Desde hace décadas, el impacto que la emisión de gases de efecto invernadero como el CO2, el metano, etc. derivados del empleo de combustibles fósiles tiene sobre los procesos climáticos y con ello, sobre la biosfera son letales. Y no solo tiene consecuencias directas, sino que las más graves son las indirectas, como es el caso del calentamiento global y sus nefastos efectos sobre la naturaleza, los océanos, el aire y la biodiversidad.
La extracción de combustibles fósiles, como petróleo, carbón y gas, es un negocio extremadamente perjudicial para el Medio Ambiente. Los proyectos de extracción operan las 24 horas del día, interrumpiendo la vida silvestre y afectando las fuentes de agua, el aire y la salud de todos los seres vivos.
Graves impactos de la extracción de los combustibles fósiles
A medida que la industria continúa acercándose cada vez más a las áreas naturales y a los parques nacionales del mundo entero, los activistas alertan de los riesgos que corre el Medio Ambiente, a causa de la extracción de los combustibles fósiles.
Daños ecológicos
Los sistemas biológicos son increíblemente complejos y pueden ser víctimas de graves consecuencias ecológicas, cuando son perturbados por la actividad humana al extraer combustibles fósiles. El aumento del tráfico de vehículos en los sitios de perforación de petróleo contribuye significativamente a la contaminación acústica en las zonas silvestres.
Los mamíferos salvajes y las aves responden a dichas perturbaciones con comportamientos que muchos estudios han demostrado que pueden hacerse habituales. Los impactos negativos en el Medio Ambiente incluyen la interrupción de la comunicación de aves canoras en las estaciones de cría y anidación. Así como la alteración de la dinámica entre depredadores y presas.
Derrames
Las operaciones de extracción de combustibles fósiles, especialmente de petróleo en tierra, requieren fluidos de perforación que se inyectan en el pozo para lubricar la broca. Se supone que estos fluidos son capturados en pozos paralelos para su eliminación, pero muy a menudo se derraman y salpican los alrededores y al acumularse generan impactos en el Medio Ambiente a largo plazo y efectos crónicos en la salud de los trabajadores, incluyendo el riesgo potencial de cáncer.
Los derrames de petróleo en alta mar, como la explosión del Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México en 2010 o el accidente del Prestige, son nefastos para los ecosistemas marinos. Afectan a los mamíferos marinos a través del contacto directo, la inhalación y la ingestión de petróleo. Y sus consecuencias pueden durar siglos.
Cambios en el paisaje
Las actividades asociadas con la perforación de los suelos en busca de petróleo y gas impactan de forma radical en el paisaje. El acolchado de pozos y la construcción de carreteras requieren el uso de equipo pesado, como bulldozers, niveladores de carretera y camiones.
Las consecuencias son: eliminación de la vegetación, aumento de la erosión (que podría dar lugar a deslizamientos e inundaciones), perturbaciones de los suelos (incluso con la aparición de sismos en caso del Fracking), fragmentación de los hábitats, etc.
Contaminación del agua y el aire
Los pozos abiertos, estanques y lagunas que se forman en los alrededores de los sitios de extracción de combustibles fósiles pueden contener aguas residuales, productos químicos orgánicos, hidrocarburos de petróleo, tenso activos y otras sustancias, que comprometen la seguridad del agua.
Las explosiones de tuberías y los pozos (incluso si se perforan adecuadamente) pueden contaminar los acuíferos. El desarrollo de pozos de gas puede incluso requerir liberaciones de metano y una miríada de gases tóxicos en la atmósfera y en el Medio Ambiente local.
El metano, el principal componente del gas natural, es hasta 21 veces más dañino para la atmósfera que el dióxido de carbono, porque atrapa el calor de manera más eficaz e intensifica el Calentamiento Global. Por eso es fundamental controlar la cantidad de sus emisiones