La adaptación de soluciones de iluminación con luces led a los requerimientos de la biodiversidad costera está ganando terreno como una necesidad técnica cada vez más prioritaria, para evitar que la fauna marina sea una víctima inocente de las actividades antropogénicas.
En zonas marinas y litorales donde coexisten infraestructuras humanas con ecosistemas frágiles, como el de las tortugas marinas, el diseño lumínico se enfrenta al desafío de ser eficaz, resistente y, al mismo tiempo, compatible con los ciclos biológicos de la fauna local.
Por esta razón es que el empleo de luces led en las redes de enmalle que usan los pescadores de Perú ha logrado que la captura incidental de tortugas disminuya en un 70 % tanto en la costas norte y como en el área central del litoral del Pacífico.
Luces led en las redes para salvar a las tortugas
Es mediodía, Ernesto Ramírez ha culminado su jornada laboral a tiempo. En el muelle de Tambo de Mora, una pequeña localidad ubicada a 200 kilómetros al sur de Lima, descarga la pesca de su última entrada al mar. Fue una faena sin sobresaltos.
Al levantar las redes con luces led que había dejado toda la noche, apenas encontró una tortuga enmallada. Recuerda que pocos años atrás, podía toparse hasta con cinco de estos reptiles marinos en un lance. Desenredarlas podía tomar horas y muchas veces también suponía romper partes de las redes.
En 2021, tras la pandemia del COVID-19, se enteró de que poniendo luces led en sus mallas podía ahuyentar a las tortugas y así disminuir las posibilidades de que terminen enredadas. Dispuesto a buscar una solución, Ernesto fue uno de los primeros pescadores que se animó a probar esta tecnología impulsada en Tambo de Mora por la asociación Acorema.
Esta organización, junto con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF Perú) y las ONG Ecoceánica y ProDelphinus, desarrollaron entre 2019 y 2024 uno de los trabajos más ambiciosos para evaluar la efectividad de las luces led como herramienta tecnológica en el país.
La experiencia incluyó a pescadores de seis localidades costeras: Pucusana, ubicada en Lima; Zorritos, Acapulco, Punta Mero y Cancas, pertenecientes al departamento de Tumbes; y Tambo de Mora, en Ica. En esta iniciativa, técnicos del Instituto del Mar de Perú (IMARPE) fueron aliados para la implementación.
Perú es uno de los países del Pacífico Oriental donde más tortugas son capturadas de forma incidental. Se estima que en la costa peruana cerca de 6000 al año caen atrapadas en las redes de pesca conocidas como cortinas y en los espineles, otro aparejo de pesca compuesto por anzuelos.
Dependiendo del tiempo en el que permanecen atrapadas y la complejidad del enredo, muchas tortugas mueren. De hecho, los especialistas refieren que el enmallamiento es la principal amenaza para las cinco especies de tortugas marinas que habitan el mar peruano. Ante la problemática, científicos, técnicos y pescadores pusieron en marcha este proyecto de conservación que ha arrojado resultados positivos y que ha servido para identificar nuevos desafíos.
Amigos de la conservación
Desde hace 20 años, Ernesto Ramírez pasa la mayor parte de su vida en el mar. Arrancó adolescente, acompañando a su padre en los botes, hasta que un día asumió la responsabilidad de su propia embarcación. No es algo inusual en Tambo de Mora, donde la vida gira en torno a la pesca artesanal.
En un día común, la faena arranca poco antes del mediodía acondicionado la nave y las redes. Al atardecer, la embarcación llega a la zona de pesca donde se acumulan las anchovetas, que son el alimento de los peces que Ramírez busca. “Cuando uno ve la anchoveta echa las redes porque es fijo que ahí están comiendo la raya, la tembladera”, explica.
Lanza 10 redes al mar. Cinco de ellas llevan luces led previamente colocadas en la línea superior de la malla. Cada red, de 80 brazadas que equivalen a 133 metros, sujeta 12 bombillas pequeñas, que al tomar contacto con el agua emiten una luz verde. Las redes permanecen toda la noche en la superficie del agua. Durante ese tiempo, las luces sirven de alertas visuales para las tortugas marinas, cetáceos como las marsopas espinosas (Phocoena spinipinnis) o los delfines oscuros (Lagenorhynchus obscurus) y aves como los potoyuncos (Pelecanoides garnotii).
