La menor cantidad de agua que requieren estos campos, el reducido mantenimiento (4 actuaciones al año son suficientes) y el mayor número de horas de juego que permite respecto a la hierba natural
El césped artificial sigue ganando terreno día a día en el mundo del fútbol instalándose en las ciudades deportivas de los equipos de primera y en los terrenos de juego de categorías inferiores.
La menor cantidad de agua que requieren estos campos, el reducido mantenimiento (4 actuaciones al año son suficientes) y el mayor número de horas de juego que permite respecto a la hierba natural son las grandes ventajas que presenta esta superficie, 4 veces más rentable en coste por hora.
El Instituto de Biomecánica (IBV) lleva años estudiando las cualidades del césped artificial para garantizar la seguridad del deportista y la espectacularidad de la práctica deportiva en estos campos. Fruto de estas investigaciones surgió lo que se conoce como césped artificial de tercera generación capaz de mejorar la interacción del jugador con la superficie y de minimizar las lesiones en el terreno de juego.
Solo si hablamos de mantenimiento, el coste anual de un campo de fútbol de césped natural es aproximadamente de 40.000 euros y necesita una atención continua. Para mantener un campo de hierba artificial se requieren unas intervenciones rutinarias que puede realizar el propio personal de la instalación y aproximadamente cuatro actuaciones específicas al año por un coste de 8.000 euros, 2.000 por cada actuación.
La investigación en esta materia ha convertido al Instituto de Biomecánica en uno de los centros tecnológicos encargados de la evaluación de los campos de césped artificial que albergan las competiciones de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) desde la temporada 2009/10. La Marca de Calidad de la RFEF certifica que los campos de césped artificial reúnen todas las características que se exigen de un campo recreativo o de competición, asegurando al deportista la mejor respuesta a sus prestaciones.