La pantalla táctil de tu teléfono móvil, tubos fluorescentes, los componentes de un vehículo eléctrico y gran cantidad de los dispositivos tecnológicos que manejamos necesitan para su correcto funcionamiento unos elementos químicos con una denominación peculiar: las tierras raras. No deja de ser curioso que, a pesar de tener ese nombre, cada vez están más presentes y sean “menos raras”.
Ni son tierras ni son raras. Bajo esta denominación se agrupan una serie de elementos químicos que encontramos en el medio natural y que se caracterizan por tener propiedades similares entre sí y por ser, en su mayoría, escasos en la corteza terrestre.
Hay 17 tierras raras: lantano (La), cerio (Ce), praseodimio (Pr), neodimio (Nd), prometio (Pm), samario (Sm), europio (Eu), gadolinio (Gd), terbio (Tb), disprosio (Dy), holmio (Ho), erbio (Er), tulio (Tm), iterbio (Yb), lutecio (Lu), escandio (Sc) e itrio (Y).
Tierras raras: lo más codiciado del siglo XXI
El anuncio se hizo a fines de marzo, cuando el viceministro de Minerales Tecnológicos y Desarrollo Productivo Minero Metalúrgico, Ismael Rodríguez, informó que Bolivia negocia un acuerdo con la República Islámica de Irán para la exploración y explotación de tierras raras en el territorio boliviano.
Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos considerados estratégicos en el proceso de transición energética debido a que son indispensables para la fabricación de dispositivos electrónicos, imanes para turbinas eólicas, vehículos eléctricos, así como armas de alto rendimiento, entre otros muchos usos.
Un ejemplo es el color en las pantallas de los celulares que no sería posible sin algunas de las denominadas tierras raras. Según el viceministro Rodríguez, en Bolivia hay dos lugares donde se desarrollarían los proyectos para explotar tierras raras. Uno de ellos se encuentra en Ayopaya, en el departamento de Cochabamba, donde según el Gobierno, existen 16 000 hectáreas de terreno para explorar y explotar.
El otro corresponde al Cerro Manomó, en el departamento de Santa Cruz, con 12 000 hectáreas para explotar, de acuerdo con información oficial a la que hizo referencia el viceministro. Entre los elementos que se han encontrado en suelo boliviano están el lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, terbio y gadolinio, entre otros.
El anuncio de Rodríguez ha despertado dudas y cuestionamientos. Por un lado están los impactos ambientales que puede ocasionar la explotación de estos elementos; por otro lado la transparencia y factibilidad de la propuesta. Además, surge la pregunta de por qué Irán se ha acercado nuevamente a Bolivia como socio estratégico.
¿Qué pasará con el medio ambiente?
“El yacimiento más importante está en el Cerro Manomó, en Santa Cruz, en medio de la selva amazónica. Entonces, se podría destruir un hábitat muy frágil. Ese es el principal problema, porque la concentración de tierras raras no es muy alta”, señala el experto en minería Héctor Córdova, de la Fundación Jubileo.
“Se tendría que movilizar una gran cantidad de material del suelo para obtener muy poca cantidad de estos elementos. Y hacer eso en la selva es verdaderamente dañino”, agrega.
Córdova también menciona que para procesar todos estos elementos se utilizan diversos reactivos químicos que pueden generar desechos tóxicos. “En medio de la selva eso me parece muy grave”. Adicionalmente, Córdova considera que de concretarse la propuesta, “seguramente sería una mina a cielo abierto”, lo que ocasionaría que “se destruya el entorno”.
Para tener una idea de la cantidad de tierra que se tendría que remover para extraer los elementos químicos, Córdova pone como ejemplo la explotación del zinc en la mina San Cristóbal.
En ese caso, señala el experto, se remueven cada día 150 000 toneladas de tierra para obtener 1000 toneladas del concentrado de zinc. “Es gigantesco, y eso que el zinc está en una buena proporción, en cambio, las tierras raras están en una proporción mucho menor.
Mucha tierra para obtener poco mineral
Habría que mover cantidades gigantescas de material para extraer lo que se requiere y hacer comercial la operación”. Córdova señala, además, que hasta ahora, la prospección para determinar la cantidad de tierras raras que hay tanto en el Cerro Manomó como en Ayopaya, en Cochabamba, ha sido superficial.
Miguel Vargas, director ejecutivo del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis) también menciona las consecuencias que ocasionaría la explotación del Cerro Manomó. “Estos proyectos van a afectar de manera indirecta y, en alguna medida, también directa, a tres territorios indígenas: Bajo Paraguá, Monteverde y Lomerío. Son territorios que están en la Chiquitanía”.
