El accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi (Japón) ocurrió el 11 de marzo de 2011 a raíz del tsunami que inundó su emplazamiento, una hora después de que se produjera el terremoto de Tohoku, el mayor registrado en la historia del país. Es el peor accidente ocurrido en algunas de las centrales nuclaeres del mundo, desde el desastre de Chernóbil de 1986, siendo también clasificado con un 7 en la escala INES.
La central nuclear de Fukushima Daiichi, operada por la compañía Tepco (Tokyo Electric Power Company), estaba integrada por 6 unidades, cuatro de las cuales se ubicaban en una cota de unos 10 msnm y otras dos en una ligeramente más alta, todas ellas muy próximas al mar. Sólo tres de los seis reactores (1 a 3, situados en la zona más próxima al mar) se encontraban en operación en el momento del accidente.
La central sufrió la pérdida de las líneas de alimentación eléctrica exterior como resultado del terremoto y, posteriormente, el tsunami destruyó o causó daños irreparables en equipos operativos y de seguridad y distintas estructuras de la central. Como resultado, los tres reactores en operación perdieron la función de refrigeración a sus núcleos, que finalmente se fundieron y sus vasijas contenedoras se fracturaron.
El hidrógeno que se liberó tras la fusión de los núcleos dio lugar a explosiones sucesivas en los edificios del reactor de las unidades 1, 3 y 4, provocando la liberación al exterior de radionucleidos, que fueron transportados por el viento y se depositaron en la tierra y mar adentro. La población que vivía en un radio de 20 km de la central (y otras áreas específicas) fue evacuada, y se determinó confinamiento domiciliario o evacuación voluntaria para la población que se encontraba entre 20-30 km.
No podemos olvidar los desastres nucleares
En un contexto en el que los partidarios de la energía nuclear vuelven a reclamar protagonismo, es más necesario que nunca recordar la catástrofe de Fukushima, de la que hoy se cumplen 14 años. En este aniversario, Greenpeace expresa sus condolencias a quienes todavía sufren las secuelas de esta tragedia. Asimismo, exige a los Gobiernos que abandonen definitivamente la energía nuclear por ser una energía peligrosa, cara e incompatible con la transición energética hacia un sistema seguro y 100 % renovable.
En contra de la percepción que tratan de promover sus partidarios, la energía nuclear es poco importante y se encuentra en declive en el mercado internacional de tecnologías de generación de electricidad. Según el informe de World Nuclear Industry Status Report 2024, la cuota de producción nuclear en 2023 bajó del 9,2 % al 9,1 % pues, aunque se pusieron en marcha cinco nuevos reactores nucleares (5 GW), se cerraron cinco de más potencia (6 GW). En cambio, las energías renovables y el almacenamiento están cambiando las reglas del juego.
En 2023, la inversión renovable alcanzó la cifra récord de 623.000 millones de dólares, 27 veces más que la inversión en centrales nucleares. La potencia instalada solar creció un 73 % y la eólica un 51 %, lo que supone 460 GW de nueva potencia renovable frente a un descenso de 1 GW en potencia nuclear. Las instalaciones eólicas y solares mundiales generaron un 50 % más de electricidad que las nucleares.
La organización ecologista critica que el actual gobierno japonés parece estar olvidando las lecciones de su propio desastre nuclear y ha eliminado de su planificación energética el objetivo de reducir su dependencia de la energía nuclear, que se incluyó tras el accidente de Fukushima. Aumentar el uso de la energía nuclear no será una solución a tiempo para evitar la crisis climática ni para la seguridad de suministro energético, ya que las centrales nucleares enfrentan numerosos desafíos y requieren un largo período desde la planificación hasta su puesta en marcha.
Según Francisco del Pozo, responsable de la campaña de energía nuclear de la ONG: “la energía nuclear es una energía peligrosa, cara e incompatible con la transición energética, y por ello su declive es a nivel global aunque algunos Gobiernos se empeñan en revivirla. Cualquier inversión en alargar su vida útil es invertir en energía del pasado, es socializar las pérdidas tras haber privatizado los beneficios y generar un mayor coste para la ciudadanía presente y futura”.
En el contexto español, la única manera de progresar hacia un sistema seguro y 100 % renovable es continuar con el actual calendario de cierre y desmantelamiento del parque nuclear. Además, las centrales nucleares no son rentables ni pueden ser el complemento flexible para las energías renovables”.
¿Cómo disponer los residuos nucleares?
Los riesgos de las plantas nucleares aumentan con el tiempo que llevan en funcionamiento, al igual que su vulnerabilidad a desastres naturales como terremotos. El accidente en la central de Fukushima Daiichi ocurrió en una planta que llevaba más de 30 años en operación, y los niveles de radiación siguen siendo tan altos que, incluso 14 años después del desastre, aún es imposible para los humanos inspeccionar directamente los reactores dañados. Por lo tanto, el cambio de política para promover la energía nuclear es inaceptable.
No hay perspectivas claras para la eliminación del combustible nuclear gastado, mientras que las instalaciones de almacenamiento actuales ya están cerca de su capacidad máxima. Además, muchas autoridades locales aún no han establecido un método eficaz para evacuar de manera segura a los residentes cercanos a las centrales nucleares en caso de emergencia.
Asimismo, el Gobierno japonés y la Compañía de Energía Eléctrica de Tokio (TEPCO), haciendo caso omiso a las preocupaciones de los pescadores, residentes y otras personas, han decidido comenzar a verter deliberadamente agua contaminada con sustancias radiactivas del accidente de la central de Fukushima Daiichi en el medio ambiente. Se espera que este vertido continúe durante aproximadamente 30 años, hasta 2051.
Contaminación del agua en Tokio
Hace 14 años, el Gobierno de entonces consideró la posibilidad de evacuar a 50 millones de personas en el área metropolitana de Tokio. De hecho, las plantas de tratamiento de agua en Tokio impusieron restricciones temporales en la cantidad de agua que los bebés podían beber.
Debido a la dirección del viento, gran parte del material radiactivo liberado fue arrastrado al mar, pero un cambio en la dirección del viento podría haber resultado en un desenlace completamente diferente. En aquel momento, el Primer Ministro llegó a redactar en secreto una declaración en la que se afirmaba que el peor escenario posible había ocurrido.
El terremoto de Hanshin-Awaji hace 30 años, el del Este de Japón hace 14 años, el de la Península de Noto hace un año y otros terremotos e inundaciones en todo el país se han sucedido rápidamente. Solo podemos prepararnos lo mejor posible para estos desastres naturales, pero los desastres nucleares son diferentes. Son consecuencia de la decisión de utilizar la energía nuclear.
Afortunadamente, cada vez más estados apuestan por un sistema eléctrico libre de combustibles fósiles y también libre de nuclear, existen muchas posibilidades para lograr un ahorro energético eficiente y confortable, ya que el suministro eléctrico puede ser proporcionado por energías renovables que no dependen ni de la energía nuclear ni de los combustibles fósiles.