El Golfo de México es un centro crítico de producción de petróleo, con numerosas plataformas que extraen valiosos recursos del fondo del océano. Pero por muy importantes que sean estas plataformas para la economía estadounidense y mundial, estas prospecciones ponen en peligro a millones de seres vivos que conforman la biodiversidad local.
Hay lugares considerados ‘zonas muertas’ que prácticamente carecen de oxígeno por culpa de la contaminación cruzada, causada por los fitosanitarios y agroquímicos que llegan desde el Misisipi y los derrames diarios de petróleo que sufre todo el Golfo.
Es necesario que de alguna manera se logre proteger de las explotaciones y las extracciones del ‘oro negro’ al Golfo de México, antes de que sea tarde para salvar sus ecosistemas únicos y toda la biodiversidad asociada a ellos.
Golfo de México: centro del huracán de los hidrocarburos
¿Qué imaginas cuando escuchas Golfo de México? Frente a una historia manchada por los derrames de petróleo en estos mares, un esfuerzo impulsado por ambientalistas y científicos busca proteger a comunidades pesqueras y especies de la explotación de hidrocarburos.
Se trata de una propuesta dirigida a la presidenta Claudia Sheinbaum –y dada a conocer en un informe por la organización Oceana México– que consiste en declarar a 45 zonas profundas del Golfo de México como zonas libres de exploración y explotación petrolera.
De acuerdo con el informe, decretar como Zona de Salvaguarda a más de 346 mil 84 kilómetros cuadrados protegería a las más de 15 000 especies marinas que habitan este ecosistema y a las 90 000 familias de comunidades que viven de la pesca en los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. El área a proteger representa el 46 % de la Zona Exclusiva Económica del Golfo de México y el Caribe Mexicano.
Incidentes y accidentes en la extracción de crudo
El informe cita un análisis hecho por científicos sobre derrames y accidentes en el Golfo de México y advierten que por cada 30 metros que las plataformas aumentan en profundidad para extraer petróleo y gas en el mar, incrementa un 8.5% la probabilidad de accidentes, como derrames o lesiones.
Para Mariana Reyna, coordinadora de Ciencia de la ONG en México, esto refleja la dificultad de monitorear y controlar los accidentes que ocurren en aguas profundas (a más de 500 metros) o ultraprofundas (a más de 1500 metros).
“Cada vez que nos alejamos en lo profundo tenemos condiciones más difíciles, sobre todo para monitorear y saber lo que está ocurriendo”, señala. “Sería imposible de manejar (un accidente) y sabemos también que la explotación significa derrame. Siempre ha habido derrames y siempre los habrá”, comenta.
Recientemente, una investigación realizada detectó un subregistro del 60 % de los derrames petroleros en el Golfo de México en los últimos seis años, tras analizar imágenes satelitales recabadas por científicos y evidencia recopilada por comunidades pesqueras.
Reyna pone también como ejemplo el derrame de la plataforma Deepwater Horizon en 2010 , considerado el mayor desastre ambiental en Estados Unidos, que no solo mató a miles de especies marinas, sino que causó daños ecosistémicos a largo plazo.
Incluso, entre la fauna marina afectada se detectó una reducción en la fertilidad y aumento en la probabilidad de problemas de salud. Por ejemplo, de las miles de tortugas que murieron por el derrame –entre 4900 y 7600 adultas y hasta 166 000 pequeñas o juveniles– las especies afectadas fueron lora, verde, boba, carey y laúd, cuyas poblaciones requerirán décadas de esfuerzos de restauración para recuperar las poblaciones perdidas, de acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés).
Por otro lado, las especies de delfines de Barataria Bay y Mississippi Sound, en Estados Unidos, registraron un aumento del 35 % en la mortalidad y del 46 % en embarazos fallidos. Los estudios estimaron una pérdida poblacional del 51 % de la especie Barataria Bay, a 10 años del derrame. Incluso, las poblaciones tardarán hasta 39 años en recuperarse, sin una restauración activa.
Corriente de Lazo: clave de la biodiversidad
El área propuesta como Zona de Salvaguardo, señala la organización, protegería a más de 80 especies clave para el ecosistema, así como áreas de gran importancia biológica, como los giros de la Corriente de Lazo, la cual es clave para la biodiversidad en el Golfo de México.
Reyna explica que al ser la principal corriente oceánica del Golfo de México, la Corriente de Lazo favorece la conexión de las aguas profundas con aguas someras al transportar los nutrientes necesarios para las especies que dependen de estos giros.
