Las islas del Pacífico representan apenas el 0,02% de las emisiones globales, pero están expuestas de manera única a las consecuencias del calentamiento global, puesto que son muy bajas. El 90% de su población vive a menos de cinco kilómetros de la costa y la mitad de su infraestructura está a 500 metros del mar.
Dos amenazas ponen en riesgo a las islas del Pacífico: el acelerado aumento del nivel del mar y el calentamiento de los océanos. Aunque son dos tendencias globales, golpean más duramente en esta zona del planeta que podrían desaparecer en pocos años.
Esta es una crisis creada enteramente por la humanidad y el futuro del mundo depende de las decisiones que se tomen para frenarla, puesto que la sobrevivencia de estos países y de sus ciudadanos, depende de una acción mundial para reducir las emisiones.
Muchas islas de Pacífico desaparecerán
«Apenas se nos ve en el mapa. Cada isla es tan pequeña que parece un punto». Es el relato de Finau Sobo, procedente de Fiyi, sobre las islas del pacífico y el «riesgo» al que se enfrentan por la subida del nivel del mar provocada por el cambio climático. Ha recorrido un largo trayecto hasta Sevilla, un viaje de unas 48 horas que realizó con el firme propósito de exponer la realidad y buscar financiación para salvar el lugar en el que nació.
La población de estas islas, situadas a muy pocos metros sobre el nivel del mar, vive cerca de las playas. «Es maravilloso, un lujo, pero también un riesgo porque el mar se está llevando la zona costera y nuestra vulnerabilidad es real«, relata a RTVE.es desde la Cumbre la Financiación al Desarrollo (FFD4) en la que ha buscado apoyos para Pacific Resilience Facility (PRF), la organización que dirige, que presta apoyo a las comunidades más vulnerables de las islas del Pacífico.
«Nuestros líderes llevan casi una década pidiendo dinero para nuestras comunidades a los Fondos Mundiales para el Clima, pero sólo se ocupan de grandes proyectos, y además tardan tanto… demasiado complejo, demasiado lento y demasiado poco«, lamenta Sobo. «Es una amenaza existencial para nosotros. Para 2050 el nivel del mar subirá más allá de algunas de nuestras islas bajas. Ya no estarán allí», añade. Para entonces habrá que reubicar a esas personas que se queden sin hogar.
Fiyi es uno de los llamados Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés), una lista de 39 países entre los que se encuentran otras islas del Pacífico como las Islas Marshall, Kiribati, Tonga o Papúa Nueva Guinea, de donde es Leanne Jorari, que también ha viajado a Sevilla para asistir a la FFD4. «Somos muy vulnerables al cambio climático. Uno de nuestros miembros, Tuvalu, está en riesgo de perder sus islas por completo y su población puede convertirse en los primeros refugiados climáticos», sostiene. «Nuestros países se van a hundir y la gente va a perder su isla y sus casas por el cambio climático«, asegura.
El cambio climático de origen antropogénico es responsable del desastre
Estas islas están entre las regiones más propensas a desastres del mundo. Pese a que son de los territorios que menos contribuyen al cambio climático, son de los que más sufren sus efectos. Aisladas por vastas extensiones de océano, son más propensas a fenómenos meteorológicos y ven cómo su territorio se hunde ante la subida del nivel del mar sin un lugar al que ir.
En los SIDS «no hay dinero suficiente para la adaptación», explica a RTVE.es James Ellsmoor, CEO de Island Innovation, que señala que todos estos Estados insulares «van a pagar miles de millones en las próximas décadas para adaptarse al cambio climático». Construcción de diques, traslado de pueblos y ciudades o diversos cambios en el suministro de agua para hacer uso de energías renovables. «Una cantidad ingente de dinero que tendrán que pagar por causas ajenas a ellos», asegura.
Además, dice, algunos de estos países no acceden a los fondos necesarios por no estar considerados «lo suficientemente pobres». Esa, menciona Ellsmoor, es su «principal debilidad» y, «por desgracia, actualmente hay una disminución de la ayuda a nivel mundial en el momento en que estos países realmente necesitaban».
El aumento del nivel del mar desplaza a la población
Muchas de las comunidades de todas estas islas viven frente al mar y dependen de él. «Ya está sucediendo. Se están teniendo que desplazar internamente en sus islas, en sus países, a otros lugares que son más seguros«, explica a RTVE.es el director adjunto del Equipo Global de la ONU para el Fondo Mundial para los Arrecifes de Coral (GFCR), Yabenex Batista.
