Las innovaciones verdes siguen asombrando al mundo entero, dado que las soluciones que aportan abarcan todos los espectros de la vida y siguen con su pauta fundamental, de ser amigables con el Medio Ambiente, al tiempo que consiguen sorprendentes resultados.
Sensores de agua en 3D
La escasez de agua ya es un problema mundial, al que se suma otro drama más: la contaminación. Hasta ahora ha sido demasiado costoso producir sensores eficaces para controlar y medir esta polución y los métodos actuales, sólo prueban los niveles de agua periódicamente, en puntos limitados a través de un sistema.
Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia Británica ha desarrollado una solución en 3D, que permite colocar sensores de agua a pequeña escala, que son baratos de producir y pueden recopilar datos en tiempo real. Debido a que los sensores se hacen con impresoras 3D, la fabricación es sencilla y sus costos muy bajos.

Los sensores recopilan datos sobre el pH, la temperatura, los niveles de cloro y pueden detectar patógenos y otros agentes contaminantes. Estas mediciones se envían de forma inalámbrica a un sistema central.
Incluso ante la posibilidad de que se produzca un fallo en algún sensor, los otros seguirán trabajando como parte de un sistema de clúster, lo que significa que pueden ser desplegados a través de una red de agua y de un sistema de distribución.

De la pulsera a la batería
Tenemos brazaletes que pueden medir los pasos, las calorías quemadas e incluso hacer un seguimiento de rutas; aparentemente el siguiente paso es usar pulseras, que recogen la energía de los movimientos para alimentar las baterías de diversos aparatos, como un smartphone o un marcapasos.
Los investigadores de la Universidad Tecnológica de Chongqing y de la Academia China de Física de Ingeniería de Sichuan han diseñado una pulsera, que puede recoger la energía bioquímica de los movimientos de la muñeca, para convertirla en electricidad.
La pulsera utiliza la inducción electromagnética, mediante el empleo de bobinas conductoras de cobre, que se colocan dentro de la pulsera. En el interior de la misma, los imanes giran alrededor de la pulsera en respuesta a los movimientos de la muñeca y a medida que pasan a través de las bobinas, crean una potencia media de más de 1 mili vatio.

Recuperando cepas antiguas
El Cambio Climático ha aumentado la necesidad de nuevas prácticas agrícolas en la producción de las uvas, puesto que la industria del vino, está siendo afectada por el Calentamiento Global debido a que, el aumento de las temperaturas está acabando con algunas cepas, que no son capaces de adaptarse a los nuevos ecosistemas.
Bodega Torres, localizada a una hora de Barcelona, está empeñada en revertir este problema, por lo que se ha dedicado a investigar el potencial, de revivir las variedades regionales de uvas para vinos, que son capaces de crecer, en climas más calientes y secos.

Estas cepas fueron mezcladas con otras más fuertes y resistentes a ciertas enfermedades hace años y el original se perdió. Ahora, en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación Agrícola de Francia, estas variedades antiguas tratando de recuperarse en invernaderos.
Algunas de estas variedades tienen la capacidad de madurar justo antes del invierno y de esa forma pueden retener altos niveles de agua. Paradójicamente el futuro de la industria vitivinícola podría encontrarse en el pasado.





















