Asia está destacándose a nivel global. En los últimos años, el país oriental ha liderado la inclusión de nueva capacidad renovable. Pero también ha protagonizado una transformación profunda a todos los niveles. Lo hace en el campo de las tecnologías ecológicas emergentes y en el terreno de las energías renovables. Países como China, India o Japón viven en primera persona la urgente necesidad de combatir los desafíos ambientales. En gran parte, producto de su tamaño demográfico y rápido desarrollo industrial.
Asia logra algo grandioso: manipula la energía azul
Después de sorprender al mundo con sus campos de fotones, Japón ha decidido experimentar con la llamada energía azul. Japón ha inaugurado la primera planta osmótica de Asia, la segunda del mundo. Produce electricidad a partir de agua salada.
Además, transforma la diferencia de salinidad en energía para 220 hogares sin emisiones. Está ubicada en Fukuoka. Japón pasa, con este proyecto, a ser el segundo país del mundo, después de Dinamarca, en trabajar con esta tecnología a escala real.
Supone un paso significativo para Asia, pero no solo eso. Constituye también una señal de que la energía azul comienza a despegar. Sale al mundo, más allá del laboratorio. Recibe su impulso por parte de la Fukuoka District Waterworks Agency. Respecto a su puesta en marcha, inició sus operaciones el pasado 5 de agosto.
Las estimaciones sugieren que generará 880 000 kilovatios hora al año. Aportará suministro directo a una planta desalinizadora. Esta brinda servicio a la ciudad y zonas aledañas. Garantiza así un abastecimiento eléctrico estable, limpio y libre de emisiones directa.
Energía azul o energía osmótica, ¿qué la hace tan especial?
Tiene claras diferencias con otras renovables, como la solar o la eólica. La energía azul no depende ni del clima ni de la luz solar para hacer su aparición. Funciona las 24 horas del día, 7 días a la semana. Aprovecha un recurso inagotable.
Es la diferencia de salinidad entre dos corrientes de agua. Ese rasgo la transforma en una solución complementaria para los desafíos actuales de intermitencia en las redes eléctricas renovables.
La tecnología usada en Fukuoka está basada en el principio de la ósmosis inversa. Se recurre a una membrana semipermeable entre agua trata proveniente de una planta de aguas residuales y agua de mar concentrada (salmuera).
A medida que el agua dulce se desplaza hacia el lado más salado, va provocando presión. La misma presión que impulsa una turbina, produciendo electricidad continuamente sin combustibles fósiles.
Llega la energía azul con el avance de Asia
La planta de Japón aparece después del debut de la primera planta comercial en Mariager, Dinamarca, en 2023. Previamente, lugares como Noruega y Corea del Sur habían realizado pruebas con instalaciones piloto. Centros universitarios y startups en España, Catar y Australia también están trabajando en sus propios prototipos.
Otra de las propuestas más esperanzadas viene desde la startup francesa Sweetch Energy. Se decanta por una tecnología denominada Ionic Nano Osmotic Diffusion (INOD). A través de materiales bio-basados y una arquitectura nanométrica, han conseguido mejorar la selectividad iónica y bajar las pérdidas de energía.
Está en su etapa de validación comercial. Aun así, brinda pistas sobre cómo escalar esta tecnología con un impacto económico y ambiental positivo. La capacidad de este tipo de plantas continúa siendo modesta, aunque la de Fukuoka puede brindar suministro a 220 viviendas al año.
La proyección es que en los deltas, estuarios y zonas costeras donde conviven aguas dulces y saladas puedan recrearse hasta 2000 teravatios hora anuales a nivel global. Esto equivale a casi el 10% de la demanda global de electricidad.
La energía azul aún está dando sus primeros pasos, pero proyectos como el de Asia muestran vías prometedoras para diversificar la matriz energética. De esta manera, dejan de lado factores externos sin comprometer los ecosistemas cercanos. Además, esta planta llega en un momento crucial para Japón, que ha pulverizado su récord nacional de temperatura en una semana.