En Cataluña, ¿podemos importar el 0% de la energía La respuesta es sí. Pero hay que matizarla. La dependencia energética no considera la energía que entra en el país, sino el balance entre importaciones y exportaciones en un período normalmente de un año.
En Cataluña se importa el 94% de la energía primaria que se utiliza para suministrar la energía que utilizamos los consumidores, mientras que en la Unión Europea se importa el 54%. El objetivo de la UE para el 2050 es que no se importe más de un 40% y que las emisiones de gases de efecto invernadero no superen el 20% respecto a los niveles de 1990. ¿Cómo se puede lograr este objetivo? Aumentando el rendimiento de las transformaciones energéticas, ahorrando consumo y empleando fuentes locales.
En Cataluña, ¿podemos importar el 0% de la energía? La respuesta es sí. Pero hay que matizarla. La dependencia energética no considera la energía que entra en el país, sino el balance entre importaciones y exportaciones en un período normalmente de un año. Y el objetivo puede ser que ningún año no se importe más energía de la que se exporte, o que se admita un cierto balance importador en años especiales -sequías, fríos, averías … -.
Dado que en Cataluña no hay recursos fósiles apreciables, será necesario usar unas fuentes renovables que puedan cubrir la energía necesaria, es decir, sin desperdiciarla. Evidentemente las repercusiones de este modelo son muy diferentes a las de la actual. ¿Mejores o peores? Depende de los parámetros que se utilicen en la evaluación.
Empezamos por los costes y comparamos con lo que cuesta más: comprar la vivienda o ir de alquiler. Establecer un sistema esencialmente nuevo basado en el uso de fuentes renovables precisa de importantes inversiones (como comprar el piso) pero evita la importación de unos combustibles cada vez más caros y escasos (como el alquiler libre). Esta transformación del sistema crea mucho empleo local tanto en la instalación y operación como en la fabricación de equipos y esto, a su vez, contribuye a reducir el número de importaciones y la tasa de paro. Además, facilita mucho el autoconsumo de todos los sectores.
¿Y el medio ambiente? Al utilizar más recursos locales los impactos perceptibles en el territorio aumentarían, se verían más instalaciones, como se ven más carreteras y antenas de telefonía. Pero se reducirían, o mejor dicho, desaparecerían cosas que no se ven como son las emisiones de gases de efecto invernadero, las PM5, els NOx, la radiactividad y los vertidos de hidrocarburos.
Tanto el balance económico como el ambiental serían positivos. Por eso la UE propone este cambio de modelo y países como Dinamarca, regiones, islas, municipios y también oficinas han iniciado esta transformación. El libro muestra con cifras las posibilidades y los impactos territoriales en una Cataluña 100% renovable, o sea, autosuficiente. Muchos otros países disponen de estudios que muestran la posibilidad de cubrir el 100% del consumo con fuentes locales renovables.
Es lógico que se pregunte: ¿si esto es posible, por qué no se generaliza? En parte es como el inquilino con un alquiler bajo que sabe que el alquiler le subirá mucho y no sabrá cómo subsistir frente a los que sean propietarios. Mientras el alquiler era bajo podía hacer más beneficios, pero no los invirtió oportunamente, posiblemente para contentar accionistas o para continuar un negocio que no podía competir en el mercado donde estaba, o quizá esperando que los alquileres no subieran tanto. Hay algunas fábulas que ya nos advertían de estas maneras de hacer, pero el ser humano occidental moderno no lo ha querido considerar, ni ha querido ahorrar energía.
Evidentemente, se puede preguntar también: ¿cómo es que los gobiernos no han facilitado la autosuficiencia, si tienen la obligación de velar por el bien de la ciudadanía, de la economía y del medio ambiente? Los gobiernos pueden ser elegidos por la ciudadanía, pero son sostenidos por los grandes capitales (créditos, favores …), que obtienen, o quizás deberíamos decir «han obtenido hasta ahora», más beneficios con las energías fósiles o fisionables importadas que con las energías renovables locales, al alcance de la población. Ahora y aquí, la clave es que mientras no dispongamos de autonomía política tampoco podremos disponer de autonomía energética.
¿Este escenario es determinista o se puede hacer algo? Más bien la pregunta debería ser: ¿podemos hacer algo? La respuesta es un sí rotundo. Y es que no es más que una cuestión política, y ya hemos indicado que lo hacen los habitantes de otros territorios. Pero en Cataluña sólo si disponemos de autonomía política podremos emprender el viaje hacia la autonomía energética. Lo conveniente es tener autonomía energética, que no es lo mismo que independencia energética, es decir, no tener que importar más energía de la que exportamos. El viaje no puede ser corto. Hay que cambiar políticas, infraestructuras, empresas y hábitos. Ahora bien, los conocimientos, los recursos y las tecnologías están.
* Artículo publicado en .Ambiental, la revista trimestral del Colegio de Ambientólogos de Cataluña.