Probablemente alguna vez te has preguntado ¿Quiénes contaminan más el mundo? O ¿Quiénes dañan más nuestro planeta? ¿Ricos o pobres? Y aunque hay una relación entre dinero y contaminación hay algo que tiene un impacto mucho mayor: el poder. Pues quienes tienen poder pueden generar daños irreparables o incluso ordenar la destrucción de los océanos.
Los océanos están llenos de riquezas
Nuestro planeta está lleno de riquezas y una de las principales formas de extraerlas es a través de la minería. Pero cuando hablamos de minería, no necesariamente hablamos de una mina terrestre, pues curiosamente los mayores tesoros en realidad están en el fondo de los océanos.
Tal como veíamos en películas, donde un cofre lleno de oro reposaba en el fondo del océano, ahora la realidad ha superado la ficción, pues el océano está lleno de valiosos minerales. Sin embargo, su extracción es muy compleja, por lo que debe hacerse de manera cuidadosa y respetuosa con el planeta.
Pero al parecer, eso no le importa al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump quien tiene la meta de avanzar con la explotación de recursos submarinos a toda costa, con el fin de mejorar las condiciones económicas, incluso si eso implica causar daños irreparables en el planeta.
El polémico plan de Donald Trump
Sucede que Donald Trump, firmó una orden que permite la extracción de minerales a gran escala en el fondo del océano, incluso en aguas internacionales, a pesar de las advertencias de diversas organizaciones en defensa del medio ambiente.
La extracción se centrará en minerales como manganeso, níquel, cobalto, cobre y también en tierras raras, las cuales son muy valoradas para la fabricación de baterías de coches eléctricos, paneles solares, teléfonos inteligentes y computadoras.
Según Trump la minería submarina podría generar 100 000 empleos y aumentar el PIB estadounidense en 300 000 millones de dólares en diez años, por lo que su gobierno está decidido a continuar por este camino.
Esta decisión representa un desafío a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (AIFM), la entidad encargada de regular la minería en aguas internacionales, ya que Estados Unidos no es miembro de la AIFM y al parecer no detendrá sus planes.
Además, la empresa canadiense The Metals Company (TMC) parece que tampoco está preocupada de los impactos ambientales, pues anunció su intención de operar al margen de la AIFM y pedir autorización del gobierno estadounidense para comenzar la extracción de minerales en los océanos.
Jeff Watters, el vicepresidente de la ONG Ocean Conservancy, advirtió que Estados Unidos «está allanando el camino» para que otros países también inicien actividades mineras en aguas internacionales, lo que sin duda, podría tener consecuencias negativas para los océanos.
Un gran impacto para el planeta
La situación es realmente preocupante, pues a pesar de los beneficios en económicos que puede tener la minería submarina, sus impactos negativos son mucho mayores, ya que cuando las maquinas entran al ecosistema marino pueden destruir hábitats completos en pocas horas.
Por otro lado, la minería contamina el agua, afecta la biodiversidad del océano y tiene un impacto visual y paisajístico muy negativo, comprometiendo la estética y la belleza natural del entorno donde se lleva a cabo.
Y por si fuera poco esta actividad puede empeorar el cambio climático, ya que los sedimentos marinos son enormes almacenes de carbono y al removerlos, ese carbono es liberado a la atmósfera contaminando aún más nuestro planeta.
Esta situación nos invita a reflexionar sobre la necesidad de alcanzar un equilibrio entre la economía de un país y las consecuencias que nuestras acciones puedan tener en el planeta, de lo contrario los daños serán irreparables como lo que sucedió en estas islas.