Aproveche este plato que tiene como protagonista un pescado azul de gran interés nutricional por su alto contenido en ácidos grasos omega-3.
1kg de sardinas frescas
300g de mejillones
300g de gambas cocidas y peladas
50g de arroz
3 huevos medianos
2 rebanadas de pan de barra
2 dientes de ajo
2 cs de queso parmesano rallado
2 cs de perejil picado
2 cs de pan rallado
1 limón
3 cs de aceite de oliva
sal
Tiempo total: 1 hr 35 min
Tiempo de elaboración: 45 min
Tiempo de cocción: 50 min
Epoca del año recomendada: todo el año
Elaboración:
Limpie las sardinas; para ello, retire las cabezas y la espina central y ábralas a modo de libro. Reserve 12 sardinas gruesas enteras y pique el resto. Pele y pique los dientes de ajo.
Cueza el arroz en agua hirviendo con sal durante 15 minutos.
Abra los mejillones y mézclelos con las gambas y las sardinas picadas, el arroz, la miga de pan y los huevos batidos. Incorpore el parmesano rallado, el perejil y los ajos picados. Sazone con una pizca de sal.
Unte una fuente de hornear con una cucharada de aceite y disponga 6 sardinas abiertas. Reparta una capa de relleno sobre cada una de ellas y cúbralas con las sardinas que quedan.
Aliñe las sardinas con el aceite restante y espolvoréelas con el pan rallado.
Cubra la fuente con el papel de aluminio, introdúzcala en el horno precalentado a 200ºC y cueza durante 15 minutos.
Transcurrido ese tiempo, retire el papel de aluminio y prolongue la cocción durante 10 minutos más. Sirva las sardinas de inmediato acompañadas, si lo desea, con unos gajos de limón.
Receta extraída del libro Cocina Mediterránea en casa. Círculo de Lectores. 2010. Autores: Lourdes March y Lourdes Alcañiz.
¿Sabías que?
Popularmente, la sardina es una de las especies marinas más conocidas alrededor del mundo. Y es que este pescado azul de agua salada, perteneciente a la familia de los Clupeidos, es de los grupos de peces más abundantes y distribuidos tanto en el litoral, como en la costa. Esta característica elemental conlleva que sea un alimento muy frecuente en todo el perímetro mediterráneo. Su conserva y capacidad proteica ya fueron conocidas des de muy antiguo haciendo que se convirtiera en un alimento ampliamente manipulado por las clases bajas de la Grecia y Roma clásicas. Un uso socioeconómico que se extendió en los siglos posteriores, en ser erigido como uno de los pescados marinos más asequibles para las economías más débiles durante la Edad Media. Francisco Abad Alegría nos cuenta en su libro Diccionario de la cocina cristiana la reserva proteica inestimable que representaba la sardina cecial (seca y curada al aire) para hambrunas largas y especialmente para momentos de abstinencia. Por ese mismo motivo, la sardina es emblema de apertura de penitencia para la Cuaresma y el final del Carnaval. Cabe puntualizar que, posiblemente, el día del entierro de la sardina se debe a la despedida que se hacía antes del consumo de carne durante la vigilia. Pues parece ser que los tratantes del ganado llamaban sardina a un tipo de cerdo concreto.
Estos ejemplos constituyen sólo un mero evidencia de la riqueza social y popular que puede aglutinar un alimento tan común como es la sardina.