Los suelos son un recurso natural vital, ya que sustentan la agricultura, mantienen la biodiversidad y regulan el ciclo del agua y los gases de efecto invernadero. Sin embargo, las actividades humanas como la deforestación, la agricultura intensiva, la urbanización y la contaminación han deteriorado la calidad de los suelos en muchas regiones del mundo, provocando erosión, pérdida de nutrientes, compactación y contaminación.
Ante esto, restaurar los suelos, como es la idea de expertos y asociaciones ecologistas, no solo preserva la productividad agrícola, sino que también protege la biodiversidad, combate el cambio climático y garantiza un entorno saludable para futuras generaciones.
La urgencia de ponerse manos a la obra en la restauración de los suelos
Y es que un suelo en buen estado no sólo es rico en agua y nutrientes, sino también por toda la vida que aloja –pensamos que los suelos albergan el 25% de la biodiversidad de todo el mundo–, a la vez que es un sumidero de carbono muy poderoso para combatir el cambio climático.
Desgraciadamente, a pesar de la importancia vital del suelo, su estado en general no es demasiado bueno, por culpa de las actividades intensivas y extractivistas que hemos ido haciendo a lo largo de los años. Por eso, urge tener una estrategia firme y estable en el tiempo que permita restaurar toda esta tierra dañada y detener su degradación.
Sólo así se podrá recuperar también los servicios ecosistémicos que aportan. Para entender mejor cómo debe ser esta restauración, en el CREAF trabajan en diferentes soluciones innovadoras que aportan métodos, herramientas y conocimiento para que los suelos vuelvan a tener un buen estado de salud. Estas son cuatro de ellas.
Apostar por la agricultura del carbono
Aunque está claro que la agricultura intensiva es uno de los grandes enemigos del suelo, porque empobrece su fertilidad, disminuye la capacidad de retención del agua y provoca que tenga menos volumen de reservas de carbono, una agricultura menos invasiva y orientada en secuestrar carbono atmosférico podría ser una buena solución. Es la conocida como agricultura del carbono o carbon farming del inglés.
Uno de los proyectos que investiga esta opción es el CREDIBLE. Bajo el paraguas de este proyecto europeo Horizon, se han unido 7 países europeos para entender mejor qué prácticas agrícolas son más eficientes para que las reservas del carbono del suelo vayan en aumento.
Algunas estrategias de manejo integrado que apuntan a este fin son la agricultura y ganadería en tierras de cultivo y prados y la agroforesteria, que combina árboles con cultivos y ganado en el mismo terreno para incrementar las sinergias entre 3 grandes afectados: los animales –que se alimentan de pasto fresco–, las plantas –que utilizan las heces del ganado como abono– y el suelo –que aumenta el contenido de materia orgánica.
También serían prácticas de la agricultura del carbono la implementación de cubiertas vegetales permanentes en las tierras de cultivo, que ayudan a proteger el suelo de la erosión. Asimismo, el CREDIBLE también quiere identificar los incentivos más adecuados para estimular a los agricultores y agricultoras a que adopten este nuevo modelo. En torno también a la agricultura de carbono, lideramos un proyecto que se centra en el estudio de esta estrategia de restauración del suelo en el caso catalán. Se conoce como CARBOSOL.
Empleo de drones en antiguas minas
Otra de las actividades humanas que impactan recurrentemente el suelo es la minería, puesto que las actividades extractivas provocan la destrucción total del suelo para poder acceder al recurso minero. Por eso, una vez terminada la actividad es necesario llevar a cabo una restauración bien pautada y que permita recuperar la salud de esa tierra. Y ahí justamente está enfocado, desde hace más de 10 años, el proyecto RESTOCAT.
Se encargan de establecer protocolos para saber cómo restaurar cada mina concreta y cómo hacer un seguimiento, poniendo especial énfasis en la restauración de suelos y la creación de nuevos suelos, los tecnosoles, que permitan decidir el nuevo uso que tendrá el sitio. Estos nuevos suelos son una gran opción para restaurar la vegetación una vez terminada la actividad minera, porque permiten crear suelos fértiles a partir de materiales de desecho minero y productos orgánicos, como compost o digestado.
En los últimos años una de las herramientas clave que han añadido al proyecto son los drones, ya que permiten realizar un buen mapeo y seguimiento de la zona restaurada. Además suponen un abaratamiento de los costes de la captación de datos y son fáciles de utilizar.
Modelos alternativos en forma de agricultura regenerativa y circular
Dada que la agricultura es completamente necesaria para asegurar la seguridad alimentaria, pero también puede llegar a ser tan perjudicial por el medio natural si no se hace de forma sostenible, han aparecido varios modelos alternativos que proponen técnicas y métodos para conseguirlo. Además de la agricultura de carbono que comentábamos inicialmente en el texto, también ha surgido en los últimos años un amplio conocimiento sobre la agricultura regenerativa, que en este caso se centra en recuperar la fertilidad del suelo y revertir los ya degradados.
Son ejemplo de ello el uso de camas de madera en el suelo para mantener la humedad y evitar la labrada con maquinaria pesada, que rompe la estructura del suelo. En esta línea encontramos dos proyectos del CREAF, el BIORESILMED y el RegeneraCAT.
Autores como Giller et al. 2021 señalan que la agricultura regenerativa es un compendio de diferentes prácticas que vayan en el sentido de: (1) restaurar la salud del suelo, incluyendo la capacidad de éste de capturar y almacenar carbono para mitigar los efectos del cambio climático, y (2) revertir la pérdida de biodiversidad.
Por eso el proyecto BIORESILMED se ha marcado ambos objetivos: aumentar la resiliencia climática a la vez que se fomenta la biodiversidad. Las áreas de estudio son el Delta del Ebro y la meseta Almería-Granada-Murcia y se incluyen también medidas de bioeconomía para hacer sostenible el cambio de modelo también a nivel socioeconómico, como puede ser el turismo de naturaleza, la capacitación profesional y la educación ambiental.
En el caso del RegeneraCat el objetivo es más de formación: se proponen 4 fincas de Cataluña que ya han implementado hace años el modelo regenerativo y quieren servir de ejemplo para que otras fincas también den el paso. Por eso se crearán manuales y materiales científico-técnicos y demostrativos.
Materiales orgánicos reciclados
Otra de las soluciones para restaurar un suelo, que también hemos trabajado históricamente con la Agencia de Residuos en el marco del proyecto RESTARC, es aplicar materiales orgánicos. Por ejemplo, es habitual que sean lodos que provienen de depuradoras de aguas residuales o compost que se obtiene de la fracción orgánica de los residuos municipales. En global, estos materiales a los que damos una segunda vida y que fomentan, en cierto modo, la bioeconomía circular, toman el nombre de enmiendas orgánicas.
Por el momento, estas enmiendas han servido para restaurar ya el suelo de antiguos vertederos, canteras y otros terrenos degradados, y se están buscando nuevos ámbitos en los que pueden ayudar a mejorar y restaurar suelos.
En definitiva, restaurar los suelos es crucial para revertir estos daños y asegurar un uso sostenible de los recursos naturales. La recuperación de su fertilidad permite que la tierra vuelva a ser productiva, apoyando la producción de alimentos y reduciendo la dependencia de insumos químicos. Además, los suelos saludables actúan como sumideros de carbono, ayudando a mitigar el cambio climático al capturar gases de efecto invernadero. ECOticias.com