Los traslados forzados, lamenta Soqo, conllevan la pérdida del importantísimo componente cultural. «Tenemos que mudarnos, pero nuestra cultura e identidad viene de la tierra donde nos criamos, donde están enterrados nuestros abuelos. Hayuna conexión emocional, igual que en cualquier otra parte del mundo», relata. «Pero, como somos países pequeños, muy pequeños, no hay otro lugar al que ir. Ese es el dilema«, subraya.
Además de la pérdida de territorio, el aumento del nivel del mar tiene un impacto determinante en los acuíferos, de donde muchas islas obtienen sus recursos hídricos para beber o para cocinar. «Hay intrusión de aguas salinas, entonces ese agua deja de ser potable y de estar disponible para el uso humano […] Afecta la seguridad hídrica del país y de las comunidades que dependen directamente de ella», expone Batista.
Otro de los efectos, señala, tiene que ver con el impacto del blanqueamiento de los corales que rodean a estas islas a causa del aumento de la temperatura global. «Tienen una simbiosis con ciertos tipos de algas marinas y, cuando las temperaturas son muy altas, estas algas se van y los corales se van blanqueando y pierden su capacidad de generar alimento y, por lo tanto, de atraer la fauna marina que hace de este ecosistema algo tan rico», explica el experto.
El turismo y la pesca son la base económica de estas islas
Esto último tiene un impacto directo en el turismo, uno de los principales sustentos económicos de estas islas. La mayoría de ellas dependen o bien de los visitantes que llegan a ellas, o de la actividad pesquera, también afectada por el cambio climático. «Si solo dependes de una industria, significa que eres muy vulnerable, como la COVID-19 demostró», señala Ellsmoor.
El turismo, menciona Batista, es una parte muy importante en las economías, pero hay que trabajar para que sea sostenible y tome en cuenta el hecho de que ese turismo depende de un capital natural que tiene que mantenerse ahí para poder seguir dando frutos económicos», sostiene. Sobre la pesca, asegura que el impacto de fenómenos atmosféricos impactan de lleno en este sector por los daños ocasionados en el material de trabajo.
Las comunidades costeras no son las que están poniendo la mayor presión sobre los recursos pesqueros, expone el experto, «son las grandes industrias, pero a veces ocurre que el paso de huracanes o tifones hace que esos pescadores artesanales pierdan su flota y salgan a pescar en aguas más cercanas a los corales«, explica. Eso aumenta la presión sobre el arrecife, y un arrecife que no tiene una población de peces saludable no funciona como debería.
«Nosotros creamos instrumentos económicos que ayuden a estos pescadores a restablecer su flota de pesca y a que sea un éxito que vaya acorde con sus medios de vida, con su cultura y que sea aún más sostenible«, dice. Menciona entre los proyectos del Fondo para el desarrollo de la capitalización (UNCDF en sus siglas en inglés), un banco comercial local que apoya con financiación el desarrollo de negocios liderados por mujeres de comunidades costeras.
Es necesario anticiparse a los desastres
Muchas de esas pequeñas islas, dice Dann Diez, tienen problemas de acceso al agua, a la energía o de conectividad y usan pequeñas embarcaciones de las que dependen para desplazarse de una a otra. «Si la tempestad golpea, nadie puede ir hasta allí. Hay que tomar medidas anticipatorias para responder a los desastres, y sobre los sistemas de alerta temprana a la población es importante la tecnología para pedir la evacuación de zonas de riesgo«, exige Diez.
Batista insiste en que estos territorios ya están sintiendo los efectos del cambio climático. «No es algo de mañana, es algo de ayer, no es algo a lo que tenemos que esperar», subraya, al tiempo que incide en la importancia de continuar la agenda de acción para intentan mitigar las consecuencias lo máximo posible.
«El mundo funciona de tal manera que lo que hagamos en Filipinas afecta a todo el mundo», asegura Diez. Su país, dice, «es de los que menos contamina en términos de emisiones de carbono, pero es el que más sufre los efectos de estos fenómenos meteorológicos extremos». Por eso, concluye, cuando se habla de financiación para estas islas, «no se trata de pedir caridad, sino de justicia climática». ECOticias.com