¿De qué color es el caballo blanco de Santiago? Blanco. ¿De dónde viene el bonito del norte? Del norte… ¿o no? La pregunta tiene trampa.
Al igual que las personas, las especies tienen su nombre y apellido (por ejemplo Francisco Pérez) y su nombre común (Paco). En las especies su nombre científico está compuesto por su nombre y apellidos (género y especie) y luego el nombre común con el que le conoce la mayoría de la sociedad.
Lo que conocemos como “bonito del norte” es una de las especies de atunes que consumimos habitualmente. Su nombre científico es Thunnus alalunga y es pariente cercano de otros atunes como el rabil (Thunnus albacares) o el patudo (Thunnus obesus), ambos conocidos también como atún claro.
Todos comparten mismo apellido, Thunnus, con distinto nombre. Pero son al fin y al cabo atunes, y como tales son peces viajeros que recorren mares y océanos. Y hacen muchos kilómetros, aunque no solo a nado. Las distancias que recorren del barco que les captura al plato no son cortas.
A nuestro bonito lo podemos encontrar no solo en el mar Cantábrico. También se están dando un chapuzón por las aguas del Índico visitando las paradisiacas islas Seychelles o en el Pacífico, en otros destinos no menos vistosos como las islas de la Micronesia.
Pero todos son bonito del Norte, es su nombre común, su “Paco”. Y ahí viene la trampa. Si preguntamos por la calle dónde se pesca el bonito del norte, me atrevería a decir que más del 90% de la gente diría “en el Norte, en el Cantábrico”, una respuesta tan obvia como el color del caballo de Santiago. E incluso algunos se atreverían a decir que se pescan con caña, siguiendo la tradición centenaria de las comunidades pesqueras de esta parte del litoral. Y es cierto, en muchos casos es así, pero en otros muchos no.
No es raro encontrar latas de bonito del Norte que llega a nuestros puertos desde países como Tailandia, a donde ha llegado pescado por un barco de cerco de otra nacionalidad. Eso sí, al envasarse en España , queda bien claro en la etiqueta que es producto nacional, pero solo la lata, no el pez ni los pescadores.
Lo peor de todo es que esto es totalmente legal. Bajo la legislación actual mientras la especie envasada sea Thunnus alalunga, el producto puede llamarse bonito del Norte. Esto es cuanto menos confuso, por no decir engañoso. Queda a iniciativa de las marcas el dar algún tipo de información adicional que nos indique que realmente es el bonito que todos tenemos en mente, como por ejemplo aludiendo a la temporada de pesca del bonito, la conocida “costera”.
Así como en el producto de pescado fresco y congelado, sí debe indicarse el origen del pescado, la industria conservera parece librarse de este requisito en sus productos a pesar de contar con esta información. Y no hablemos ya del método de pesca.
El caso del bonito es especialmente llamativo por lo icónico del producto, pero lo mismo sucede con los otros productos de atún. No sabemos de dónde viene ni cómo se pesca. Si queremos bonito sostenible, ya sea del Cantábrico o de otra región del mundo, como consumidores no podemos hacer una elección informada y debemos andar rebuscando entre latas para encontrar un producto que nos de alguna pista.
Empecemos a llamar a las cosas por su nombre.
Elvira Jiménez @elvirajn, responsable de la campaña de Pesca de Greenpeace