La COP30 ha dado un vuelco hacia los pueblos indígenas que ha sorprendido gratamente, puesto que por primera vez se los ha tomado en cuenta en las negociaciones que tienen que ver con sus tierras ancestrales.
Seguramente sea porque esta COP30 se celebra a las puertas de la Amazonía el mayor pulmón terrestre del mundo y porque desde un primer momento el país anfitrión hablo de los pueblos indígenas como los guardianes de la selva.
Pero estos pueblos también sufren los embates del cambio climático en forma de inundaciones, sequías, cambios en los patrones de comportamiento de la biodiversidad de la que dependen, olas de calor y muchos otros factores más.
COP30: los pueblos indígenas exigen el reconocimiento que el sistema climático les ha negado
Suman solo el 5 % de la población mundial, pero en sus manos está el 80 % de la biodiversidad terrestre en un 40% de las áreas protegidas y paisajes ecológicamente intactos. Pese a ello, reciben menos del 1 % de los fondos internacionales para el clima. Son los pueblos indígenas y es obvio que no forman parte del mundo favorecido; apenas contribuyen al cambio climático, pero sufren especialmente sus efectos.
En la Amazonia brasileña, la cumbre del clima COP30 (de las siglas en inglés de Conferencia de las Partes) se ha presentado como la encrucijada para situar a estos pueblos en el foco que merecen y reconocerles la debida justicia climática.
La estrecha convivencia con su entorno natural explica por qué el cambio climático castiga en mayor medida a los pueblos indígenas
“La relación entre el pueblo y la tierra está en el corazón de nuestra identidad y de nuestro modo de vida”, dice Rowan Foley, miembro del clan Wondunna del pueblo Badtjala de la isla australiana de K’gari. Foley es fundador y director de la Aboriginal Carbon Foundation (AbCF), una ONG que promueve la gestión tradicional indígena de las tierras y de los créditos de carbono que generan.
Como indígena, Foley conoce estos efectos de primera mano. El desbaratamiento de los ciclos naturales tradicionales afecta a las actividades que dependen de ellos, como la caza o la pesca, fuentes de alimento; pero también se extiende al agua y las infraestructuras, a las prácticas culturales, la salud y el bienestar.
Las estaciones húmedas llegan más tarde y son menos predecibles, mientras que aumentan la intensidad y la frecuencia de las inundaciones.
Guardianes de la biodiversidad: comunidades que protegen el planeta sin apoyo internacional
El caso de Foley y su pueblo de origen es un ejemplo de entre otras muchas comunidades indígenas que se enfrentan a diversas amenazas a su supervivencia a causa del cambio climático. En el Amazonas, la sequía alimenta los incendios que destruyen la selva.
“En climas fríos, los pueblos indígenas están perdiendo hielos que están profundamente conectados con su modo de vida”, cuenta la científica climática Astrid Caldas, de la Unión de Científicos Conscientes, que investiga la adaptación de las comunidades al cambio climático.
La extracción de petróleo u otras explotaciones contribuyen al aumento de las emisiones e imponen violencia y presión migratoria sobre las comunidades locales
Caldas enumera diversos impactos que afectan a los pueblos indígenas: directos, como la pérdida de tierra, especies, ecosistemas y otros recursos naturales; indirectos, como el cambio en los usos de la tierra por extracción de petróleo u otras explotaciones que contribuyen al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero e imponen violencia y presión migratoria sobre las comunidades locales.
Victoria Reyes García, antropóloga ecológica de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha estudiado cómo unos 50 pueblos indígenas perciben los efectos del cambio climático y sus interacciones con su modo de vida, sus recursos, su cultura y su territorio.
“Para los pueblos indígenas amazónicos, el cambio climático no es abstracto; se manifiesta en el río que no se comporta como antes, en el pez que ya no llega, y en la imposibilidad de transmitir el conocimiento ancestral a las nuevas generaciones”, comenta.
Comunidades indígenas de la cuenca amazónica han organizado una flotilla para recorrer 3 000 kilómetros de aguas fluviales hasta la ciudad brasileña de Belém
“Los conocimientos basados en la observación del cielo, el viento, las lluvias y el comportamiento de los peces ya no permiten predecir con la misma precisión cuándo y dónde pescar”, explica Reyes García. Arriba, en los altiplanos andinos, la reducción de los humedales afecta al pastoreo y al cultivo.
La preocupación por estas amenazas ha llevado a comunidades indígenas de la cuenca amazónica a organizar una flotilla para recorrer 3 000 kilómetros de aguas fluviales hasta la ciudad brasileña de Belém, en la desembocadura del Amazonas, donde se celebra la trigésima conferencia de cambio climático de Naciones Unidas.
Menos del 1 % de los fondos climáticos: la brecha financiera que la COP30 no puede ignorar
La COP30 tiene como grandes objetivos principales avanzar en las medidas prioritarias para limitar el calentamiento global a 1,5 grados —sobre todo el abandono de los combustibles fósiles anunciado por primera vez en la COP28 de Dubái en 2023— y en los compromisos financieros ya contraídos, además de presentar los nuevos planes de acción nacionales.
