Tradicionalmente, el mundo de los vehículos de dos ruedas ha estado dominado por hombres, tanto en su uso como en su mantenimiento. También en muchos países africanos. Sin embargo, una iniciativa rompe con los estereotipos de género al abrir nuevas oportunidades laborales para mujeres en un sector en plena transformación.
Un proyecto dirigido por el PNUMA en Kenia y Uganda que nace con la idea de cambiar esa realidad más arcaica de toda la vida y con la que mujeres han recibido formación técnica en reparación y mantenimiento de motocicletas eléctricas, conducción segura y gestión empresarial, lo que les permite no solo operar estos vehículos, sino también generar ingresos.
Las mujeres en África, al volante de bicicletas eléctricas
Mientras las calles de Kampala, Uganda, cobran vida temprano en la mañana, Dorothy Namawejje se abrocha el casco y acelera el motor de su motocicleta eléctrica. Namawejje, madre soltera de dos hijos, es una taxista que transporta pasajeros por las frenéticas calles de la ciudad, con su bicicleta zumbando silenciosamente bajo ella.
El trabajo paga muy por encima de lo que ganaba hace unos años como guardia de tráfico. Pero más que eso, Namawejje se considera una pionera en un país donde los mototaxistas son casi siempre hombres. “Antes, le tenía miedo a la carretera. Ahora, soy dueña de mi futuro”, dice.
Namawejje es una de un número creciente de mujeres africanas que están encontrando trabajo en la industria de vehículos eléctricos de rápido crecimiento y sus ramificaciones. Para muchas, el rápido desarrollo del sector está abriendo carreras inaccesibles por mucho tiempo, como la conducción de taxis y la reparación de motocicletas. Además de reducir la desigualdad de género, las y los especialistas esperan que el cambio a vehículos eléctricos de dos ruedas también pueda ayudar a las ciudades de África a limpiar su aire cada vez más lleno de smog.
“La contaminación del aire es la principal causa ambiental de muerte prematura”, dice Sheila Aggarwal Khan, directora de la División de Industria y Economía del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “Electrificar las flotas es un paso vital para mejorar la salud pública y salvar vidas.”
Una realidad en las calles africanas
Las motocicletas son la columna vertebral de las redes de tránsito en muchas ciudades africanas. Hay más de 20 millones de vehículos de este tipo en todo el continente. La mayoría funciona con gasolina, escupiendo gases de efecto invernadero que calientan el planeta junto con una variedad de productos químicos nocivos, como partículas finas y óxido nitroso. Durante un período reciente de cuatro años, la contaminación del aire exterior, gran parte de ella de vehículos, provocó la muerte prematura de más de 7.200 personas solo en Kampala, concluyeron las investigaciones de especialistas de Uganda.
Las motocicletas también son conducidas en gran medida por hombres. En Uganda, por ejemplo, las mujeres representan menos del 1 por ciento de los operadores de mototaxis. Pero un proyecto dirigido por el PNUMA en Kenia y Uganda tiene como objetivo alterar ese cálculo.
Financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ), ha capacitado a más de 100 mujeres como operadoras, mecánicas y empresarias de motocicletas eléctricas. Esas mujeres incluyen a Namawejje de Kampala. El objetivo del proyecto es reducir la contaminación –los vehículos eléctricos no tienen emisiones de escape– al tiempo de crear oportunidades económicas.
Un futuro protagonizado por mujeres
El municipio de Homa Bay, Kenia, se encuentra al otro lado del extenso lago Victoria desde Kampala. Aquí, el proyecto respaldado por el PNUMA capacitó a mujeres sobre cómo mantener paneles solares y arreglar la infraestructura de carga de vehículos eléctricos, entre otras cosas. Carine Akoth, de 27 años y madre de dos hijos, es una de las mujeres que cursó el programa. Aprendió a ensamblar motocicletas eléctricas. “Antes de esta capacitación, nunca había tocado una motocicleta, y mucho menos imaginado ensamblar una”, dice. Ahora quiere abrir un taller de reparación de bicicletas eléctricas.
