Para crear la ilusión de habitar el cuerpo de otra persona, los investigadores colocaron a dos personas en una sala y acostaron a una de ellas en una máquina de resonancia magnética con una pantalla colocada sobre la cabeza desde la cual se podía ver al otro sujeto.
Nuestro cerebro puede llegar a pensar que está en otro cuerpo y para que esto ocurra solo es necesario alterar su sentido de ubicación. Así lo aseguran científicos del Instituto Karolinska en Suecia que han investigado cómo nuestros cerebros son capaces de orientarnos en el espacio.
Para crear la ilusión de habitar el cuerpo de otra persona, los investigadores colocaron a dos personas en una sala y acostaron a una de ellas en una máquina de resonancia magnética con una pantalla colocada sobre la cabeza desde la cual se podía ver al otro sujeto.
Luego, los científicos tocaron al mismo tiempo las mismas partes del cuerpo de las dos personas, para así evocar la sensación de que estar en el cuerpo de la otra persona. De esta forma, la persona en la máquina de resonancia magnética sintió que estaba en el cuerpo de la persona a la que estaba viendo que estaba siendo tocada.
«En cuestión de segundos, el cerebro fusiona la sensación del tacto y de la información visual desde la nueva perspectiva, lo que resulta en la ilusión de poseer el cuerpo del desconocido y estar situado en la posición de ese cuerpo en la sala, fuera del cuerpo físico del participante,» ha explicado el científico Arvid Guterstam en la publicación especializada Current Biology .
¿Por qué ocurre esto? En 2014 un otro grupo de investigadores recibió el Premio Nobel por descubrir el papel que juegan ciertas neuronas conocidas como «las neuronas de lugar» (place cells, en inglés) a la hora de guiarnos.
El equipo descubrió que ciertas secciones del cerebro eran las responsables del sentido de autoubicación, mientras que las otras secciones controlaban el sentido de propiedad del cuerpo.
EP – INNOVAticias