Desde que empezó a usar las luces led, la reducción de capturas de tortugas ha sido significativa. “De cada 10 que se enredaban hoy son tres”, indica el pescador. Los datos de cada animal enredado son registrados por un técnico de Acorema que acompaña la tripulación. En unas planillas el observador fotografía a la tortuga y anota el tamaño, la posición donde cayó, las condiciones del lugar y el tipo de enredo.
El descenso de capturas también facilitó las tareas. Liberar a una tortuga en cada enredo podía tomar entre 20 a 40 minutos, dependiendo de la complejidad. En ciertos casos para evitar dañar al animal con aprietes, sólo quedaba cortar la malla. “Nos perjudicaba tener que meter el cuchillo a nuestra herramienta de trabajo”, sostiene.
La medición de Ernesto Ramírez va en sintonía con las evaluaciones hechas por las organizaciones involucradas en el proyecto. Según sus reportes, en las seis localidades donde se trabajó con luces led, la tasa de captura incidental de tortugas se redujo en un 67 %.
Para llegar a esta conclusión se tomaron registros de 23 embarcaciones, 132 viajes y 221 lances. En total, cerca de 110 pescadores como Ramírez participaron del trabajo. Se priorizó la pesquería costera o de orilla, pero también se incluyó una localidad con pesquería de altamar (Pucusana). Los niveles de reducción en ambos tipos fueron similares.
En la última década, el equipo de Ecoceánica ha realizado censos poblacionales en la costa norte del país. De 580 tortugas identificadas, el 80 % son individuos subadultos, en pleno desarrollo. “Toda la costa peruana es una zona de alimentación para las tortugas. Comen hasta que están más grandes y luego se van a otras zonas de reproducción. Varias que monitoreamos se fueron a anidar a Galápagos”, en Ecuador, menciona Carmen González, consultora de Ecoceánica.
Las zonas de pesca costera, dentro de las primeras millas, coinciden con el área de forrajeo o alimentación de las tortugas, quienes se alimentan principalmente de pastos y algas marinas. En ese sentido, las luces led aparecen como una herramienta que mitiga los impactos de una interacción inevitable.
Aprendizaje y manipulación
En los talleres participativos del proyecto, los pescadores no sólo aprendieron el manejo de las luces en las redes y la manipulación de tortugas lastimadas, también conocieron los nombres científicos de especies y los diversos grados de amenaza que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) asigna a las cinco especies de tortugas marinas. Fue como una validación científica de lo que diariamente veían en el mar.
La tortuga dorso de cuero o laúd (Dermochelys coriacea) y la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) se encuentran en la categoría En Peligro Crítico; la tortuga verde del Pacífico Este (Chelonia mydas) En Peligro; y la tortuga golfina (Lepidochelys olivácea) y la tortuga amarilla (Caretta caretta) están en estado Vulnerable.
Al ser una especie principalmente costera, la que más aparece en las capturas es la tortuga verde. La que casi no se ve es la tortuga dorso de cuero. “Hay estimaciones que indican que si siguen subsistiendo amenazas como la captura incidental, esta especie desaparecería del Pacífico oriental en 50 años”, dice la bióloga Nelly de Paz de Acorema.
La tortuga carey es otra de las más afectadas. La especialista refiere que por sus dimensiones menores (mide 80 centímetros y su peso gira en torno a los 50 kilos), la mayoría de las veces que es atrapada muere antes de que los pescadores levanten las redes. “En contraste con la verde, que llega a sobrevivir”, acota De Paz. Una tortuga verde adulta puede pesar más de 140 kilos y subirla al bote entre dos personas no es una tarea sencilla. Más aún cuando hay que tener cuidado para no generar mayores lesiones en el animal.
Los peores escenarios suelen darse con las redes de fondo, cuando una tortuga es capturada en mallas que están por más de 10 horas a varios metros bajo el mar. “A veces sale moribunda y necesita que la rehabiliten. Por eso también se capacita para mejorar las prácticas a bordo y que así la supervivencia post liberación sea mejor”, refiere Adriana Zavala, bióloga de Ecoceánica.