El centro de Homa Bay está lleno de historias similares. Hellen Atieno, una madre soltera de 28 años, encontró su vocación como técnica de energía solar. “Aprender sobre paneles solares y sistemas de baterías me ha abierto los ojos al mundo de la energía limpia”, dice. “Solía creer que este campo era solo para hombres, pero ahora veo que las mujeres también pueden liderar y sobresalir aquí”.
Pero las barreras culturales persisten. En Kenia, solo el 5 por ciento de los conductores de vehículos eléctricos son mujeres. Un informe de WeTu, socio del PNUMA, encontró que los hombres a menudo expresaban “incomodidad” con sus esposas por laborar en la industria de taxis, considerada durante mucho tiempo como un campo tradicionalmente masculino. En Homa Bay, algunas aprendices abandonaron el programa debido a la presión familiar.
Aún así, programas como los de Homa Bay y Kampala están ayudando a romper los estereotipos, dice Liliane Felix. Es directora de la organización sin fines de lucro Women Rising for Africa (Mujeres Levantándose por África) y creadora del proyecto Women on Wheels, apoyado por el PNUMA, que facilita bicicletas eléctricas a mujeres en el área del lago Victoria. “Estamos enfrentando brechas profundas en la inclusión de género, abriendo puertas a oportunidades reales que antes estaban fuera de nuestro alcance y remodelando lo que es posible para las mujeres en África”.
Contaminación del aire
La industria del transporte es el segundo mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero que calientan el planeta, solo después del sector energético. La demanda de motocicletas está aumentando en África, un hambre que Kenia y Uganda pretenden saciar con vehículos eléctricos. En ambos países, la mayor parte de la electricidad proviene de fuentes renovables, lo que significa que las motocicletas eléctricas tienen una huella de carbono relativamente baja.
Si bien menos del 1 por ciento de todas las motocicletas africanas son eléctricas, las ventas de estos vehículos aumentaron un 40 por ciento en 2024, según la Agencia Internacional de Energía. Ese aumento está siendo impulsado en parte por la economía. La fácrica de motocicletas eléctricas Zembo, socia del PNUMA, descubrió que los y las conductoras ahorran 500 dólares al año en combustible en comparación con las bicicletas de gasolina.
La creciente popularidad de las motocicletas eléctricas se ha producido a pesar de que muchos africanos no están conectados a la red eléctrica. Eso ha dejado a las y los especialistas/observadores especialmente optimistas sobre el futuro de la tecnología.
“África no está esperando que la infraestructura de carga dé el salto a la movilidad eléctrica, sino que es pionera en su propio modelo”, dice Rob De Jong, líder de la Unidad de Movilidad Sostenible del PNUMA. “Las baterías intercambiables, la fabricación local y la pura lógica económica impulsarán esta transición más rápido de lo que esperan los escépticos”.
El apoyo a mototaxis es parte de un esfuerzo más amplio del PNUMA para avivar la adopción de vehículos eléctricos en el mundo en desarrollo. El año pasado, la organización estuvo activa en 60 países.
De vuelta en Kampala, Natumbwe Veronica, madre soltera de cinco hijos, dice que conducir un mototaxi eléctrico le ha ayudado a pagar la comida, el hogar y las cuotas escolares de sus hijos. Cerca de allí, la guía turística Nattabi Ruth, que también conduce un vehículo eléctrico de dos ruedas, dice que proyectos como los respaldados por el PNUMA están ayudando a romper los estereotipos. “La gente piensa que las mujeres no tienen experiencia”, dice la mujer de 41 años. “Pero todos los días les mostramos lo equivocados que están”.
El impacto del programa es múltiple. Por un lado, impulsa la electromovilidad en un país que busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles y la contaminación urbana. Por otro lado, la capacitación de mujeres fortalece su autonomía económica y les brinda herramientas para convertirse en líderes comunitarias, inspirando a otras a incorporarse a sectores tradicionalmente masculinizados. ECOticias.com