceptos, solo porque la gente se siente atraída por ellos, es una buena muestra de que se les podría aplicar el viejo y conocido refrán español: ‘dime de qué presumes y te diré de lo que careces’. Quien es verdaderamente ‘verde’ se remite a aportar pruebas de ello, sin necesidad de tanto bla, bla, bla. Si no es así, debemos sospechar que hay Lavado verde o Greenwashing.
Las empresas suelen emplear estas palabras o mencionar el concepto de sostenibilidad (que en realidad poca gente sabe lo que realmente significa, pero suena ‘bien’), para hacer que su negocio parezca que no daña el medio ambiente. Pero cuando lo hacen con demasiado énfasis y repetición, rara vez se refieren a estándares científicos reales y comprobables.
Medias verdades en el Lavado verde o Greenwashing
Hay procesos intermedios que pueden ser muy sostenibles, pero eso no hace que el producto final lo sea. Un buen ejemplo de ello es la comida. Por muy ecológico que resulte el producto final y muy orgánico que sean sus ingredientes, si el origen de alguno de ellos conlleva mano de obra esclava o se cultiva a miles de kilómetros y se trae en avión, se cae en el Lavado verde o Greenwashing, puesto que se miente, aunque ‘no en todo’.
Si hay datos que se nos ocultan, deberíamos desconfiar. Los productos que realmente cumplen con todas las normativas tienen algo llamado trazabilidad. Es decir, que se puede hacer un seguimiento desde sus más primitivos orígenes (materias primas, condiciones de manufactura, etc.) hasta el momento en que lo adquirimos. algo que no es posible si se hace Lavado verde o Greenwashing.
¿Compensación de carbono?
Un gobierno, empresa o individuo puede intentar equilibrar sus propias emisiones eliminando cantidades equivalentes de gases de efecto invernadero de la atmósfera o pagando, para que otro que emite menos asuma como suyo dicho exceso. Los grupos ambientalistas argumentan que estas formas de ‘compensación del carbono’ son nefastas para el planeta. Porque en realidad las emisiones no disminuyen, solo se mitigan las culpas y se sigue cayendo en el Lavado verde o Greenwashing.