Un grupo de investigadores de SMART (Alianza Singapur-MIT para la Investigación y la Tecnología) han creado una técnica que podría ofrecer una forma más fiable de detectar la malaria sobre el terreno.
Durante las últimas décadas, el modo de diagnosticar la malaria ha cambiado poco. Tras tomar una muestra de sangre del paciente, un técnico deposita una pequeña parte de la misma en un portaobjetos de vidrio, se le aplica un tinte especial, y se visualiza con un microscopio para detectar al parásito Plasmodium causante de la enfermedad. Este sistema permite obtener un cálculo exacto del número de parásitos en sangre (elemento necesario para realizar una estimación de la gravedad de la enfermedad) pero es vulnerable al error humano.
Por ello, un equipo de investigadores de SMART (Alianza Singapur-MIT para la Investigación y la Tecnología) ha desarrollado ahora una posible alternativa que hace uso de una técnica similar a la de las imágenes por resonancia magnética, llamada relaxometría por resonancia magnética (MRR), para detectar los el desecho de los parásitos en la sangre de los pacientes infectados. En palabras de Jongyoon Han, profesor de ingeniería biológica del MIT, esta técnica podría ofrecer una forma más fiable de detectar la malaria sobre el terreno. Para Han, la ventaja más clara de este sistema es que se basa en un biomarcador de origen natural, lo que hace innecesario el tinte o realizar cualquier otro proceso bioquímico en las muestras.
En la técnica tradicional de frotis de sangre, el tinte tiene la función de teñir los núcleos celulares: al carecer los glóbulos rojos de núcleo, se asume que cualquiera que aparezca tintado corresponden a ejemplares de Plasmodium. Pero en las regiones más afectadas por la malaria, la tecnología y conocimientos necesarios para identificar el parásito no siempre están disponibles, y cuando sí lo están, las interpretaciones de distintos técnicos sobre una misma muestra pueden variar.
Por eso, SMART ha preferido centrarse en la detección de hemozoína: cuando los parásitos infectan a los glóbulos rojos, se alimentan de hemoglobina; pero ésta al descomponerse, libera hierro, que puede resultar tóxico para el parásito, por lo que lo convierte en la hemozoína, un compuesto cristalino débilmente paramagnético. La hemozoína tiene la capacidad de alterar la orientación de átomos de hidrógeno expuestos a un potente campo magnético. De este modo, si se hallara una falta de alineación del hidrógeno imantado de la sangre, constituiría un indicativo de la presencia de Plasmodium.
En base a este principio, los investigadores han desarrollado un prototipo -equipado con una imán de 05 teslas- lo bastante pequeño como para manejarlo en un mesa (y están trabajando yo en una versión portátil tamaño tablet), que permitiría al técnico analizar una muestra de sangre de sólo 10 microlitros (un pinchazo en el dedo: adiós a la extracción de sangre intravenosa) en menos de un minuto. En palabras del líder del equipo de investigadores, Weng Kung Peng: “Este sistema puede ser construido a un costo muy bajo, en comparación con las máquinas de resonancia magnética de millones de dólares utilizados en un hospital. Por otra parte, ya que esta técnica no se basa en el caro etiquetado con reactivos químicos, seremos capaces de conseguir que cada prueba de diagnóstico se realice a un costo de menos de 10 centavos.”
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