El debate vuelve a centrarse en la estigmatización de determinadas razas de perros, y se aleja del verdadero germen de todo esto, que es que hay personas que entrenan perros para matar.
Esta semana ha vuelto a reabrirse el debate sobre los mal llamados Perros Potencialmente Peligrosos (PPP), a raíz de la triste y lamentable muerte de un vecino de Alicante, atacado por cinco perros, que se habían escapado de una finca cercana.
El debate vuelve a centrarse en la estigmatización de determinadas razas de perros, y se aleja del verdadero germen de todo esto, que es que hay personas que entrenan perros para matar.
Estos animales reciben constantes malos tratos y son entrenados de forma brutal, con el único objetivo de convertirlos en máquinas de matar.
Sometidos al miedo desde pequeños
Normalmente, el entrenamiento comienza cuando son cachorros. Aproximadamente a los tres meses se les comienza a incitar, con el objetivo de premiar las conductas agresivas mediante ‘juegos’ en los que se recompensa la falta de control del animal. Superados los cuatro meses comienzan las palizas y golpes para atemorizarles y asociar su conducta agresiva al miedo. A partir de ese momento, cuando ya están devastados psicológicamente, se les encierra en cuartos oscuros durante horas con el fin de desorientarlos.
Entonces, los perros han perdido cualquier noción social, y son incapaces de relacionarse sanamente con otros animales o personas.
A partir de ahí comienza el entrenamiento físico. Se les cuelga durante horas para fortalecer su mordida, y se les obliga a arrastrar pesadas cargas para fortalecer su musculatura. Además, se les dopa para aumentar su peso. Quienes les han maltratado, consiguen en ese momento tener perros preparados para matar.
No existen, por tanto, Perros Potencialmente Peligrosos (PPP) ni razas especialmente agresivas, sino que quienes los entrenan para matar seleccionan razas con unas cualidades físicas portentosas, con una musculatura y una mordida prominentes.
Los considerados Perros Potencialmente Peligrosos (PPP) no lo son por sí mismos, sino que por sus imponentes características físicas han sido desnaturalizados por completo, provocándoles un desorden psicológico severo y entrenándolos físicamente para transformar el terrible miedo que sufren en agresividad para defenderse.
La Ley de Perros Potencialmente Peligrosos (PPP) solo ha servido para estigmatizar a determinadas razas y para obligar a sacrificar a miles de animales en nuestro país.
Vidas miserables de encierro, hambre y muerte diferencian a un perro sano y mentalmente equilibrado de otro desnaturalizado y con pánico permanente en su grado más agresivo.
Las peleas de perros son ilegales en nuestro país, pero de manera clandestina son celebradas, ya que mueven millones de euros al año en apuestas. Además, existen mafias organizadas de robo de perros que serán usados como sparring (‘cebos’ para entrenar a otros perros).
Si una banda de peleas ilegales es desarticulada la máxima sanción que puede imponerse es la inhabilitación por un año para desarrollar actividades relacionadas con los animales, o multas de unos 54.000 euros. Penas ridículas para personas que ganan miles de euros en cada pelea.
Los mal denominados Perros Potencialmente Peligrosos (PPP) son mostrados en numerosas ocasiones como verdugos, cuando la realidad es que son víctimas de su propia desgracia, sometidos a una vida infernal de abusos continuados.
Desde PACMA lamentamos profundamente la muerte terrible del vecino de Beniarbeig (Alicante), atacado por cinco perros, así como que estos cinco animales hayan sido sacrificados como única solución planteada por la Justicia, amparándose en una Ley que condena a muerte a quienes son también víctimas.
Es imprescindible que se persiga a quienes venden o transfieren sin control perros para entrenarlos con el objetivo de pelear, a quienes mueven miles de millones en apuestas ilegales, a quienes utilizan a los perros como armas, y son impunes a la Ley, mientras los animales lo pagan con sus vidas.