Una megamina de energía bajo el agua demuestra que es posible prescindir, por fin, de los combustibles fósiles. Estos son todas aquellas fuentes de energía cuyo origen radica en materia compuesta por fósiles vegetales y animales que resultan de un largo proceso de transformación y descomposición que, después de un minucioso proceso de refinamiento, padecen modificaciones químicas en su configuración.
En líneas generales, se trata de recursos ricos en hidrocarburos, o sea, compuestos orgánicos que albergan carbono e hidrógeno. Están ubicados en distintas capas de la Tierra, como es el fondo de los océanos. Algunos de los ejemplos de combustibles fósiles más utilizados son gasolina, carbón y gas natural.
El apogeo por este tipo de combustibles dio inicio después de la Revolución Industrial y continuó hasta hace relativamente poco. En la actualidad, predomina su uso, aunque autoridades y empresas de todo el mundo ya están trabajando para reemplazarlos con formas de energía más renovables y compasivas con el medio ambiente.
Adiós a los combustibles fósiles: esta mina de energía bajo el agua desvela lo mejor
En pleno proceso de descarbonización, los biocombustibles están adquiriendo cada vez mayor notoriedad. Representan una solución efectiva contra fenómenos preocupantes, como el cambio climático y la generación de gases de efecto invernadero. Una de las alternativas que arrojan mayor esperanza al panorama actual son las algas.
Además de atesorar un importante potencial de producción de energía renovables, tienen la capacidad de capturar CO2. Todavía no puede hablarse de producción de biocombustibles de algas a un nivel masivo, como sí sucede con los fósiles, pero sí que se trata de una solución bien encaminada.
Los biocombustibles de algas son combustibles renovables que provienen de organismos marinos microscópicos o macroscópicos, que crecen rápido y pueden generar enormes cantidades de lípidos. Estos se transforman en biodiésel. Si bien la combustión de los biocombustibles libera CO2, son las propias algas las que capturan ese gas conforme van creciendo.
Así, finalmente se recrea un ciclo prácticamente neutro en carbono, además de que son biodegradables. Si comparamos las algas con los cultivos terrestres, estas pueden producir de 10 a 100 veces más biodiésel.
¿Por qué la megamina de energía del agua no puede utilizarse masivamente (todavía)?
Aunque los biocombustibles de algas se tornan como una opción prometedora, aún enfrentan diversos retos para su comercialización. Uno de los más relevantes tiene que ver con su costo. Su producción es mucho más costosa que la de otros biocombustibles. En contraposición, las algas necesitan de una menor cantidad de Tierra que otros cultivos convencionales.
Por ende, a largo plazo podrían convertirse en una alternativa más rentable y eficiente. Otro inconveniente con el que se topan las algas es su acotada penetración de luz solar, que limita su progreso.
Esta situación tiene que ver con la sombra mutua establecida entre algas. Reduce la luz disponible para las células individuales e incide en la reducción de su productividad. Todavía no se ha encontrado solución a esta problemática. Sin embargo, algunos aseguran que con este efecto inesperado podrían acabar sustituyendo a los paneles solares.
Las algas siguen investigándose: podrían ser la alternativa perfecta a los combustibles fósiles
Por ahora, las algas solo pueden verse como ese “quizás” en la lista de alternativas a los combustibles fósiles, aunque eso podría cambiar en cualquier momento, ya que la investigación sobre este campo continúa.
En 2008, la Universidad de Jaén comenzó a estudiar el empleo de la microalga Botryococcus braunii en la limpieza de aguas residuales, al mismo tiempo que genera enormes cantidades de hidrocarburos líquidos. Asimismo, algunas compañías trabajan la transformación genética de las algas para incrementar su contenido de lípidos.
Ejemplo de esta búsqueda es el proyecto de Exxon, conjuntamente con Synthetic Genomics, que ya registra grandes avances. Por otra parte, un equipo de investigadores de Texas A&M Agrilife Research está usando la inteligencia artificial para predecir de manera exacta la penetración de la luz, el crecimiento y la densidad óptima de las algas para aumentar su productividad.
Esta megamina de energía bajo agua podría significar el fin de los combustibles fósiles. Incluso España podría explotarla con los avances de la Universidad de Jaén, aunque, por ahora, se debe seguir trabajando en nuevas tecnologías que permitan el acceso a los biocombustibles de algas. Mientras ese momento llega, aseguran que las algas ya han empezado a ayudarnos con esto.