España necesita del recurso más buscado del mundo. No se encuentra en muchos lugares y está dando mucho de qué hablar. La importancia de los minerales ya es latente en los sectores de la industria y la tecnología. Este contexto ha derivado en una mayor extracción y uso de minerales específicos en diversas aplicaciones. Además, un gran número de minerales también se usan en la construcción, donde componentes como el yeso, la arena y la grava son vitales para la composición de hormigones y otros materiales de construcción. La disponibilidad de estos recursos y su calidad pueden incidir sobre su durabilidad y la resistencia de una estructura.
Occidente necesita un recurso escaso en muchas ubicaciones
Después del furor ocasionado por el mineral más codiciado por Europa, la atención se centra sobre otro importante recurso: el níquel. Un recurso que atraviesa por el momento más desconcertante de su historia. Se trata de un material clave en la fabricación de baterías, acero inoxidable, turbinas, misiles y satélites.
Bajo este marco, la demanda debería haber impulsado su valor. Sin embargo, la oferta se ha expandido tan rápido que las cotizaciones han bajado estrepitosamente. En un reportaje para el Financial Times se ha expuesto que el precio en la Bolsa de Metales de Londres (LME) oscila entre los 15 000 dólares la tonelada.
Una cantidad que refleja un tercio de lo alcanzado en 2022. En simultáneo, la producción en países de referencia, como Australia o Nueva Caledonia, se ha contraído con fuerza. BHP, el gigante australiano, anunció que se encuentra revisando la venta de sus activos de níquel en Australia Occidental.
Hasta Tsingshan, uno de los mayores operadores chinos, ha paralizado las líneas de acero inoxidable para ajustar la oferta. Un escenario en el que Indonesia se alza como el gran ganador.
Después de prohibir la exportación de mineral en 2020, obligó a la instalación de fundiciones y captó miles de millones de inversión china. En la actualidad, ejerce control sobre el 60/65% de la producción global, reporta Bloomberg.
Indonesia tiene un importante dominio sobre el recurso que necesita España
El impulso es tan grande que, por primera vez en la historia, los ingresos por exportación de níquel sobrepasaron a los del carbón. Traducido a números, esto significó 16 500 millones de dólares frente a 14 400 millones en el primer semestre de 2025. Indonesia tiene el dominio sobre los recursos.
China, por su parte, tiene el capital y el conocimiento para llevarlos lejos. GEM, un productor chino de materiales para baterías es una clara materialización. En el primer semestre de 2025, duplicó su producción de níquel en Indonesia hasta 43 977 toneladas, llegando a un beneficio récord de casi 800 millones de yuanes, consigna Bloomberg.
GEM firmó un acuerdo de 1420 millones de dólares con el fondo soberano indonesia Danantara. Lo hizo para construir una planta de níquel grado batería. En términos macro, China ha logrado integrar toda la cadena de suministro de tecnologías limpias: paneles solares, baterías y coches eléctricos.
¿Qué le depara al níquel en España y el mundo?
Por su parte, Indonesia planea seguir afianzando su papel como epicentro de la oferta global. La prohibición de exportar mineral se suma a la avalancha de capital chino. Son aspectos que han transformado el país en el gran refinador del mundo.
El níquel económico de Indonesia traza un camino viable para la electrificación global. No obstante, ese níquel está “teñido” de carbón y cierta incertidumbre sobre su sostenibilidad social. Producir en Occidente resulta muy caro. Por otra parte, comprar a Asia se traduce en una aceptación de su dependencia y huella de carbono.
El recurso más buscado del mundo (níquel) es barato en bolsa, pero caro en geopolítica, emisiones y derechos humanos. La electrificación de Occidente está vinculada a una de las elecciones más importantes: si se desea fabricarlo “en casa” a precios alto o comprarlo en zonas donde el carbón tiene un gran protagonismo. España y el mundo lo necesita, pero China e Indonesia tienen el control del mercado. En paralelo, se ha informado que 1400 millones de personas viven en zonas de tierras de cultivo contaminadas por arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel y plomo.