Esta investigación ha detectado como los bosques de pino carrasco de las zonas costeras de Andalucía, Murcia y parte de la Comunidad Valenciana serán los más afectados por el estrés hídrico por falta de agua en un contexto de cambio climático.
La revista Ecosistemas de la Asociación Española de Ecología Terrestre ha publicado un estudio en el que se evalúan los posibles impactos del cambio climático sobre el pino carrasco, la tercera especie arbórea más abundante de la península Ibérica, especialmente en el Levante peninsular.
Esta investigación ha detectado como los bosques de pino carrasco de las zonas costeras de Andalucía, Murcia y parte de la Comunidad Valenciana serán los más afectados por el estrés hídrico por falta de agua en un contexto de cambio climático, reduciéndose así su crecimiento respecto a los pinares de zonas con menor estrés hídrico como Navarra, Aragón y Cataluña.
Tal y como indica este estudio, a pesar de que el pino carrasco es una especie capaz de crecer en zonas donde el estrés hídrico es recurrente, los autores apuntan a que sí se cumplen las proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para el siglo XXI, «estos árboles empeorarán sus condiciones de vida debido al incremento de la aridez provocado por el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera, que repercutirá en una subida de temperaturas y un descenso de las precipitaciones».
Según esta investigación todos estos factores pueden provocar que la distribución de las poblaciones de pino carrasco vayan migrando progresivamente hacia el norte y en altitud, pudiendo incluso desaparecer de las zonas más costeras del sur peninsular debido al incremento de la sequía proyectado por el IPCC para el siglo XXI, lo cual puede comportar un progresivo proceso de desertificación.
Este estudio identifica además los niveles de temperatura y precipitación a partir de los cuales la profundidad del suelo resulta determinante para el crecimiento de estos bosques. Los autores destacan que: «la capacidad del suelo para contener agua y tenerla accesible para el uso de los árboles es un elemento clave para evaluar las respuestas de los bosques a este incremento de aridez debido al cambio climático».
Además, según apuntan en esta investigación, una mayor profundidad del suelo implica también una mayor capacidad de estos pinos para captar carbono, un proceso de vital importancia para el ser humano ya que estos árboles actúan como sumideros del CO2 que emitimos a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles, contribuyendo a mitigar los efectos del calentamiento global y a mantener la estructura del suelo frente a fenómenos de erosión.
El futuro de los bosques de pino carrasco dentro de 100 años
Para llevar a cabo esta investigación, los autores de este estudio, Daniel Nadal (investigador de la Universidad de Barcelona – UB) Santiago Sabaté y Carlos Gracia, (profesores de la Facultad de Biología en la UB e investigadores del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals – CREAF), estudiaron cual sería la evolución de los bosques de pino carrasco de aquí a 100 años, si el CO2 de la atmósfera y la temperatura siguen subiendo, y la lluvia bajando. Además de considerar otro factor: la profundidad del suelo, «ya que si el suelo es profundo puede almacenar más agua y hacer que los pinos puedan resistir mejor los periodos de sequía», explican los autores.
Para responder a esta cuestión, los autores usaron novedosos métodos de desagregación climática, así como el modelo de simulación forestal GOTILWA+, con el que han podido simular el crecimiento y desarrollo de estos bosques bajo distintas condiciones ambientales. En dichas simulaciones, los autores partieron de dos posibles escenarios futuros, escogiendo las previsiones más suaves y las más extremas del IPCC en cuanto a la magnitud del cambio climático para la Península Ibérica.
Hasta la primera mitad de siglo, este estudio concluye que para ambos escenarios las previsiones para los bosques de pino carrasco son de un incremento de la producción forestal ya que, según explican, la subida de temperaturas promedio y el aumento de CO2 en la atmósfera beneficiaría el crecimiento de los bosques de pino carrasco, los cuales se encontrarán con un periodo de crecimiento más largo y con mayor cantidad de dióxido de carbono por cantidad de agua expulsada, haciendo más eficiente el uso del agua, ya que con la misma cantidad producirán mayor cantidad de materia orgánica.
Incremento del riesgo de pérdida de hojas y muerte
Según las proyecciones de este estudio, hacia finales del siglo XXI, el crecimiento de los pinares en el escenario más drástico se verá contrarrestado por la falta de agua, ya que la lluvia podría llegar a reducirse hasta en un 15% en primavera y verano, mientras la demanda evaporativa se proyecta que incrementará debido al aumento de las temperaturas.
«Sin agua los pinos verán reducida su capacidad de crecer o de rellenar sus reservas de carbono, porque por mucho CO2 que haya en la atmósfera no lo podrán coger si el agua escasea», explican los autores.
El futuro que vaticina este estudio para estos árboles, con pocas reservas para resistir períodos de estrés y con un mayor gasto en la respiración de sus tejidos vivos debido al aumento de las temperaturas, está lleno de dificultades que ponen en riesgo su supervivencia ante sequías puntuales muy intensas, pudiendo incluso llegar a morir.
Para las previsiones más suaves, donde el descenso de la lluvia es de menos de un 2%, las proyecciones de este estudio para finales de siglo apuntan hacia un escenario positivo para los pinares, los cuales seguirán siendo más grandes, estarán más vestidos de hojas y con más reservas.
Sin embargo, de mantenerse en el tiempo dichas previsiones, ambos escenarios climáticos acabarán encontrándose de nuevo, ya que incluso en las previsiones más suaves el mantenimiento de las reservas necesarias para sostener los tejidos del árbol hará que los bosques de pino carrasco españoles aumenten su vulnerabilidad frente a sequías y olas de calor, incrementándose el riesgo de pérdida de hojas y muerte.
En este estudio destacan la importancia de añadir a los Inventarios Forestales Nacionales la profundidad del suelo, «un factor clave, que raras veces se encuentra en las bases de datos, y sin embargo es determinante a la hora de anticipar los impactos del cambio climático«. Conocer la profundidad del suelo de las parcelas permite, según apuntan en este estudio, establecer teorías que nos ayuden a entender mejor las vulnerabilidades de los bosques, a fin de señalar las zonas dónde la gestión forestal resultará más eficiente.
Actualmente este equipo de trabajo está realizando proyecciones para otras cinco especies arbóreas, partiendo de las previsiones climáticas del último informe IPCC y teniendo en cuenta el factor de la profundidad del suelo. Los resultados de estas investigaciones se harán públicos una vez procesados.