“Esta corriente lo que hace es transportar agua desde una parte del sur hacia el interior del Golfo de México. El zooplancton también se mueve con las corrientes. Ahí la importancia, transportan nutrientes nuevos de un lugar a otro”, señala.
Además de la conexión que permiten las corrientes, la especialista sostiene que hay especies clave que utilizan las aguas profundas para alimentación y migración y que son indicadores de la salud del Golfo de México. Una de estas especies emblemáticas es el cachalote, un cetáceo que utiliza las aguas profundas para alimentarse y migrar, bajando hasta los 3000 metros.
Sin embargo, el Golfo de México también es hogar y lugar de paso de especies altamente vulnerables y protegidas como las tortugas laúd y verde, tiburones mako, sedoso y tigre. También del atún, de gran importancia económica. Por eso, la organización sostiene la importancia de liberar a estas corrientes de los derrames petroleros que implica extraer hidrocarburos en aguas profundas.
“Con efectos de derrames, (esta corriente) va a transportar no sólo nutrientes, sino también petróleo crudo que sigue teniendo impacto después de décadas. Las corrientes transportan vida, pero también en accidentes pueden transportar muerte”, advierte Reyna
Una propuesta muy válida
Renata Terrazas, directora de la ONG en México, sostiene que la propuesta es posible y coincide con el discurso y los compromisos del actual gobierno, así como en apostar por la soberanía energética y alimentaria, al poner la protección a la actividad pesquera por encima de los intereses de las petroleras extranjeras.
“Cuando se excava para sacar petróleo se derrama y ha sido la historia de toda extracción petrolera”, sostiene. “Arriesgar el presente y el futuro de las comunidades costeras, el bienestar de las personas pescadoras para que se enriquezcan unos pocos es, en teoría, todo a lo que se opone esta administración”.
Terrazas explica que la propuesta beneficiaría a las comunidades costeras, que son las más afectadas por la crisis climática actual, que suelen recibir los impactos negativos de la contaminación de los mares y derrames de petróleo.
“Cerrar las aguas profundas a la explotación petrolera permite dos cosas: alcanzar las metas en cuanto a cambio climático porque se va a evitar quemar todo este combustible y proteger la vida marina y la biodiversidad”, argumenta.
Incluso señala que la propuesta coincide con la política que implementó el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde el inicio de su gobierno dejó de otorgar contratos para exploración en aguas profundas por falta de producción de barriles.
Historia del crudo en el Golfo de México
Pese a que el Golfo de México ha sido industrializado por décadas para la exploración y explotación petrolera, el estudio sostiene que tanto los ingresos petroleros como la producción han ido en declive, tras alcanzar su máximo histórico en 2008.
Entre 2013 y 2014, México implementó una reforma energética que permitió la participación privada en el sector de hidrocarburos para obtener contratos o concesiones, principalmente en los casos de aguas profundas y ultraprofundas, pues Petróleos Mexicanos (Pemex) carece de capacidades técnicas y de infraestructura para realizarlas.
Este también es un punto clave en favor de la propuesta, pues sostiene que el petróleo que se extrae de aguas profundas “es para enriquecer los grandes capitales”, mientras que los costos socioambientales los asumen las comunidades costeras.
Además, insiste, la propuesta de declarar una parte del Golfo de México como Zona de Salvaguarda se basa en un marco legal que actualmente existe en la Ley de Hidrocarburos y que ya se ha ejercido en cinco zonas.
Actualmente, los manglares y sitios Ramsar; la región de la Selva Lacandona, en Chiapas; la plataforma de Yucatán y Caribe; el Golfo de California y los arrecifes de coral son Zonas de Salvaguarda, gracias a esta herramienta de política pública.
De acuerdo con el informe de la ONG, la propuesta evita litigios internacionales para México, quien tiene un acuerdo binacional de yacimientos transfronterizos con Estados Unidos para la explotación de petróleo, al no intervenir en áreas con concesiones ya otorgadas.
Terrazas añade que la propuesta de Zonas de Salvaguarda es también apoyada por diferentes comunidades costeras, quienes a raíz de los derrames de petróleo se han unido para frenar la extracción petrolera y garantizar que la riqueza natural del Golfo de México persista.
“En el imaginario de las personas, el Golfo de México está desierto y es un lugar de chapopote, pero la realidad es que está lleno de vida”, sostiene. El planteamiento se ha enviado ya a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien tiene la facultad de decretar esta parte del Golfo de México como una Zona de Salvaguarda. Gonzalo Ortuño López – Mongabay