¿Por qué los fenómenos meteorológicos extremos no dejan de aumentar? El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) tiene claro el motivo qué volvió a señalar al cambio climático.

Por ende, también responsabilizó a los seres humanos, culpables del incremento de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que a su vez inciden en un aumento de la temperatura global, ahora lo demuestra el informe: “10 años, 10 fenómenos extremos: cómo el cambio climático golpea a España”.

El grupo de expertos alerta que, de no reducirse las emisiones de CO2 durante las próximas décadas, el aumento de las temperaturas a nivel mundial superará el umbral establecido en el Acuerdo de París. Como consecuencia, los fenómenos meteorológicos extremos continuarán proliferando, el hielo del Ártico disminuirá —por ejemplo, el de banquisas o glaciares—, el nivel del mar subirá y la pérdida de biodiversidad será inevitable.

Así resumía la situación Antonio Guterres, secretario general de la ONU: «Las campanas de alarma son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable», en España primero la DANA y después la ‘plaga’ de incendios forestales de 6ª generación son una ‘dolorosa’ pero quizá necesaria experiencia para ponernos manos a la obra.

Cómo el cambio climático ha intensificado los 10 peores eventos extremos en España

El cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una realidad que seguirá agravándose si los Gobiernos no actúan con urgencia y ambición. Así lo demuestra el informe de Greenpeace “10 años, 10 fenómenos extremos: cómo el cambio climático golpea a España”, realizado a partir de un estudio encargado a investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Con este estudio, lanzado en el ecuador de la COP30, la organización ecologista busca alertar sobre la urgencia de frenar mala la salud de las personas sin depender de ideologías ni ciclos políticos, y que además de estar apoyado en la mejor ciencia disponible, como la que proporciona este análisis de atribución, también lo esté en todos los conocimientos de la ciudadanía, a través de una participación real mediante procesos dnar el avance del cambio climático y adaptarnos a los cambios que ya se están produciendo, en una década crítica para la acción climática.

Basado en un estudio de investigadores de la Plataforma Temática Interdisciplinar para el clima y los servicios climáticos (PTI-CLIMA) del CSIC, el informe emplea un método de atribución de eventos extremos para determinar la influencia del cambio climático en diez de los peores eventos extremos ocurridos entre 2015 y 2025: tres olas de calor, tres sequías repentinas, dos episodios de incendios, una ola de frío y una DANA.

Para ello, compara cómo sucedieron en la realidad estos eventos con cómo hubieran ocurrido en un mundo alternativo donde el calentamiento global fuese menor o inexistente.

Una de las principales conclusiones del estudio es que la mayoría de los eventos más intensos han sucedido en los últimos cinco años, lo que sigue confirmando la tendencia observada por la ciencia hacia la intensificación de estos fenómenos y la aceleración del cambio climático.

Otro resultado destacado es que muchos de los eventos analizados están interrelacionados y suceden de forma simultánea: olas de calor que agravan sequías y disparan incendios, o lluvias torrenciales tras periodos de sequedad extrema que multiplican el riesgo de erosión e inundaciones. Esta tendencia, como indica el IPCC, seguirá aumentando en el área mediterránea.

Olas de calor: temperaturas hasta 2,2 °C más altas por el calentamiento global

Con respecto a las olas de calor, el estudio revela que las de 2022, 2023 y 2025 registraron temperaturas medias entre 1,3 y 2,2 °C superiores a las que se habrían producido en un clima sin calentamiento global, duplicando o triplicando el territorio afectado por calor extremo.

Sequías repentinas: hasta un 25 % más intensas y extendidas

Por su parte, las sequías repentinas de 2022 y 2023, que afectaron hasta un tercio del territorio nacional, mostraron déficits hídricos hasta un 20-25 % mayores que en el pasado y un 25 % más de superficie afectada.En el caso de los incendios forestales de 6ª generación, el estudio revela que los de 2022 y 2025 situaron a una cuarta parte más del país en situación de riesgo crítico. Además, estuvieron estrechamente asociados a unas condiciones de calor y sequedad extremas, con incrementos del riesgo meteorológico de incendios superiores al 15-20 % atribuidos al cambio climático.

