Un estudio realizado por Kona Blue Water Farms concluye que la maricultura sostenible afecta 60 veces menos a la ecología oceánica que las capturas de pescado en su medio natural.
Sims basa sus estimaciones en tres cuestiones fundamentales:
La primera es que la acuicultura se concentra cada vez más en el desarrollo de sustitutos sustentables para las dietas de los peces cultivados, para disminuir la dependencia en la harina y el aceite de pescado. Con todo, el pescado silvestre está sujeto a leyes de transferencia trófica, en donde apenas el 10% de valor alimenticio de sus presas se transfiere a cada eslabón de la cadena alimentaria.
En segundo lugar, Sims destaca que el pescado cultivado tiene un ciclo de vida que se estima es tres veces más eficiente que el de los peces depredadores silvestres. El pescado cultivado se cosecha a una edad temprana, después de que alcanzó su mayor desarrollo, y no utiliza energía para reproducirse o para competir por la supervivencia en el medio natural.
La última cuestión es la captura incidental. Algunas pesquerías generan hasta 11 libras de captura incidental por cada libra que retienen, y los expertos calculan que se descarta casi un 30% de las capturas globales silvestres. Por el contrario, en el caso de peces cultivados no hay captura incidental.