Hoy en día tenemos una serie de desafíos relacionados con el cuidado de nuestro planeta, por ejemplo la gestión de residuos electrónicos como las baterías y la transición a combustibles más sostenibles, pero ¿Y si se pudieran resolver ambos problemas a la vez?
Los mayores retos de la humanidad
Como sociedad tenemos la responsabilidad de cuidar el planeta, sobre todo ahora que la contaminación ha aumentado drásticamente, pero para ello hay que resolver una gran cantidad desafíos y uno de ellos es la gestión de los residuos electrónicos.
Los residuos electrónicos como las baterías están presentes en prácticamente todo, desde nuestros celulares hasta los coches eléctricos, sin embargo, su vida útil no es para siempre y cuando esta se acaba, terminan en vertederos, ya que su reciclaje es muy complejo e ineficiente.
Pero lo peor es que las sustancias contenidas en estos residuos pueden filtrarse en el suelo y el agua, representando una amenaza directa para la biodiversidad y la salud humana, además estos residuos son un desperdicio de recursos que podrían ser reutilizados.
Y en paralelo a esto tenemos otro desafío y es transicionar a combustibles más limpios, ya que los coches de combustión liberan gases que contaminan nuestro planeta, sin embargo hay una manera en la que se pueden resolver ambos problemas al mismo tiempo…
Reciclaje de baterías y combustible limpio
Sucede que en Austria, unos investigadores de la Universidad Técnica de Viena han desarrollado un sistema innovador que en lugar de desechar las baterías usadas, las ‘siembra’ para cosechar metano, un combustible limpio, pero ¿Cómo es posible esto?
Básicamente se extraen los recursos útiles de las baterías recicladas como el litio, el cobalto y el níquel y luego estos materiales se transforman en un nanocatalizador de alto rendimiento, un proceso tan eficiente como este sistema invisible que da energía.
Pero lo más impresionante es que el nanocatalizador convierte el dióxido de carbono en metano usando hidrógeno, en un proceso limpio y eficiente, lo que significa que la tecnología no solo resuelve el problema de los residuos de baterías, sino que también genera energía a partir de ellos.
Otro punto que llama mucho la atención es lo sencillo que es el proceso, pues a diferencia de otros métodos de conversión que requieren condiciones extremas, este proceso trabaja a una temperatura moderadamente baja de 250 °C sin problemas.
Y por si fuera poco, los catalizadores que han cumplido su vida útil pueden ser reciclados y utilizados como precursores para fabricar nuevos catalizadores, cerrando un ciclo de economía circular de que disminuye los residuos.
Grandes expectativas para el futuro
Pero la importancia de esta innovación va mucho más allá del laboratorio, pues si se esta tecnología escala a nivel industrial, podría incluirse en plantas generadoras de energía y transformar para siempre la forma en que obtenemos combustibles.
Y si eso sucede, no solo disminuiría la contaminación causada por las emisiones, sino que también se estarían reciclando recursos muy valiosos que actualmente terminan en vertederos contaminando nuestro planeta.
Esto abre la posibilidad de crear un modelo de independencia energética que utiliza materiales que ya existen, lo que a su vez reduciría la extracción de los recursos naturales no renovables, una combinación perfecta entre economía circular, gestión de residuos y transición energética.
Y a diferencia de otras soluciones que se centran solo en reducir el impacto ambiental, este sistema logra algo mucho más ambicioso, pues convierte un residuo tóxico en un recurso energético muy valioso, ósea, lo que antes era un problema, ahora es una solución.
Este tipo de avances nos abren una nueva esperanza demostrando que si es posible solucionar los problemas ambientales y otra prueba de ello es el arpa de la niebla que acaba con el problema más grave del mundo.