Sainsbury, una de las mayores cadenas de supermercados del Reino Unido, ha decidido aprovechar los desechos orgánicos de una de sus sucursales, para producir la electricidad.
Y parece que es el primer negocio del mundo en hacerlo. Al final del día, todos los restos de comida, después de donar las cosas buenas a la caridad, se transportan a un digestor anaeróbico, donde se convierten en electricidad. Esa corriente eléctrica es enviada de vuelta a la tienda, y se utiliza para generar la energía que necesita.
Un digestor anaeróbico es un recipiente hecho por el hombre, y funciona usando el proceso natural conocido como digestión anaeróbica, que consiste en digerir materia biológica usando organismos anaerobios. Éstos organismos son bacterias especiales que, cuando no hay oxígeno, descomponen la materia biológica en un amplia gama de productos químicos.
El etanol es uno de esos productos. Pero en este caso, el producto que se aprovecha es el biogás. El proceso se realiza colaborando con Biffa, una compañía de reciclaje de basura. El supermercado Sainsbury’s y la planta de Biffa están unidos por una canalización de 1,5 kilómetros de longitud con la que transportan el metano, permitiendo su uso inmediato en forma de electricidad.
El biogás es una mezcla de metano y dióxido de carbono, que se produce naturalmente en el estiércol, en los residuos de alimentos putrefactos, y en otros procesos biológicos. Lo que han hecho entonces es aprovechar el biogás producido por el digestor, para mover una turbina y generar electricidad. Sainsbury dice que el sistema proporciona suficiente electricidad para el supermercado, e incluso podrá vender el exceso de electricidad a la red nacional.
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