Asia avanza con proyectos que podrían acabar con el uso del petróleo. El misterio que rodea al continente tiene al mundo en vilo. La adopción de combustibles fósiles se convirtió en la base de la revolución industrial y el motor de crecimiento económico mundial de los últimos siglos.
No obstante, actualmente, el impacto de estos combustibles sobre el medioambiente y la salud humana ya es palpable. Este contexto ha generado una urgente necesidad de acotar su consumo. Los combustibles fósiles (como petróleo, gas natural y carbón) corresponden a recursos finitos que contribuyen de forma significativa al cambio climático.
También influyen en la contaminación del aire y la degradación ambiental. Bajo este marco, bajar sus niveles de uso es vital para asegurar un futuro más sostenible y saludable para las generaciones venideras. Además, el agotamiento de recursos fósiles es un problema cada vez más grande.
La necesidad de abastecimiento está provocando la exploración en zonas más frágiles y vulnerables, como el Ártico o las profundidades del océano.
Este cuadro incrementa el riesgo de accidentes ambientales y desastres ecológicos, como derrames de petróleo y contaminación del agua. Asia podría acabar con estas situaciones muy pronto. Los proyectos que tiene en marcha así lo auguran.
Asia apuesta por un mundo sin combustibles fósiles
Tras saberse que Asia ha logrado producir energía surfeando olas de 3 metros, han salido a la luz opciones que podrían dejar de lado al petróleo. La primera llega desde China. Allí, se está construyendo el sistema de energía de circuito cerrado de hidrógeno más grande del planeta.
Está frente a una nueva era de energía limpia. Llega con el desarrollo de una turbina de 30 MW que funciona solo con hidrógeno. No lo mezcla con gas natural.
Se encuentra en Ordos, en la región de Mongolia Interior. El objetivo es la unión de 500 MW de capacidad eólica, una instalación fotovoltaica aislada de 5 MW, un conjunto de electrolizadores de 240 MW y tanques de almacenamiento profundo.
Todo en un mecanismo cerrado. Convierte la energía eléctrica renovable en hidrógeno, lo almacena y reconvierte en electricidad cuando la producción renovable disminuye. Abarca tanques esféricos de grandes volúmenes y una planta para generar 150 000 toneladas anuales de amoniaco verde.
Esta perspectiva electricidad-hidrógeno-electricidad fortifica la estabilidad del sistema eléctrico y mitiga la intermitencia inherente a la energía solar y eólica. Lo más relevante del proyecto es que se alza como la primera instalación de esta escala que opera con hidrógeno verde de manera integral y directa.
Asia apuesta por otro tipo de combustibles: ¿qué hay más allá del petróleo?
Japón también se suma a la carrera de la descarbonización. L&T Energy GreenTech (LTEG), una subsidiaria de Larsen & Toubro (L&T), se ha unido a ITOCHU de Japón. Juntas, pretenden llevar adelante un importante proyecto de amoníaco verde.
Es una iniciativa de 300 KTPA en Kandla, Gujarat, India. LTEG e ITOCHU desplegarán juntas el proyecto. La empresa japonesa será la encargada de conseguir amoníaco verde de la instalación para su uso como combustible marino en Singapur.
India alberga grandes cantidades de recursos de energía renovable y produce energía rentable. Con estas características, se encuentra preparada para transformarse en un centro mundial para el hidrógeno verde y sus derivados.
Asia sigue avanzando hacia su objetivo: el petróleo se ve como algo cada vez más lejano
Mongolia Interior ya está al frente de proyectos renovables y de hidrógeno en China. Uno de los más relevantes es el proyecto fotovoltaico-hidrógeno en Otog Front Banner. Se trata de una planta de 250 MW, producción anual de unos 470 GWh y producción de alrededor de 6700 toneladas de hidrógeno al año, con pureza del 99,999 %.
Asia mantiene al mundo en suspenso. ¿Está cerca de acabar con el petróleo? Mientras llega la respuesta, un gran número de personas permanece maravillado frente al giro inesperado que ha llegado de Asia.