España resucita una energía que tenía olvidada desde hace 15 años. Funciona a 200 km/h y se genera en la calle. Debido a la alta huella ambiental que dejan los combustibles fósiles, el mundo necesita encontrar nuevas formas de abastecimiento energético. Así es como hemos sido testigos de proyectos como el de la conversión del agua residual en energía y ahora la proliferación de una energía que estuvo olvidada más de una década.
Durante años, los combustibles fósiles obtuvieron un rol fundamental en la vida de los seres humanos ante la eficiencia que aportaban. Permitieron que un gran número de progresos tecnológicos fueran posibles. Sin embargo, su correcto funcionamiento en el sector del transporte y en diferentes industrias no ha podido aplacar las devastadoras consecuencias de su quema.
Además de ser recursos limitados, producen emisiones de efecto invernadero que provocan daños en el medio ambiente y la salud humana. Por esta razón, es vital buscar alternativas que disminuyan la dependencia de estos combustibles y bajen los impactos negativos vinculados a su uso. En esa búsqueda extendida de nuevas opciones de energía, España ha optado por volver a una energía que estuvo olvidada durante años.
España desempolva una energía olvidada: puede ser justo lo que estamos buscando
El primer aerogenerador urbano del Estado fue instalado hace unos años atrás en Pamplona. Se trata de un miniaerogenerador que se situó en un edifico concreto que reunía todos los requisitos para asegurar un funcionamiento exitoso: un viento urbano de más de 4 metros por segundo. De esta manera, Pamplona pudo disfrutar del primer miniaerogenerador adaptado al entorno urbano implantado en el Estado: el modelo DonQi 1.75 kW, junto a la firma de la multinacional holandesa DonQi Iberia Independent Energy.
Su ubicación fue la azotea del departamento de Innovación, Empresa y Empleo. La puesta en marcha de este dispositivo representó un paso importante para el país, por lo que estuvieron presentes el entonces consejero del Gobierno foral del área, José María Roig, la directora general de la compañía, Begoña Urien, y el consejero de DonQi Iberia, Luis Unceta.
La zona en la que se colocó el miniaerogenerador fue elegida estratégicamente. El edificio reunía todos los requisitos para que el proyecto resultara exitoso: un viento urbano de más de 4 metros por segundo sin sombras de viento. Con estas características presentes, la producción obtenida tenía la capacidad de aportar un abastecimiento que cubría el 70% de las necesidades de una vivienda media.
El objetivo final de esta instalación, con un coste aproximado de 6.000 euros, es impulsar la producción distribuida, la generación de energía limpia donde se consume energía habitual (como en viviendas o centros profesionales), evitar pérdidas relacionadas con el transporte e incrementar la independencia y la eficiencia energética.
España impulsa una energía que podría acabar con el problema de los fósiles
Roig destacó en su momento que la fase de grandes instalaciones eólicas “debe empezar a complementarse con actuaciones a nivel urbano, para que los ciudadanos asuman las energías renovables como algo más propio, de lo que se puedan beneficiar ellos y la sociedad” y acotó que el nuevo sector que exploraría su departamento tenía que ver con las renovables.
Además, expuso que uno de los grandes beneficios de estos aerogeneradores es la producción distribuida mediante una nueva fuente de energía renovable que “puede suponer, dependiendo de los regímenes de viento, entre el 50 y 70% de ahorro energético en una vivienda media española”.
El primer aerogenerador DonQi fue instalado en Pamplona en 2009. Aunque hace un largo tiempo de esto, España podría volver a analizar sus capacidades para implementarlo en otras zonas del país debido a la necesidad ascendente de crear energía sin recurrir a los fósiles. Una necesidad que también quedaría cubierta con el invento que permite tener energía eólica en casa sin aspas.