Desde tiempo inmemoriales, los seres humanos reparamos en que existen individuos con habilidades mentales más altas que otros. No obstante, no fue hasta finales del siglo XVIII que este concepto comenzó a investigarse la inteligencia de forma científica sistemática.
La teoría de la evolución de Charles Darwin nos sacudió en el siglo XIX. Contexto que se replicó con los informes de Francis Galton acerca del componente hereditario de la inteligencia humana. Sin embargo, esa solo el principio en la carrera por descubrir hasta qué punto era capaz de llegar el ser humano.
Generalmente, al hablar de inteligencia superior, se habla de un coeficiente intelectual (CI) de 130 o superior en las categorías psicométricas. No obstante, en el último tiempo ha surgido y comenzado a utilizarse para provecho personal otro tipo de inteligencia que, de continuar en auge, en algún punto podría adquirir esta misma denominación.
Este tipo de inteligencia nos está “robando” agua y energía: los estragos de confiar en algo que no vemos
Tras conocerse el superdeportivo eléctrico conducido por inteligencia artificial, se ha destapado el peligro inminente que podría suponer la instauración de la IA.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha alertado sobre el profundo impacto ambiental gestado por la IA, sobre todo en lo que respecta al consumo de agua y energía.
En su estudio, la organización muestra cómo los grandes sistemas de IA están ocasionando un consumo de energía y agua potable insostenible. Además, se está poniendo sobre la mesa la falta de transparencia, concentración tecnológica y desafíos éticos y sociales vinculados a esta tecnología.
El incremento de herramientas como ChatGPT, y otros sistemas de IA generativa, se vislumbra en un consumo de energía que crece, crece y crece. Los datos brindados por la UNESCO revelan que más de 1000 millones de personas utilizan a diario sistemas de IA generativa.
Cada interacción compromete un consumo medio de 0,34 vatios por hora, aspecto que se traduce en alrededor de 310 gigavatios hora (GWh) anuales. Para poner en contexto esta cifra, el consumo equivale al de más de tres millones de personas en países africanos con bajos ingresos. Por ejemplo, Etiopía.
El peligro inesperado de la inteligencia artificial: está acabando con las reservas de energía y agua
La organización indica que la demanda de electricidad vinculada a la inteligencia artificial se duplica en un aproximado de 100 días. Este aumento tensiona redes sociales de todo el planeta.
Además, supone un reto internacional de asignación de recursos, especialmente si se contempla que muchas regiones se topan con obstáculos energéticos estructurales. El estudio recalca que los consumidores no suelen ser conscientes de este tipo de costes.
También advierte que, hasta ahora, se han llevado a cabo pocos esfuerzos para informarlos sobre esta realidad. Al devastador contexto eléctrico le sigue el impacto sobre el agua.
Los centros de datos que abastecen los sistemas de IA necesitan grandes volúmenes de agua, usada principalmente en la refrigeración de procesadores. Las estimaciones de UNESCO exponen que el consumo del agua por parte de agentes del sector, como Google, Microsoft y Meta, podría incluso triplicarse para 2027.
La inteligencia artificial aporta múltiples beneficios, pero ¿supone un precio demasiado alto?
El empleo de agua en este contexto no queda limitado únicamente al enfriamiento durante el funcionamiento. Se utiliza de forma extensiva. Cubre tanto la manufactura como la construcción del hardware, especialmente en la producción de elementos electrónicos.
Naciones Unidas hace proyecciones y estima que la demanda de IA podría solicitar entre 4200 y 6600 millones de metros cúbicos de agua en 2027. Frente a esta realidad, la UNESCO propone priorizar la proliferación de sistema más acotados, abiertos y sostenibles.
Las pruebas efectuadas con métodos compactos, como versiones acotadas en comparación con el modelo Meta LLaMA, muestran que es posible proporcionar una calidad similar en tareas clave, al mismo tiempo que bajan el consumo de energía hasta un 90%. El informe destaca también la urgencia de aumentar la educación y reflexión ética sobre la inteligencia artificial.
Existe un peligro inminente por la llegada de la que podría ser una inteligencia superior. Por ahora, ya nos está robando agua y energía. Aun así, los proyectos relacionados con IA no dejan de aparecer. Un ejemplo claro es la fusión de hidrógeno e inteligencia artificial.