Con maniobras sencillas como ponerlas en un plano inclinado para botar el exceso de agua, se puede salvar la vida de la tortuga que estuvo cerca de morir ahogada. Después de tomar la información biológica, marcarlas con GPS y corroborar que estén recuperadas, se procede a su liberación. Antes de soltarlas en el mar, se pide al pescador que le ponga un nombre.
Para De Paz estos gestos refuerzan el vínculo y sensibilizan sobre la problemática. “Ir como observadores nos permite interactuar con los pescadores. Priorizamos el acompañamiento en los pescadores nuevos, porque sabemos que estamos introduciendo un instrumento que no usan”, señala.
El trabajo colaborativo también permite identificar dudas. Los pescadores de Zorritos y Cancas se mostraron preocupados cuando les propusieron usar luces led. Para ellos, esto podía llamar la atención de los lobos marinos, quienes se acercarían a las redes para comerse la pesca.
En su faena habitual, muchos pescadores del norte acostumbran pescar a oscuras durante la noche para no alertar a los lobos y ver afectada su faena. ¿Cómo podría funcionar una tecnología que suponía colgar luces led en las redes? “La preocupación es natural con cualquier estrategia novedosa. Por ello, cuando se trabajó este programa, el objetivo no fue solo reducir la captura incidental, sino que también esta tecnología no afecte la captura objetivo”, explica Piero Uceda, biólogo marino.
Para medir el grado de alteración al trabajo cotidiano, se dispuso que, en cada viaje, la mitad de las redes que se tiraran al mar no llevaran luces. Así, al terminar la faena se podía comparar los valores de pesca. Los datos recogidos en los 132 viajes del programa mostraron que las luces led no afectaron los rangos habituales de la pesca objetivo. Para los investigadores este hallazgo fue la validación de la propuesta.
Favorecer la sostenibilidad
Ernesto Ramírez busca que más compañeros adopten el uso de las luces en sus redes. Les explica los beneficios que conlleva no tener que estar desenredando tortugas. Trata de convencerlos recordándoles que las tortugas comen medusas y que eso los favorece, porque las medusas depredan larvas y peces juveniles. “¿Si matamos a la tortuga, después quién se va comer a la malagua?”, pregunta. Varios lo escuchan con curiosidad, pero también hay algunos que le responden cortantes: “No, ahí está la plata”.
A diferencia de las localidades pesqueras del norte, en Tambo de Mora existió durante muchos años un mercado ilegal de comercialización de carne y aceite de tortugas marinas, este último sustentado en supuestas propiedades curativas para problemas respiratorios. “A la gente que llegaba a Pisco preguntando, les decían que vengan a Tambo que aquí vendían. Ya era mucho ‘roche’”, cuenta Ernesto con pudor.
Si bien estas prácticas son menos visibles en los últimos años —a partir de controles y sanciones— aún persisten ventas que se hacen de forma encubierta. Ni la resolución ministerial de 1995 que prohíbe la captura y comercialización de las tortugas marinas supuso un freno total.
“La demanda por la tortuga en esta zona tiene variables socioculturales”, refiere De Paz, quien junto con el equipo de Acorema continúa promoviendo el uso de luces led en Tambo de Mora y la localidad vecina de San Andrés. Actualmente, 12 embarcaciones artesanales participan de la experiencia. Considera que la presencia en terreno es necesaria para seguir apostando por la sensibilización de la ciudadanía.
Con la efectividad ya probada para los científicos involucrados en la conservación de la especie, ahora los desafíos pasan por escalar la propuesta y volverla sostenible. Para ello, van explorando cuestiones prácticas que simplifiquen la logística de las luces led, como ver la posibilidad de cambiar las pilas por baterías solares, evitando así gastos periódicos en los pescadores; o que ellos puedan adquirir directamente los equipos , sin tener que depender de una institución.
“Si buscamos tener un impacto de conservación, no nos podemos quedar en demostrar que una tecnología puede reducir la tasa (de captura incidental de tortugas), sino en que esta tecnología de iluminar redes con luces led pueda ser adoptada por los pescadores de manera amigable”, señala Piero Uceda.
Las luces led apuntan a convertirse en la herramienta de mitigación donde ambas partes, tortugas y pescadores, ganan con una pesca más sostenible. Oscar Bermeo Ocaña / Mongabay