Los problemas medioambientales son una constante en el país hispano de Norteamérica. Si bien es tristemente célebre que la capital del país es una de las ciudades que tiene mayor índice de contaminación en LATAM, no es ese el único problema relacionado con el medio ambiente que padece México.
Principales problemas medioambientales de México
Cambios y erosión de los suelos
México enfrenta graves y significativos problemas medioambientales que afectan a casi todos los sectores del país. Vastas extensiones de bosques tropicales del sur y sureste se han perdido en favor de la ganadería y la agricultura. Lo que ha causado un grave perjuicio al medio ambiente nacional.
Por ejemplo, los bosques tropicales cubrían casi la mitad del estado de Tabasco en 1940, pero ya quedan menos del 10% de los mismos. En triste contrapartida, los pastizales aumentaron de ocupar el 20 al 60% de la superficie total del estado.
Los expertos consideran que existen condiciones similares en otras secciones tropicales del país. La deforestación ha contribuido que la erosión sea uno de los más preocupantes problemas medioambientales en casi todo el territorio. La destrucción que sufren los suelos es particularmente alarmante en el norte y noroeste. En esas zonas más del 60% de las tierras se consideran en un total estado o en proceso acelerado de erosión.
Frágil por su carácter semiárido y árido, el suelo de la región se ha dañado cada vez más por causa de la excesiva la cría de ganado y el riego con aguas que contienen altos niveles de salinidad. El resultado es uno de los problemas medioambientales más acuciantes de México: la posible desertificación en toda la región.
La ‘maldición’ del petróleo
Extensos territorios de México se enfrentan a un dilema diferente, pero no menos difícil: los problemas ambientales a causa de los derrames de crudo. La explotación petrolera inadecuadamente regulada que se da en la zona de Coatzacoalcos – Minatitlán, en el Golfo de México, es causante del grave daño de sus aguas y de la pesca en el Río Coatzacoalcos.
La explosión mortal que borró del mapa a un barrio de clase trabajadora en Guadalajara en abril de 1992 sirve como un símbolo apropiado de los daños personales y los problemas medioambientales que puede causar el petróleo en México.
Más de 1.000 barriles de gasolina se filtraron desde un depósito de Mexicana del Petróleo (Petróleos Mexicanos – Pemex) a través de las corroídas tuberías al sistema de alcantarillado municipal. Allí se combinaron con gases y residuos industriales, para producir una explosión masiva que mató a 190 personas e hirió a cerca de otras 1.500.
Y por si ello fuera poco, el golfo de México sufre aún las consecuencias de la explosión de la plataforma de la BP y el consiguiente derrame en sus aguas. La cantidad de contaminantes medioambientales muy peligrosos que aún se encuentra en el fondo del mar es incalculable. Y los daños seguirán sumándose, porque no parece que se vaya a hacer nada más.
La contaminación del aire
Las autoridades Ciudad de México se enfrentan con el que tal vez sea el desafío ambiental más desalentador. La particular geografía y los altos niveles de población se han combinado para producir una de las zonas urbanas más contaminadas del mundo.
La Ciudad de México se encuentra en un valle rodeado en tres de sus lados por montañas. Estas sirven para atrapar los contaminantes producidos por los 15 millones de habitantes del área metropolitana y por las numerosas industrias.
Los gases polucionantes emitidos por los millones de vehículos de la región representan aproximadamente el 80% de estos contaminantes. Otro 15 por ciento es principalmente de azufre y derivados del nitrógeno procedentes de plantas industriales.
Este es uno de los problemas medioambientales, se agrava más aún, si lo miramos desde el punto de vista de la salud pública. Ya que las enfermedades del tipo respiratorio suelen agravarse a causa de la contaminación. Y según estudios realizados en la población de la ciudad de México, sus habitantes tienen altos contenidos de cadmio y plomo en la sangre.
El volumen de contaminantes procedentes de la Ciudad de México ha dañado el ecosistema circundante también. Por ejemplo, las aguas residuales de la ciudad de México, que fluyen hacia el norte y que se utilizan para el riego en el estado de Hidalgo, se han relacionado con defectos congénitos y altos niveles de enfermedades gastrointestinales en ese estado.
Especies en peligro
El 2,5% de la fauna autóctona mexicana está en peligro de extinción. Y lo más preocupante es que algunas son endémicas (solo viven en este único lugar del mundo) por lo que si se perdieran, ocasionarían un daño muy importante a la biodiversidad nacional.
Desde el axolotl que vive exclusivamente en el valle de México y se encuentra en grave peligro de desaparecer, hasta el zorrillo pigmeo, que está amenazado y se intenta preservar su conservación (desde Sinaloa a Oaxaca), la merma de la biodiversidad es otro de los grandes problemas medioambientales.
Hay varias especies que, por la pérdida de sus hábitats naturales, por deforestación con objetivos ganaderos, agrícolas o urbanísticos, tienen sus días contados si no se toman medidas urgentes al respecto. Los problemas medioambientales más acuciantes de México.