La Unión Europea apuesta decididamente por los coches eléctricos y ha fijado un objetivo tan ecológico como ambicioso: prohibir la venta de nuevos coches térmicos para 2035. Pero los expertos se plantean dudas y las empresas toman sus propias decisiones.
Según un reciente estudio realizado a escala global por la consultora McKinsey, una proporción importante de propietarios de coches eléctricos se plantearían volver al térmico. Y si bien este tipo de estudios aparece periódicamente, esta vez los expertos dicen que hay que estudiar el tema, porque en determinados países esta decisión afectaría a casi uno de cada dos conductores eléctricos.
Aunque el mercado de la UE parece bastante sólido, es imposible ignorar ciertas ‘señales negativas’, especialmente las que están asociadas con las decisiones de los fabricantes y las que surgen de la falta de información y de convencimiento por parte de los usuarios, respecto a los coches eléctricos.
Los fabricantes se lo están tomando con calma
Mercedes-Benz es uno de los grupos históricos que con más determinación y rapidez ha abrazado la transición a lo eléctrico. Prometió dejar de producir coches térmicos antes de la próxima década, pero ahora está frenando ahora sus inversiones en el sector.
La marca alemana está revisando su estrategia de inversión en movilidad eléctrica ante un mercado que fluctúa entre la movilidad sostenible y los combustibles fósiles. Por un lado, el grupo abandonó su proyecto de plataforma dedicada a los modelos eléctricos de alta gama, inicialmente previsto para 2028.
Optaron, en cambio, por un enfoque más flexible que implica seguir produciendo vehículos de combustión interna hasta la década de 2030, en paralelo con el desarrollo y la fabricación de coches eléctricos. La decisión tiene como objetivo optimizar los costes y la eficiencia de la producción.
La empresa ha reducido los objetivos de producción de coches eléctricos e híbridos, constituirán el 50% de lo que se fabrique, pero no se espera que esto suceda en, sino a finales de la década. La explicación es muy simple. La rentabilidad de la empresa cayó en 2023 y el mercado de la movilidad eléctrica está experimentando una desaceleración preocupante.
Las señales de alerta sugieren que, a pesar de alentar el desarrollo y el crecimiento de la industria de la electrificación, aún no se ha logrado convencer del todo a los usuarios. Eso es lo que está experimentando Europa y Estados Unidos.
China apuesta por los coches eléctricos y especialmente por los híbridos
De cada cuatro vehículos electrificados que se venden en China, uno es un coche eléctrico y los tres restantes son coches híbridos. Los usuarios los prefieren, porque creen que es más fácil habituarse a los cambios pasando por este ‘paso intermedio’.
Los fabricantes también parecen responder a la tendencia, incluso hay quienes dicen que son los creadores de la misma. Y se apoyan en hechos tales como que la más famosa marca de movilidad eléctrica del país, BYD acaba de lanzar una versión híbrida derivada de su ya célebre Seal. Este nuevo coche híbrido ofrece más de 2.000 km de autonomía combinando las dos tecnologías: eléctrica y térmica.
¿Qué pasa con el mercado?
Amado u odiado, lo cierto es que uno de los barómetros más significativos de como funciona el mercado de los coches eléctricos sigue siendo Tesla. Y si bien las ventas de sus modelos electrificados han experimentado un crecimiento meteórico en los últimos años, la realidad es que a día de hoy hay señales preocupantes.
El Model Y de Tesla, considerado como la punta de lanza de la revolución eléctrica, ha visto como sus ventas en Europa caen. Pero esto no solo sucede con la marca estadounidense, sino que en general los europeos no se están decantando mayoritariamente por los coches eléctricos.
Según las últimas cifras conocidas, las de mayo de 2024, la cuota de mercado de los coches eléctricos ha disminuido en Europa y las ventas han caído un 12% respecto al año pasado. Al mismo tiempo, están progresando las compras de los híbridos simples. Y casos como el de Alemania, que experimentó una caída del 30,6 % resultan preocupantes. De hecho, hasta Noruega, el país eléctrico por excelencia, también está viendo caer sus ventas de vehículos eléctricos.
¿Una transición más compleja de lo esperado y demasiado rápida?
La rápida transición a la energía eléctrica en la industria automotriz está demostrando ser un desafío tan complejo como multidimensional. El caso de Mercedes-Benz pone de relieve los obstáculos a los que se enfrentan los fabricantes.
La apuesta por la movilidad eléctrica es tan necesaria como costosa, ya que requiere inversiones colosales para desarrollar nuevas plataformas e implementar las tecnologías eléctricas necesarias. Esto implica reconfiguración de las cadenas de producción, adaptación y formación del personal a los cambios, etc. esto implica no solo inversiones, sino también retrasos en los plazos previstos.
La gestión de la cadena de suministro también debe revisarse desde cero y los proveedores también deben adaptarse a esta transición, que puede provocar disrupciones. Y dado que es evidente que la demanda de vehículos eléctricos varía considerablemente según las regiones y los segmentos del mercado, es probable que las incertidumbres del mercado no sean las mejores consejeras de los fabricantes e inversores.
Ante estos desafíos, muchos fabricantes están adoptando un enfoque más pragmático y flexible. Mantienen una oferta diversificada, que incluye motores térmicos avanzados, mientras continúan desarrollando sus coches eléctricos e híbridos. Esta estrategia les permite adaptarse a las diferentes realidades del mercado global y a las preferencias de los consumidores.
Los ciudadanos deciden
Es innegable que ya sea a nivel europeo, como en Estados Unidos, las posiciones políticas son claras respecto a la promoción de los coches eléctricos. Pero quienes deciden finalmente son los consumidores, los ciudadanos, que son el factor clave de la ecuación.
En Estados Unidos los mercados están fluctuando, aunque hay una tendencia a la baja. En Europa, los ciudadanos, en su conjunto, parecen no haberse tomado muy bien la orden de la UE de pasarse a la electricidad en 2035.
Según las encuestas, la ven como una decisión de los tecnócratas europeos, que no son completamente conscientes de las realidades económicas de cada país y de las dificultades de una mayoría para invertir entre 10.000 y 15.000 euros en un coche eléctrico. Y esta es una de las razones por las que hay una parte de la opinión publica que no está convencida de la viabilidad de la movilidad eléctrica.
Esto implica que la necesaria transición hacia los coches eléctricos (eliminando por completo la producción de motores térmicos que consumen combustibles fósiles) podría demorarse más de lo previsto y requeriría un enfoque más equilibrado entre innovación y realismo económico.
Los obstáculos que Europa debe vencer
La carrera hacia la electrificación de la Unión Europea seguirá adelante, porque es necesaria, pero deberá superar tres obstáculos de gran peso.
- La dependencia de las baterías y materias primas chinas
- Una red de estaciones de carga aún insuficiente
- Precios demasiado altos para el consumidor medio
Estos frenos podrían comprometer el ambicioso objetivo de 2035, por lo que la Unión Europea tendrá que encontrar un delicado equilibrio entre la ambición ecológica y la realidad económica. Aunque es innegable que los coches eléctricos siguen siendo el futuro, el camino para llegar hasta ellos podría ser más tortuoso de lo esperado.



















