René Etoua Meto’o dirige una pequeña plantación de cacao a las afueras de la Reserva de Fauna Dja de Camerún, una de las extensiones de selva tropical intacta más grandes del mundo. Aquí, elefantes, chimpancés y docenas de otros animales comparten espacio con los árboles de cacao del pueblo indígena Baka, que han vivido en los densos bosques de la cuenca del Congo durante generaciones.
Pero muchos en esta región se han visto obligados durante largo tiempo a ganarse la vida en los márgenes de la Reserva. Sin embargo, eso comenzó a cambiar en 2021, bajo un proyecto liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Trabajadores-capacitadores agrícolas le mostraron a Meto’o y a sus vecinos cómo aumentar sus rendimientos sin tumbar el bosque y despejar la tierra, un cambio fundamental para preservar la selva tropical y la vida silvestre que rodea sus granjas.
La capacitación fue parte de un esfuerzo de conservación más amplio dirigido por el PNUMA. Su objetivo: proteger las amenazadas selvas tropicales y turberas de ocho países de la cuenca del río Congo mejorando la vida de las personas que consideran a esta región su hogar. Financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, este impulso está diseñado para preservar uno de los sitios con mayor biodiversidad del planeta, una maraña de árboles y turberas que alberga más de 11.000 especies de animales y plantas, según el Fondo Mundial para la Naturaleza.
La importancia de la cuenca del Congo
Este trabajo también tiene implicaciones mucho más allá de África central. La cuenca del Congo es un vasto sumidero de carbono; tan solo sus pantanos almacenan alrededor de 29 mil millones de toneladas de este elemento que en exceso está sobrecalentando el planeta, lo que equivale a unos tres años de emisiones globales de gases de efecto invernadero. Por tanto, protegerlo es vital para salvaguardar la biodiversidad, contrarrestar el cambio climático y mejorar la vida de millones de personas.
La cuenca del Congo alberga el segundo bloque continuo de selva tropical más grande de la Tierra después del Amazonas. Este ecosistema sustenta a decenas de millones de personas y, según un estudio es un refugio para una de cada cinco especies vivas. Pero esta cuenca se enfrenta a amenazas cada vez mayores. La expansión de la agricultura y de la minería ha causado una deforestación generalizada. Casi 19.000 kilómetros cuadrados de bosques fueron «perturbados» anualmente entre 2015 y 2020 y las comunidades indígenas, que han estado salvaguardando estas selvas tropicales durante generaciones, a menudo han sido las que más han sufrido a causa de esta deforestación.
Existe el temor de que, si la pérdida de bosque continúa, ésta podría empobrecer a millones de personas, amenazar a algunos de los animales más emblemáticos de África y obstaculizar la capacidad de la cuenca para absorber y almacenar carbono.
Una iniciativa de desarrollo sostenible
Es por eso que se lanzó este esfuerzo para apoyar el desarrollo sostenible en los países de la cuenca del Congo. Inaugurada hace cuatro años, se conoce formalmente como la Iniciativa de Paisajes de la Cuenca del Congo. Su trabajo está diseñado en parte para apoyar la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, un acuerdo histórico de 2022 para proteger y restaurar el mundo natural. Un objetivo clave de ese acuerdo es lograr que la agricultura sea más sostenible y reforzar los derechos a la tierra de los pueblos indígenas.
En Camerún, su atención se centra en lograr que la producción de cocoa, grano molido de cacao e ingrediente clave del chocolate, sea más sostenible. La cocoa representa el 12 por ciento de las exportaciones del país y, en muchas comunidades indígenas que han sido marginadas, es un cultivo comercial clave. Pero la producción de cocoa también ha estado relacionada con la deforestación. Un informe del Banco Mundial de 2013 encontró que en la década anterior, las granjas de cacao habían engullido hasta 1.400 kilómetros cuadrados de bosque camerunés.
Esto es lo que está sucediendo en la ciudad de Mintom, que bordea la Reserva de Fauna de Dja de 5.000 kilómetros cuadrados. La comunidad es un hormiguero de producción de cacao. Los árboles de cacao, con sus vainas rojas y amarillas, rodean una colorida colección de casas y tiendas. Millones de semillas de cacao, que serán procesadas como cocoa, son secadas en lonas colocadas en los patios traseros.
Aquí, expertos mostraron a los residentes cómo podar árboles de cacao, limpiar la maleza, controlar las plagas y secar mejor los granos. Los agricultores señalan que sus rendimientos están aumentando y que la deforestación alrededor de la ciudad se ha detenido.
Desde 2021, este proyecto ha capacitado a más de 120 representantes comunitarios, ha certificado más de 50.000 hectáreas de fincas de cacao y ha establecido tres comités técnicos provinciales de monitoreo que garantizan que las voces locales se integren en las estructuras de gobernanza.
Historias como esta son un testimonio del potencial del desarrollo sostenible en la cuenca del Congo. Esta es realmente un área llena de promesas, pero durante demasiado tiempo, el crecimiento económico se ha producido a expensas de la naturaleza. Proyectos como este están demostrando que es posible proteger la selva tropical e impulsar el tipo de desarrollo sostenible que mejorará la vida de las comunidades indígenas y no indígenas.
En resumen, esta iniciativa pone en valor cómo los cultivos, en este caso de cacao, pueden ser sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. Un proyecto que se lleva a cabo en la cuenca del Congo de Camerún, con una gran riqueza en biodiversidad, y donde tampoco se olvidan de los derechos sociales de las comunidades locales que trabajan en esta agricultura del cacao. ECOticias.com