La agricultura y ganadería extensiva representan estrategias sostenibles que pueden contribuir significativamente a la reducción de incendios forestales. Ambas actividades, si se realizan de manera responsable, ayudan a mantener un equilibrio en los ecosistemas y previenen la acumulación de materiales combustibles.
Además, si impulsamos el manejo silvopastoril que ayuda a mantener la cubierta vegetal, reducir la vulnerabilidad a incendios y fortalecer la resiliencia de los ecosistemas como recuerdan organizaciones ecologistas, habrá menos fuegos.
Incendios forestales que se han cebado con la España vaciada
El 2025 se consolida como un año histórico que ha removido las estadísticas, con más de 400.000 hectáreas arrasadas. La superficie quemada es más de tres veces la media de las últimas décadas, con incendiosque se posicionan entre los más graves de la historia de España, como el de Molezuelas (Zamora) o el de Jarilla, el más devastador de Extremadura.
Las comunidades más afectadas por los incendios coinciden con algunas de las más despobladas, como las provincias de Ourense, León y Zamora, según el INE. El éxodo rural ha transformado la tendencia del uso del territorio en dos direcciones opuestas: por un lado, el abandono del medio rural; y por otro, la intensificación agrícola y ganadera.
Como consecuencia, en los últimos años la superficie cultivada ha disminuido un 10,46 % (Anuarios de Estadística Agraria)hasta alcanzar en la actualidad 16,7 millones de hectáreas, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos (2024). Asimismo, el auge de la ganadería intensiva desconectada del territorio, la disminución de la extensiva y la concentración agroexportadora han contribuido al crecimiento descontrolado de masas forestales sin gestión activa, creando el caldo de cultivo perfecto para los megaincendios de este mes de agosto.
La superficie forestal en España ha aumentado casi cuatro millones de hectáreas, entre 1962 y 2019, una superficie equivalente a la Comunidad de Extremadura. Es el segundo país de la UE con más proporción de superficie forestal, el 55,2 % del territorio, sólo por detrás de Suecia. Este crecimiento sin gestionar favorece la propagación de incendios, ya que los cultivos cercanos a los pueblos, que antes frenaban el avance de las llamas, han desaparecido.
Por otro lado, las explotaciones ganaderas son menos del 10 % en comparación con los años 60, mientras que las unidades ganaderas casi se han triplicado por las macrogranjas: un modelo que genera un fuerte impacto ambiental y desplaza a la población local.
La necesidad urgente de una buena gestión forestal
Ante este desequilibrio, lo que no se gestiona lo acaba gestionando el fuego. El abandono del medio rural ha reducido el riesgo de ignición, pero ha agravado las causas de su propagación. Por ello, la gestión del territorio y el sector primario son claves en la prevención de los incendios.
Los municipios de Zonas de Alto Riesgo de incendio (ZAR) deben disponer de los planes preventivos y de emergencia local por incendios que son competencia municipal. Hace unos días, la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo anunció que iba a investigar si los municipios afectados contaban con planes de prevención municipales, afirmando la posibilidad de trasladar responsabilidades penales a quienes tenían la obligación de elaborar dichas medidas preventivas. En 2019, organizaciones ecologistas realizaron un análisis de los municipios con los incendios más devastadores de este siglo. El resultado: ninguno tenía planes preventivos, ni implementados ni comunicados.
Un modelo agroalimentario alternativo y sostenible reduciría los incendios
En este sentido recuerdan que proteger el medio rural es protegernos del fuego. Frente a la creciente gravedad de los incendios forestales, es esencial la recuperación del paisaje en mosaico agroforestal y tradicional, un modelo sostenible y mejor adaptado al cambio climático, con menor carga de combustible y mayor capacidad de regeneración de los ecosistemas.
La ganadería extensiva y el manejo silvopastoril son herramientas clave para prevenir incendios, mitigar la crisis climática y revitalizar el medio rural. Para ello, es necesario un cambio en el modelo agroalimentario como propone la organización ecologista en el reciente informe “Revolución Alimentaria”, que apuesta por una transformación integral del sistema alimentario español actual.
Según este análisis, la transformación del sistema alimentario español, desde la producción hasta el consumo sostenible, permitiría capturar 10,7 millones de toneladas de CO₂eq anuales y duplicar el empleo ganadero; además de aumentar un 30 % el empleo en el sector agrícola-forestal de aquí a 2050. Estas medidas se convierten en auténticas soluciones de cara a la prevención de incendios.
En este sentido, los ecologistas reclaman medidas efectivas e inmediatas:
- Gestionar cada año al menos el 1 % de la superficie forestal a escala nacional (260.000 ha), priorizando zonas estratégicas de actuación.
- Destinar alrededor de 1.000 millones €/año en prevención. En lo que va de año se estima que se han gastado en extinción entre 3.000 millones y 6.000 millones.
- Fomentar la ganadería extensiva como herramienta preventiva y de desarrollo rural.
- Recuperar las superficies forestales para establecer modelos silvopastoriles extensivos, reduciendo la densidad del arbolado y permitiendo la presencia de herbáceas y matorral de interés para la ganadería extensiva.
- Transformar el sistema alimentario, desde la producción hasta el consumo, como herramienta imprescindible para prevenir incendios, revitalizar el medio rural y garantizar la sostenibilidad del territorio, mitigando la crisis climática.
- Dotar a los municipios en Zonas de Alto Riesgo de Incendio (ZAR) de recursos económicos y técnicos para ejecutar planes preventivos y de emergencia local.
- Ampliar debates y alternativas en el medio rural sobre el uso del fuego y actividades en un contexto de cambio climático.
- Aumentar la investigación de causas y motivaciones de los incendios.
- Aplicar el Real Decreto de directrices y criterios comunes de los planes anuales para la prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales.
En resumen, implementar estas estrategias (cambiando sobre todo el modelo agroalimentario industrial actual) requiere de la colaboración entre agricultores, ganaderos, comunidades y gobiernos, promoviendo políticas que incentiven prácticas sostenibles y la conservación de los bosques. Solo así se podrán evitar agostos con incendios tan graves como los vividos este 2025. ECOticias.com