¿De qué manera debería estar presente el concepto de sostenibilidad en los contenidos de los cursos que se imparten en las escuelas de negocios?
Creo que en todas las asignaturas hay que hablar de sostenibilidad, pero también debe haber asignaturas específicas que expliquen, por ejemplo, cómo puedes calcular los impactos ambientales que debe tener tu empresa, o cómo puedes tratar los temas de derechos humanos cuando haces negocios con países emergentes. Los temas de sostenibilidad en la empresa están vinculados a los impactos en el medio pero también a aspectos como los objetivos del milenio y por tanto a cuestiones sociales. En materias que se dan en ESADE como Stakeholder Engagement, Management Sustainability, o Social Entrepreneurship, se introducen conocimiento y elementos de reflexión en torno a la sostenibilidad.
¿Es valorado externamente -quiero decir por parte de los que ponen puntos en las escuelas de negocio- el compromiso de incluir este concepto?
Para las escuelas de negocio los rankings son muy relevantes. El gran problema que tenemos los que nos dedicamos a la sostenibilidad es que todos los rankings importantes no tienen nada en cuenta el aspecto sostenibilista. El del Financial Times, el del Wall Street Journal y el de Businessweek, recogen simplemente el dato de que incorporamos este tema en los programas de estudios, pero no puntúa. En cambio sí que puntúa habitualmente el sueldo de salida de los alumnos y otros parámetros puramente económicos. Hace unos años salió un ranking del Aspen Institute, que se llama Beyond Grey Pinstripes, que es específico de sostenibilidad, y que mide la transversalidad del tema en las materias y las materias temáticas que se dan, así como las horas que el tema ocupa en la enseñanza. Este instituto tiene un papel muy destacado en las relaciones internacionales.
¿Y resistencias interiores hay o ha habido?
Cada profesor es responsable de un ámbito del conocimiento y a algunos no les gusta que se metan en su materia. Otros en cambio se lo toman como una sugerencia enriquecedora. A veces puede ser difícil decirle a un profesor de estadística o de recursos humanos que debe introducir temas de sostenibilidad dentro de sus horas. Esto se hace hablando y tratando de convencer a la persona no haciendo una reglamentación. En contra de lo que se podría pensar, la edad del profesor no siempre es el problema, sino más bien la visión que puede tener de su materia con una posición muy enrocada.
El hecho de que no haya todavía un sistema económico sostenible bien definido debe tener algo que ver en estas resistencias. ¿No es así?
Esta es una de las grandes dificultades por no decir la principal: no hay un referente claro de economía sostenible que se haya aplicado y que todo el mundo reconozca. Lo que yo explico como sostenibilidad y lo que explica otra persona no es lo mismo. Hay que reconocer que no hay un discurso común. No es equivalente a explicar las teorías de la ciencia económica o técnicas estadísticas, que están bien establecidas. Esto lo intentamos solucionar desde el Instituto de innovación social haciendo charlas conjuntas entre profesores, de modo que, aunque haya visiones diferentes, no representen contradicciones sino que sean coherentes entre sí. Otro problema es el reduccionismo como, por ejemplo, cuando un profesor afirma que la sostenibilidad es hacer una ISO 14000 y ya está. Así se rompe la idea de que estamos en un ámbito complejo y por tanto con interés y potencial. La simplificación es todo lo contrario de lo que yo defiendo.
Sin embargo, ¿usted diría que se avanza?
Pienso que sí. La sostenibilidad está haciendo el camino que siguió el concepto de calidad hace unos 20 años. Entonces se empezó a discutir sobre la importancia de la calidad, aunque nadie tenía perfectamente claro qué era. Lo más importante es que la noción tuvo suficiente fuerza y sentido como para hacer que impulsaran iniciativas, certificados, sellos. Pues parece que vamos por ahí y al final alguien establecerá una serie de aspectos comunes que permitirán identificar claramente en qué consiste una estrategia de sostenibilidad seria y bien llevada.
Pero aquí en ESADE han hecho más que intentos. Tienen un modelo.
Un modelo muy conceptual que es un pentágono en el que representamos la sostenibilidad con cinco ámbitos desde el punto de vista de la empresa: identidad, que incluye visión y valores; relación con la comunidad en que se encuentra la empresa, transparencia y acceso a la información; relaciones con el mercado, relaciones con los trabajadores, sindicatos y proveedores. La idea es que las cuestiones ambientales y sociales estén presentes transversalmente en estos cinco ámbitos. Hay quien dará más importancia a un ámbito o a otro pero tiene que haber una coherencia de conjunto y los cinco ámbitos, en menor o mayor medida, deben estar presentes en la empresa. Pero esta es nuestra fórmula; en otra escuela de negocios tendrán otra.
Pero, más allá de la definición que nos acaba de hacer, ¿cuáles serían las virtudes de este modelo?