Frente a los 350 representantes indígenas que participaron en la COP28 de Dubái, Belém acoge a unos 3 000, un millar de ellos en la Zona Azul de las negociaciones oficiales. Pero hay algo nuevo, un espíritu inédito respecto a ediciones anteriores, o al menos esa es la intención: se la ha llamado “la COP de los pueblos indígenas”.
El pasado abril, con anticipación a la cumbre, la presidencia brasileña de la COP30 y el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático del país anfitrión lanzaron en Brasilia el Círculo de los Pueblos Indígenas, que busca “establecer un vínculo directo entre la presidencia de la COP y los pueblos indígenas”, según declaró Ana Toni, directora ejecutiva de la COP30.
Al mismo tiempo se creó la Comisión Internacional Indígena, liderada por el Ministerio de los Pueblos Indígenas y que reúne a organizaciones nativas brasileñas e internacionales.
El gobierno brasileño declaró que pretende situar a las poblaciones indígenas, los “guardianes de la biodiversidad”, en el centro de las negociaciones y las decisiones de la COP30. Frente a los 350 representantes indígenas que participaron en la COP28 de Dubái, Belém acoge a unos 3000, un millar de ellos en la Zona Azul de las negociaciones oficiales.
El saber ancestral como herramienta climática: gestión indígena para proteger ecosistemas
También en el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, un nuevo mecanismo de financiación para la conservación y restauración de selvas tropicales ideado en la COP28 y que se lanza oficialmente en la COP30, la propuesta brasileña es que el 20 % de los fondos se reserve específicamente para las comunidades indígenas, frente a menos del 1 % que han recibido hasta ahora de los recursos destinados al cambio climático.
Los indígenas han gestionado la tierra y los ecosistemas de forma sostenible durante decenas de miles de años
Todo ello se resume en un clamor: es el momento de los pueblos indígenas. Poner fin a su marginación, reconocer sus derechos, aumentar su financiación y su participación en la gobernanza.
Reyes García habla de un “cambio de enfoque: pasar de considerarlos únicamente como víctimas del cambio climático a reconocerlos como actores clave en la protección de los bosques y del clima global, gracias a sus conocimientos, prácticas territoriales y formas de organización”.
Son expertos en conservación, como subraya Foley: “Han gestionado la tierra y los ecosistemas de forma sostenible durante decenas de miles de años”.
Hay motivos para el escepticismo; la COP30 es un espacio dominado por Estados y por intereses económicos, especialmente del sector energético.
Pero ¿se materializará todo este impulso en el tan deseado cambio de enfoque? “Demasiado a menudo, nuestras voces se incluyen de forma más simbólica que estructural”, se lamenta Foley. Los patrocinios de las petroleras son muy visibles, y el carácter elitista de estas cumbres se refleja en detalles como los precios desorbitados que alcanzan los alojamientos.
Justicia climática en la COP30: una deuda histórica con quienes menos contaminan
Más razones para el escepticismo: incluso ciertas acciones por el clima perjudican a las comunidades indígenas más que favorecerlas. Esta minería contamina el territorio y desplaza a las comunidades locales. “Un líder indígena comentaba que el mayor impacto del cambio climático en sus territorios es que ahora quieren quitárselos para instalar energías renovables”, apunta Reyes García.
La transición energética requiere materiales como las tierras raras que con frecuencia se extraen en zonas habitadas por poblaciones nativas
Pese a todo, los expertos confían en que la COP30 proporcione avances reales. “Tengo esperanzas, por el significado de que se celebre en la Amazonia, el papel relevante de los pueblos indígenas en proteger el territorio, las demandas de la sociedad civil y los organismos de Naciones Unidas, y por el empuje del gobierno brasileño por el reconocimiento de los derechos indígenas”, dice Caldas.
Foley y su fundación presentan una Alianza por la Integridad Climática, confiando en que de la cumbre surjan soluciones tangibles.
Para Reyes García, solo habrá cambio real si la charla se traduce en mecanismos concretos, especialmente en la financiación directa y la participación vinculante en la toma de decisiones. “Sin tierra y sin voz para los pueblos indígenas, no puede haber una transición climática justa”, concluye.
Si bien existen fundadas razones para ser escépticos a la hora de esperar que las naciones ricas se ocupen de la financiación climática para las menos desfavorecidas, al menos en esta ocasión, a los pueblos indígenas se les escucha claro y alto.
Los expertos todavía conservan las esperanzas de que en la COP30 se consigan acuerdos que sean beneficiosos para los pueblos indígenas y que les permitan paliar los efectos del cambio climático, del que muy poca responsabilidad tienen, pero cuyos efectos les resultan nefastos. Seguir leyendo en ECOticias.com















