El planeta está lleno de tesoros que muchas veces pasan desapercibidos, pero son la clave para el futuro de los países, pero ¿Qué tal si uno de esos tesoros estuviera maldito? Pues aunque suene muy extraño, eso es lo que está sucediendo y lo que para uno es riqueza, para otros es una verdadera desgracia.
La realidad detrás de los tesoros
Nuestro planeta está lleno de muchos recursos que son en el pilar de la economía mundial, por lo que no es de extrañarse que todos los países quieran apoderarse de ellos y hagan todo lo que sea necesario para lograr extraerlos.
Entre los recursos más codiciados encontramos a las famosas tierras raras, que básicamente son elementos químicos que se encuentran en la naturaleza y que son utilizados en prácticamente todos los aparatos tecnológicos, pero su extracción es muy costosa y compleja.
Debido a esa complejidad, su extracción esconde un lado oscuro, pues mientras algunos hacen todo lo posible por conseguir estos recursos, su extracción se vuelve una verdadera maldición para aquellos que viven cerca de ellos y ahí es donde nos preguntarnos ¿realmente vale la pena?
Irónicamente, el no hacer nada para impedir esa maldición, es prácticamente ser cómplice, pues mientras unos se enriquecen la vida de otras personas se desmorona, por lo que es de suma urgencia hacer algo al respecto.
La maldición de las tierras raras
Actualmente China es el mayor productor de las tierras raras, pero gracias a una ciudad en particular: Baotou, pues allí están más del 80% de las reservas de tierras raras de China, pero este lugar esconde un secreto tan grande como el sabotaje más costoso de la humanidad.
Sucede que para que se extraigan estas riquezas hay que pagar un precio muy caro, ya que las plantas procesadoras de tierras raras generan residuos tóxicos, a menudo radiactivos, que son vertidos en enormes balsas de desechos.
Un ejemplo muy claro es la presa de Weikuang, que durante años, fue considerada el basurero más grande del mundo y lo peor es estaba peligrosamente cerca del río Amarillo, lo cual provocó consecuencias gravísimas e irreversibles.
Entre el 2020 y el 2024, un afluente de este río perdió el 87% de su nitrógeno amoniacal, una clara señal de que el agua está muy contaminada ¡Y eso no es todo! Pues numerosos estudios han demostrado que estos residuos tóxicos pueden traer grandes consecuencias para la salud de las personas.
Las consecuencias pueden ir desde malformaciones hasta incluso aumento del riesgo de cáncer, pues estar expuesto a estos elementos tóxicos es muy peligroso, porque pueden afectar el cerebro y se han relacionado con problemas motores y daños en el desarrollo fetal.
La situación es tan crítica que según investigaciones de 2020, el polvo en las calles de Baotou tiene tantos elementos tóxicos que los niños se exponen con solo con respirar, pues la cantidad de partículas supera los límites seguros para nuestra salud.
Un lavado de imagen y un sacrificio silencioso
Frente a las crecientes críticas internacionales, China ha intentado «limpiar» su imagen y en 2022, los medios estatales anunciaron que la presa de Weikuang había sido «transformada» en un «humedal urbano», presentado como un supuesto paraíso para aves migratorias.
Sin embargo, la realidad es muy diferente, pues algunos medios británicos lograron entrar a la zona y contaron lo que realmente encontraron: un enorme muro de hormigón que esconde un lodazal seco y abandonado.
Detrás de ese muro están las ruinas de los pueblos y las casas que construyeron supuestamente para reubicar a la gente están casi vacías, pero lo más turbio es que a los periodistas se les prohíbe hablar con los habitantes, para que el secreto no se revele.
La historia de Baotou nos muestra que detrás de la extracción de un tesoro, las comunidades rurales son las que están pagando el precio más alto ¿Realmente vale la pena solo para el progreso económico? Por supuesto que la respuesta es no, pero eso no significa que la situación vaya a detenerse, pues lamentablemente a veces la ambición no tiene límites y otra prueba de ello es el peligroso plan que tiene Donald Trump.