La DANA de 2024 fue un 20 % más intensa por el calentamiento global

La DANA vivida en octubre de 2024 es otro de los eventos analizados: su intensidad aumentó hasta un 20 % debido al cambio climático y el área con precipitación muy intensa creció un 10 % en comparación con un periodo preindustrial, es decir, sin calentamiento global.

Tras el impacto de la DANA el año pasado, 2025 ha estado marcado en España por intensas olas de calor y el peor episodio de incendios de los últimos 30 años. Este informe nos vuelve a recordar que la huella del cambio climático será cada vez más destructiva si no actuamos. Exigimos al Gobierno de España que asuma un mayor liderazgo en esta COP y reduzca sus emisiones tres veces más rápido para evitar los peores escenarios de la crisis climática y salvar vidas”, ha declarado Pedro Zorrilla Miras, responsable de Cambio Climático y delegado de Greenpeace España y Portugal en la COP 30.

Más de 23.000 millones en daños y 5.000 muertes en una década

El informe también pone de manifiesto cómo el cambio climático eleva los costes humanos y económicos de los eventos meteorológicos extremos. En el caso de los eventos analizados, se estima que fallecieron cerca de 5.000 personas y unas 370.000 se vieron afectadas. Los costes económicos ascienden a 23.000 millones de euros, una cifra conservadora ya que se han incluido las cifras oficiales y costes publicados por el sector asegurador para los activos y bienes cubiertos, pero no se incluyen los costes no asegurados u otros sectores e impactos indirectos no cuantificados.

Según las proyecciones de la comunidad científica, si continúa la tendencia actual de emisiones y uso de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), el clima de España se dirige hacia un aumento de las temperaturas, mayor aridez, sequías más severas, lluvias extremas más intensas y mayor riesgo de incendios forestales.

Con los compromisos actuales, el mundo experimentará un calentamiento de 2,3 a 2,5 ºC, lo que tendría unas consecuencias aún más dramáticas de las que ya se están viviendo. Greenpeace demanda una acción climática urgente y ambiciosa, a la escala necesaria, aumentando los objetivos para poder limitar el calentamiento global a 1,5 ºC tal como marca el Acuerdo de París y frenar el cambio climático.

Para ello, es fundamental acelerar la reducción de emisiones y el abandono de los combustibles fósiles y aplicar una fiscalidad justa que grave a la industria fósil, a otros grandes contaminadores y a multimillonarios para financiar las políticas climáticas.

Adaptación urgente para proteger vidas, ecosistemas y servicios esenciales

Ante los cambios que ya se están evidenciando en los eventos meteorológicos extremos es necesario también avanzar en una adaptación climática que reduzca la exposición al riesgo y la vulnerabilidad ante olas de calor, sequías, incendios y precipitaciones extremas.

No podemos esperar a que el número de víctimas y los daños de la crisis climática sigan aumentando para actuar. Es urgente que se tomen medidas de adaptación transversales, locales y participadas que protejan a la población más vulnerable, reduzcan la exposición al riesgo de personas y servicios esenciales y usen la biodiversidad como aliada, de forma que seamos una sociedad y un territorio no solo más resiliente, sino también más justo y habitable” ha declarado Elvira Jiménez Navarro, responsable de adaptación al cambio climático de Greenpeace España.

Exigen un Pacto de Estado climático que vaya más allá de la emergencia

Finalmente, es urgente y necesario que el Pacto de Estado ante la emergencia climática, actualmente en proceso, vaya más allá de la emergencia y abarque la crisis ecosocial, que reconozca que la crisis climática es un problema más profundo consecuencia de un modelo de producción que agota los recursos, que proteja la naturaleza y la salud de las personas sin depender de ideologías ni ciclos políticos, y que además de estar apoyado en la mejor ciencia disponible, como la que proporciona este análisis de atribución, también lo esté en todos los conocimientos de la ciudadanía, a través de una participación real mediante procesos de democracia participativa. Seguir leyendo en ECOticias.com