Con este modelo no hay ningún departamento de una empresa que pueda quedar al margen de la sostenibilidad. Nadie puede decir que «esto no tiene ninguna relación conmigo». El modelo de los cinco ámbitos permite enviar mensajes inequívocos a cada departamento de manera que, por ejemplo, una dirección de marketing pueda entender que debe enviar mensajes verídicos. Esto es muy importante. Actualmente, hay dos directivos de una multinacional en EEUU que están en la cárcel por una campaña donde se afirmaba que sus productos no utilizaban mano de obra infantil. Pues bien, una organización los acusó de publicidad engañosa y aportó pruebas fotográficas obtenidas en África que indicaban lo contrario. A un nivel completamente diferente, si un departamento de marketing quiere decir que un producto es muy verde se asegurará de que hay una base real para hacer esta afirmación, contrastando información con otros departamentos.
Queda claro que la integración de la sostenibilidad en la empresa se hace a través de los conceptos y la praxis. ¿Cómo se podría saber que la integración avanza en una compañía concreta?
La idea es que si alguien pregunta un día a un directivo porqué es importante tomar una iniciativa determinada en un sentido sostenibilista lo sepa razonar sin esfuerzo, eso querrá decir que la sostenibilidad estará dentro de la filosofía central de la organización, mientras que ahora muchas veces se reduce al método para obtener un certificado ambiental. Si se tiene una visión general clara será mucho más fácil integrarla en cualquier situación.
Como una decisión difícil …
Por ejemplo, si se ha de decidir un día si es necesario cerrar o no una planta de fabricación, que no sólo se tengan en cuenta estrictamente los números, sino aspectos relacionados con esos cinco ámbitos de sostenibilidad que comentábamos. El mensaje es que cuantas más variables se tienen en cuenta, mejor se puede resolver un problema. Cuando Danone adquirió galletas Lu decidió cerrar tres o cuatro fábricas y perdieron una cuota de mercado que no han podido recuperar nunca más. La lógica clásica de escuela de negocios, que es mirar los números y nada más, exigía cerrarlas, pero queda claro después de un tiempo -y ellos mismos lo reconocen- que quizás hubiera sido mejor mantenerlas. En este sentido la sostenibilidad aporta una visión más compleja. Quizás hace que las decisiones sean más difíciles de tomar, porque tienes que considerar más variables, pero si la tomas bien se pueden garantizar mejores resultados. Y yo creo que en el futuro las decisiones empresariales no se tomarán tan condicionadas por la urgencia.
¿La complejidad da miedo en la empresa?
Las escuelas de negocio y las empresas deben entender que la complejidad no se soluciona, se gestiona.
¿Actuar dentro del paradigma sostenibilista comporta más beneficios?
Los beneficios económicos no siempre están claros a corto plazo. Y, si existen, no están a veces bien cuantificados. Cuando hablas con personas que están en empresas con el tipo de orientación sostenibilista que comentaba hace un momento, te dicen a menudo que hay mejor ambiente, que las relaciones fluyen, que la lealtad y el compromiso se intensifican. Ahora, los que tienen más experiencia en esta línea de trabajo, como es el caso de Interface de Atlanta, que fabrica alfombras y recicla poliéster de todo el mundo, sí que han podido poner números a su política de reciclaje y reutilización. Esta compañía ha estimado su visión sostenibilista en 500 millones de dólares de beneficio. Pero los primeros 10 años lo hicieron por intuición, no por beneficio.
¿Innovación y sostenibilidad están conectadas? ¿Pueden ser causa y efecto?
La consecución de objetivos sostenibilistas siempre responde a un enfoque que tiene en cuenta muchos factores ya conocidos, pero hay un porcentaje que se debe a la innovación: lo que aún nadie ha visto. Y esta es la gran fuerza de la sostenibilidad. Mucha gente no se da cuenta que es una fuente de innovación impresionante. Esta es la vertiente que menos se ha explotado hasta ahora pero es por donde pasa el futuro.
¿Tiene futuro el capitalismo?
Pamela Hartingan directora de un instituto equivalente al nuestro de la Universidad de Oxford vino a dar una conferencia y dijo que una de las grandes cosas de esta crisis es que por fin se puede poner en duda el sistema capitalista en una escuela de negocios sin que te tachen de comunista. Que no quiere decir que quieras eliminar el capitalismo pero sí se tiene conciencia de que hay que cambiarlo radicalmente. La idea de base del capitalismo es que empiezas con un capital y lo tienes que hacer crecer. El gran problema es que hemos querido maximizar los beneficios a corto plazo. Hay que ganar dinero sí, pero a largo plazo.
¿Y qué otros cambios habría que hacer?
Integrar todas las externalidades y reconocer los costes reales con la huella ecológica y la social. Uno de los cambios que se vislumbran dentro de unos años es que los productos mostrarán estos impactos en el etiquetado. En Japón algunos productos tienen código QR que te explica los impactos de la producción, las condiciones sociales en que se ha hecho, el transporte que se ha utilizado. Es un inicio interesante, de momento excepcional, pero acabará siendo obligatorio.