La moda insostenible, es más conocida como moda rápida o moda flash y puede producir en el mundo unas 80.000 millones de prendas que están hechas para ‘usar y tirar’. Hay 50 microtemporadas al año, eso implica que muchas empresas ponen nuevos productos cada semana en sus escaparates.
Se fabrica en Asia con condiciones laborales dudosas (en Bangladesh, tercer productor mundial de textil, los trabajadores llevan ya varias jornadas de huelga pidiendo mejoras en su salario, que es de menos de 100 euros al mes); contaminan en su producción con gases de efecto invernadero y consumo de agua. Y estos productos de la moda insostenible tras un breve uso, acaban en vertederos como el del desierto de Atacama.
La Moda insostenible y el Desierto de Atacama
Desde el espacio se puede ver, al lado de la comunidad de Alto Hospicio, en el desierto de Atacama, una mancha. Es un enorme vertedero ilegal de la moda insostenible. Con los años, esas dunas no han hecho, sino crecer lo mismo que el consumo de ropa en Europa, Estados Unidos o China, lugares de origen de esa basura.
El emplazamiento de este basural no es casual. A tan solo 20 kilómetros se encuentra el puerto de Iquique, una zona franca, libre de impuestos. Por ahí, el año pasado entraron 126.000 toneladas de ropa, convirtiendo a Chile en el principal importador de ropa de segunda mano de América Latina, cuarto del mundo.
Esas prendas de moda insostenible, como la camiseta que hoy hubieramos podido comprar por un euro, son de baja calidad. Fabricadas en poliéster, nylon o lycra, que contienen plásticos que tardan décadas en descomponerse. Eso a través de las aguas subterráneas acaba en los océanos y, por ejemplo, en la sal de mesa. Desde Alto Hospicio se puede oler a plástico quemado que es como huele cuando se quema ropa sintética que queda lejos de la moda sostenible. El problema es que la gente se acostumbró y lo ve como normal.
Se toma la decisión de quemar cuando el basural adquiere grandes dimensiones. Eso hace que el desastre ambiental que genera la moda insostenible sea aún mayor, pero además afecta a la salud de todos los que respiran esos humos, que ahonda en la necesidad de la educación para que la gente sea consciente del problema.
Lo que recomienda Naciones Unidas, en un marco más amplio, es que solo ingrese en el país la ropa que pueda tener una segunda vida. Para eso, hace falta una regulación más estricta. La solución pasa por un cambio de modelo: que la producción sea menor, pero de mayor calidad para que se pueda reciclar o reutilizar; que las empresas y los gobiernos fomenten una verdadera economía circular.
La moda rápida es, según la ONU, la segunda más contaminante del mundo solo por detrás de la petrolera. Ponen un ejemplo: fabricar unos vaqueros requiere 7500 litros de agua dulce, el equivalente al consumo de una persona en siete años. En cifras globales, al año, supone el 20% del consumo global de agua potable y el 10% de las emisiones de efecto invernadero.