España se quedará sin turismo de playa. El protocolo de Kyoto fue un paso al frente en la lucha contra el cambio climático. Hasta el momento en el que las grandes potencias se negaron a firmarlo y perdió gran parte de su validez.
La conferencia de Copenhague de 2009 fue un rotundo fracaso, que terminó en meras declaraciones de intenciones. Pero sin que se tomaran medidas reales, funcionales y tangibles para poner coto a los desastres que el hombre sigue causando. Y que se manifiestan en calentamiento global e infinidad de daños medioambientales.
El 30 de noviembre se reunieron en París los representantes de 197 países, en la célebre COP21. En ella se decidió un protocolo que aparentemente era la prueba de que los dirigentes políticos iba a comenzar a HACER, en vez de limitarse a DECIR. A día de hoy vamos a por la COP28 (en noviembre de este año) y en realidad todo está por hacerse aún.
El cambio climático es una triste realidad que está transformando la faz de la Tierra. Y que para el 2100, se cree que si no se logra contener con un esfuerzo combinado, coordinado y orientado a la preservación del Medio Ambiente, podría causar verdaderos estragos en los paraísos costeros y en las islas de todo el mundo.
Islas que pueden hundirse
En las zonas de la llamada Melanesia y en todos los océanos, existen infinidad de islas que podrían desaparecer por completo, si el nivel del mar continúa con el incremento sostenido que se observa en la actualidad.
Las Islas Marshall, Vanuatu, las Maldivas, Nauru, Kiribati son algunas de los miles de islas que se encuentran en peligro de ser inundadas en plazos relativamente cortos. Sus poblaciones han tenido que tomar medidas al respecto y muchos de estos pequeños países han pactado con otros para poder trasladarse en caso de desastre.
Estamos hablando de un nuevo tipo de refugiados, los climáticos, que deberán abandonar todo lo que poseen porque gracias a la desidia de los poderosos, sus hogares están a punto de ser tragados por el mar.
Las costas españolas en grave peligro
La previsión de subida de la temperatura del planeta para 2100 está fijada entre los 1.7 °C y los 2 °C, pero podría alcanzar los 4.8 °C. Esto implicaría un deshielo masivo de los polos y un aumento en el nivel de las aguas de hasta 85 centímetros. Si el nivel del mar sube, las costas desaparecerán y el deterioro de playas y costas será terrible por la misma erosión que las aguas provocan al adentrarse en la tierra.
En España todas las islas del norte y las costas bañadas por el Atlántico, el Cantábrico y el Mediterráneo, podrían quedar sumergidas o sufrir daños irreparables que conformarían una nueva costa sin apenas playas, por lo que la industria del turismo sería la más afectada.
Esto provocaría un daño ecológico irremediable, una disminución real del turismo como fuente de ingresos (que hoy representa casi el 15% de PIB nacional) y una emigración forzada de las personas que viven en zonas inundables hacia otras partes del país. España se quedará sin turismo de playa.
¿Qué estamos haciendo?
Todos recordamos al famoso primo del presidente Rajoy, el físico, aquel que le dijo que el cambio climático no existía. Y en cuyas afirmaciones se basó el mandatario para decir que no podía considerárselo un “problema mundial”.
Pero además de salir en los medios con cara de preocupación y circunstancia y decir que HAY que hacer algo, los políticos de todos los colores siguen sin mover fichas y sin tomar medidas efectivas contra lo que se nos viene.
Se habló en su momento de planes de inversión que lo cambiarían todo. Como los 12 millones que se destinaron al PIMA Adapta, un proyecto insuficiente, tardío y de alcance limitado, que según los expertos, es como querer curar con una tirita una fractura expuesta.
También se dice que podría haber un reordenamiento de las costas con vistas al año 2030. Pero la realidad es que todo se está quedando en buenas intenciones. Y lo que se necesita es acción a corto plazo y no planes someros e indefinidos a largo plazo.
Parece un mal chiste
Si seguimos transitando el camino de la desidia política y la indiferencia generalizada ante la realidad del cambio climático, las nuevas generaciones tendrá un futuro muy diferente y el país (y el mundo) serán víctimas de su propia inacción.
Se necesita un cambio de mentalidad YA. Hay que poner manos a la obra, porque si no es tarde para encontrar una solución, estamos en el límite de los tiempos. Y revertir las consecuencias de la negligencia y el desinterés pasado y actual, tendrá costes muy elevados en el futuro. Y estos no se pagarán con euros, sino con cambios drásticos en la vida todos los seres vivos. España se quedará sin turismo de playa.