Según Vargas, uno de los problemas es la falta de información sobre la forma en que se realizan los procesos de prospección y explica que de acuerdo a la actual ley de minería, para la prospección no se requiere un proceso de consulta previa, sino solo el permiso de la autoridad minera.
“El hecho de que las comunidades, al momento de iniciar las actividades de prospección, no conozcan las características, los posibles daños y afectaciones que podría dejar este proyecto, no es un problema menor”. Vargas comenta también que los trabajos de prospección seguramente “significará el movimiento de grandes cantidades detierra y una posible deforestación”.
Además, manifiesta su preocupación porque las comunidades corren el riesgo de perder sus medios de producción y podrían afectarse las fuentes de agua. “En la zona de la Chiquitania donde están estos proyectos, existe un estrés hídrico muy importante”.
Explica que, así como está ocurriendo en los ríos de la Amazonía, la Chiquitania, al ser una área en la que hay riqueza mineral importante, principalmente oro y ahora, tierras raras, está enfrentando la presencia de grandes cantidades de mineros, principalmente nucleados en cooperativistas. Pero las comunidades no tienen certeza de si las actividades de prospección o de explotación ya se están desarrollando, pues no existe información, asegura Vargas.
Conflicto de intereses entre China y EEUU
En los últimos días, las llamadas tierras raras se han ubicado en el centro de la disputa comercial entre Estados Unidos y China. En la guerra de aranceles que se ha desatado entre ambos países, China decidió restringir la exportación de estas tierras raras a Estados Unidos.
Desde que Donald Trump llegó al poder ha sido evidente su interés por un mayor acceso a estos elementos. Prueba de ello es su objetivo de asumir el control de Groenlandia, territorio danés con grandes depósitos de tierras raras.
Hasta ahora el principal país que procesa estos elementos es China, que posee por lo menos la tercera parte de las reservas conocidas de tierras raras que tiene el planeta, además del 60 % de la extracción y de más del 80 % del procesamiento.
Otros lugares se suman a esta lista: Vietnam, Brasil y Rusia, por ejemplo, además del depósito Per Geijer, en Suecia, descubierto en 2023 y que ha resultado ser el mayor yacimiento de tierras raras en Europa.
En el caso de Bolivia, no es reciente que el Gobierno quiera explotar los yacimientos de tierras raras. “Desde su llegada al gobierno, Luis Arce ha venido hablando de la importancia del aprovechamiento de las tierras raras que existen en nuestro país. Esto lo ha manifestado en varios espacios”, comenta Vargas.
En efecto, en la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), realizada el 8 y 9 de abril en Tegucigalpa, Honduras, el presidente de Bolivia habló sobre la industrialización de los recursos estratégicos, entre ellos, las tierras raras.
“Es momento de consolidar cadenas de valor regionales que prioricen la industrialización de nuestros recursos estratégicos en beneficio de nuestros pueblos. Bolivia reitera su compromiso con la industrialización del litio, el gas, tierras raras y los minerales estratégicos con una visión soberana”, afirmó el jefe de Estado.
Sin embargo, concretar este ofrecimiento no sería fácil. “Tenemos que ver cómo evoluciona esta propuesta, porque todos los acuerdos tienen que ser ratificados por la Asamblea Legislativa y el Gobierno no tiene mayoría. Además, muy pronto habrá cambios en la conducción del Ejecutivo.
Irán en medio de la controversia
Es difícil que prospere en la asamblea legislativa”, comenta Córdova, de la Fundación Jubileo, para explicar que cualquier iniciativa de explotación de minerales en Bolivia debe pasar por la aprobación del Congreso.
Las características del proceso de prospección hasta llegar a la explotación y procesamiento también son un inconveniente, según Córdova, puesto que son muy caras y tardan mucho tiempo. “Fácilmente puede tomar 15 años”, dice el experto.
En cuanto al interés de Irán en los recursos de Bolivia, ambos países tienen varios años de acercamiento mutuo. En 2009, durante el gobierno de Evo Morales, el entonces presidente del país islámico, Mahmud Ahmadinejad, visitó Bolivia. En ese momento recorrió yacimientos de uranio y financió la apertura de un canal de televisión en territorio boliviano.
En esta oportunidad, según explicó el viceministro Rodríguez, la propuesta de cooperación incluye la investigación científica, la cooperación técnica específica con intercambio de prestación de servicios, la participación de empresas iraníes en proyectos de inversión conjunta y la posibilidad de que Irán complete la carta geológica boliviana. Yvette Sierra Praeli – Mongabay