Vivir cerca de un aeropuerto provoca enfermedades a 8 millones de españoles: un nuevo estudio de Transport & Environment (T&E) advierte que miles de casos de hipertensión, diabetes y demencia en España y Europa pueden estar relacionados con las partículas ultrafinas (UFP) que emiten los aviones.
El informe analiza el estado de salud de ocho millones de personas que viven en un radio de 20 kilómetros de los cuatro aeropuertos españoles más transitados. Las partículas ultrafinas (UFP) son aproximadamente 1.000 veces más pequeñas que un cabello humano y son especialmente preocupantes porque penetran profundamente en el cuerpo humano y se han encontrado en la sangre, el cerebro y la placenta.
Reducir el tráfico aéreo y sustituir el combustible por uno más “limpio”, dos medidas imprescindibles para mejorar la salud de esta población, a menudo la más empobrecida y vulnerable.
La exposición a partículas ultrafinas (UFP) está relacionada con el desarrollo de afecciones graves y a largo plazo, con problemas respiratorios, cardiovasculares y problemas en el embarazo. Esto es lo que se desprende de un estudio realizado en 32 aeropuertos de toda Europa, entre los que se encuentran cuatro aeropuertos españoles: Adolfo Suárez de Madrid, el Prat de Barcelona, Palma de Mallorca y la Costa del Sol de Málaga.
En España existen ocho millones de personas —alrededor del 16 % de la población total— que viven en un radio de 20 kilómetros de los cuatro aeropuertos más transitados del país y están especialmente expuestas a las partículas ultrafinas (UFP) de la aviación, según revela el nuevo estudio de Transport & Environment (T&E).
Solo en Madrid hay 3,8 millones de personas afectadas. Por su parte, en torno al aeropuerto de Barcelona son 2,7 millones de personas las afectadas por la actividad del aeropuerto, por 896.000 de Málaga y 557.000 de Palma de Mallorca. Europa, 52 millones de personas se ven afectadas por los 32 aeropuertos más transitados.
280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en Europa pueden estar asociadas a la exposición a las partículas ultrafinas (UFP), según esta nueva investigación. El estudio extrapola los casos notificados de estas enfermedades en los alrededores del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y ofrece la primera estimación de los efectos sobre la salud relacionados con las partículas ultrafinas (UFP) de la aviación en Europa.
Si se tienen en cuenta los aeropuertos estudiados en España, el transporte aéreo sería el causante de 52.205 casos de hipertensión, 64.918 de diabetes y 5.339 de demencia. Unos guarismos que sitúan a España a la cabeza de todos los países estudiados en lo que se refiere a hipertensión y demencia.
A pesar de todo ello, hasta la fecha, no existe ninguna normativa sobre los niveles seguros de las partículas ultrafinas (UFP) en el aire a pesar de que la OMS advirtió hace más de 15 años de que se trataba de un contaminante de preocupación emergente.
Reducir número de vuelos y cambiar el combustible para evitar el aumento de las partículas ultrafinas (UFP)
Las partículas ultrafinas (UFP) de los aviones se emiten a gran altitud, pero también en el despegue y el aterrizaje, lo que significa que las personas residentes cerca de los aeropuertos se ven especialmente afectadas.
Quienes viven en un radio de cinco kilómetros de un aeropuerto respiran un aire que contiene, de media, entre 3.000 y 10.000 partículas ultrafinas por cm3 emitidas por los aviones. En muchas ciudades, existe una correlación entre las personas que viven cerca de un aeropuerto y los ingresos más bajos. Esto demuestra, una vez más, que las personas más vulnerables son las más afectadas por la contaminación atmosférica.
Según el estudio de Transport & Environment (T&E), el uso de combustible de «mejor calidad» puede reducir las partículas ultrafinas (UFP) hasta en un 70 %. La cantidad de partículas ultrafinas (UFP) emitidas por los aviones depende en gran medida de la composición del combustible. Cuanto más limpio es el combustible de aviación, menos contaminación genera al quemarse. La limpieza de este combustible se realiza mediante un proceso llamado hidrotratamiento. Se utiliza desde hace décadas para eliminar el azufre de los combustibles para coches y barcos y puede costar menos de cinco céntimos por litro de combustible. Pero nunca se ha mejorado el combustible de los aviones, a pesar de que puede reducir considerablemente la contaminación atmosférica en los alrededores de los aeropuertos.
Otras medidas para reducir las partículas ultrafinas (UFP) y mejorar la calidad del aire son la reducción del tráfico aéreo y del crecimiento exponencial de la aviación, así como el uso de tecnologías más limpias, como los combustibles de aviación sostenibles (SAF) y los aviones de emisiones cero, que emiten muchos menos contaminantes.
Las partículas ultrafinas (UFP) forman parte de las llamadas «emisiones de no CO₂» de los aviones, que incluyen muchos otros contaminantes tóxicos, tanto gases como partículas ultrafinas (UFP), como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre. Aunque estos contaminantes no entran en el ámbito del estudio, también tienen efectos conocidos sobre la salud que se suman a los descritos anteriormente. Estas emisiones también tienen un efecto nocivo sobre el clima, lo que hace que la contribución de la aviación al calentamiento global sea, al menos, el doble de perjudicial de lo que comúnmente se piensa.
Por ejemplo, la formación de estelas de condensación – las líneas blancas que surcan el cielo detrás de los aviones, con un importante efecto de calentamiento global – también está relacionada con las emisiones de las partículas ultrafinas (UFP). Para las organizaciones ambientales, reducir las emisiones de estas partículas ultrafinas (UFP) mediante un combustible de mejor calidad no solo sería beneficioso para la población que vive cerca de los aeropuertos, sino también para el planeta.