Europa necesita volver a los mares. Solo así podrá cumplir su cometido de liderar el mundo. El mar, con una historia escondida en cada ola, siempre ha sido un recurso cautivador para el ser humano. Sin embargo, más allá de la belleza y el misterio que entrañan las grandes masas de agua, el mar proporciona mucho más: un potencial de energía inconmensurable y, en ocasiones, inexplorado. Bajo sus profundidades hay ecosistemas plagados de vida, además de movimientos que podrían abastecernos de grandes cantidades de energía.
La carrera por las energías renovables ya comenzó hace tiempo y, aunque las energías solar y eólica han acaparado una importante cuota de la atención, el mar es un bien que está ahí y todavía tiene mucho que decir en este contexto. Un ejemplo claro es el uso de la energía mareomotriz y oceánica.
Este tipo de energía se postula como una energía renovable y prometedora que puede resultar vital en el combate actual contra el cambio climático. Por otra parte, no en el interior del mar, pero sí sobre él se da otro tipo de energía en auge que permitirá a Europa liderar el mundo.
Europa necesitaba volver a hacer esto para ser la reina de la energía
Hablamos de la energía eólica offshore, que se ensalza como una de las fuentes más potentes. Tras lanzar al mar la primera isla artificial, Europa ha creado un método eléctrico nunca visto dispuesto para aprovechar su potencial marino.
La Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Electricidad (ENTSO-E) ha difundido su Offshore Roadmap 2025.
Esta es una hoja de ruta que explica minuciosamente la manera de amoldar el sistema eléctrico continental para la integración de la creciente capacidad de producción renovable marina, especialmente la energía eólica offshore.
El documento especifica los datos técnicos del reto, junto con su impacto político, económico y regulatorio. Todo esto con metas que abarcan el alcance de 365 gigavatios (GW) de capacidad instalada para 2050. La proliferación de la energía eólica en el mar ya no es un proyecto nacional, sino una cuestión continental.
Conforme los parques eólicos se expanden en los diferentes mares europeos, se pone de manifiesto la necesidad de contar con una infraestructura eléctrica transfronteriza sólida.
Una infraestructura con capacidad para gestionar una producción que se vuelve cada vez más descentralizada, variable y distante de los centros de consumo.
Europa necesita un marco regulatorio más claro para la extensión de la energía eólica offshore
ENTSO-E alerta de que el marco regulatorio y operativo presente no se encuentra listo para hacer frente a la complejidad que acarrean las redes marinas híbridas, interconectadas. Uno de los ápices de la nueva perspectiva es el desarrollo de áreas de oferta marinas, llamadas Offshore Bidding Zones (OBZ).
Harán posible la integración de parques eólicos al mercado eléctrico de Europa. Dichas zonas se caracterizan por disponer de una producción, pero escada demanda local. Así las cosas, deben mantener una ótima cooordinación con diversos mercados nacionales y estar sincronizadas con zonas de control de frecuencia terrestre.
Un escenaro que requiere una reinterpretación del diseño operativo y comercial del sistema eléctrico europeo. Por otra parte, la administración de los desequilibrios ocasionados por esta nueva de energía supone un desafío nunca visto.
En este contexto, los parques offshore, sin una capacidad de almacenamiento o un consumo local relevante, serán dependientes de los sistemas terrestres para la absorber o suplir la parte variable de la generación.
Para solventar este problema, ENTSO-E ha puesto su atención en un concepto de balance concreto que permite la integración de las zonas marinas en las plataformas europeas de balance de energía.
Impresiones a futuro de la energía offshore en Europa
Otro punto crítico de esta situación es el control de frecuencia. Ya sea por fallos técnicos o condiciones climáticas adversas, la pérdida repentina de importantes bloques de producción offshore podría ocasionar desequilibrios considerables.
La propuesta de ENTSO-E es revisar los criterios actuales y fortalecer diversas capacidades como la provisión de inercia sintética o el monitoreo real de las condiciones de red. Al margen de los factores técnicos y normativos, la guía presta especial importancia a la planificación y la cooperación institucional.
En última instancia, la adopción de esta visión está sujeta a la capacidad industrial y de innovación del continente europeo. Para lograr las metas impuestas para 2050, el ritmo de despliegue de proyectos de energía eólica offshore tendría que multiplicarse por 9.
Es hora de que Europa abra los ojos. Si quiere “ser alguien” en el mundo, le toca apostar por el potencial de sus mares. Algo que ya ha empezado a hacer al rendirse ante los pies de estos colosos marinos.