El cardenal Spengler (Brasil) fue el primero en decir que el capitalismo verde está haciendo estragos entre la población indígena y que las soluciones climáticas no pueden pasar por el sacrificio de los pueblos originarios en favor del enriquecimiento de unos pocos.
Al día siguiente, ayer miércoles el recientemente nombrado papa, León XIV argumento que la naturaleza no es un bien con el que se pueda negociar. Acusó de pecadores a quienes hieren al medio ambiente y defendió la necesidad de que se imponga la justicia climática.
La naturaleza en el centro del ‘discurso católico’
El martes pasado el cardenal brasileño Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que existe un «capitalismo verde» que se ha convertido en «un negocio para unos pocos y un sacrificio para los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades locales».
Spengler participó en la presentación en el Vaticano del documento elaborado por parte de las conferencias de obispos de África, América Latina y el Caribe y Asia en el que urgen a los participantes en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP30) a aplicar los Acuerdos de París y a impulsar políticas medioambientales «ancladas en los Derechos Humanos».
«Desde el corazón de la Amazonía, escuchamos un grito que clama: ¿cómo podemos permitir que un mercado sin regulaciones éticas decida el destino de los ecosistemas más vitales del planeta? ¿Cómo podemos aceptar que la solución climática sea un negocio para unos pocos y un sacrificio para los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades locales y la naturaleza?», afirmó el cardenal brasileño en la rueda de prensa.
Y denunció: «El encubrimiento de intereses bajo nombres como ‘capitalismo verde’ y ‘economía de transición’, que perpetúan lógicas extractivas y tecnocráticas». «Rechazamos la financierización de la naturaleza, los mercados de carbono, los llamados ‘monocultivos energéticos’ sin consulta previa, la reciente apertura de nuevos pozos petroleros, aún más grave en la Amazonía, y la minería abusiva en nombre de la sostenibilidad«.
Spengler también confirmó que se ha reiterado la invitación al Papa Leon XIV a participar en la COP30 que se celebrará en la localidad brasileña de Belém y que éste «ha dejado abierta la posibilidad». Por su parte, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa, en la República Democrática del Congo, también lamentó en esta rueda de prensa que África «es un continente rico en recursos y culturas, pero empobrecido por siglos de extractivismo, esclavitud y explotación«.
«África no es un continente pobre, es un continente saqueado. Por eso el documento que presentamos hoy, como reflexión conjunta y llamada a la acción en vísperas de la COP30, no es sólo un análisis: es un grito por la dignidad«. añadió. El cardenal también condenó que se acepte que, «en nombre de la ‘transición energética’, se arrasen comunidades enteras en busca de litio, cobalto o níquel».
«¿Cómo podemos tolera que los mercados del carbono conviertan nuestros bosques en activos financieros mientras nuestras comunidades siguen privadas de agua potable?», denunció. Así, criticó la política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de querer mediar en los conflictos africanos a cambio de la gestión de las minas, «como ha querido hacer en Ucrania con las tierras raras»
El Papa León XIV va por el mismo camino
León XIV denunció que la naturaleza se «ha convertido, a veces, en un instrumento de intercambio, en un bien que se negocia para obtener ventajas económicas o políticas», en un mensaje publicado este miércoles para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación que la Iglesia celebra el 1 de septiembre.
«En diversas partes del mundo es ya evidente que nuestra tierra y la naturaleza se están deteriorando» y «en todas partes, la injusticia, la violación del derecho internacional y de los derechos de los pueblos indígenas, las desigualdades y la codicia que de ellas se derivan producen deforestación, contaminación y pérdida de biodiversidad«, señaló.
El papa denunció que «aún no se tiene conciencia de que destruir la naturaleza no perjudica a todos del mismo modo» pues «pisotear la justicia y la paz significa afectar sobre todo a los más pobres, a los marginados, a los excluidos y en este contexto, es emblemático el sufrimiento de las comunidades indígenas». También condenó que la naturaleza se haya convertido «a veces en un instrumento de intercambio, en un bien que se negocia para obtener ventajas económicas o políticas».
«La Creación -explicó- se transforma en un campo de batalla por el control de los recursos vitales, como lo demuestran las zonas agrícolas y los bosques que se han vuelto peligrosos debido a las minas, la política de la tierra arrasada, los conflictos que se desatan en torno a las fuentes de agua, la distribución desigual de las materias primas, que penaliza a las poblaciones más débiles y socava su propia estabilidad social«.
Aseguró que todas estas heridas a la naturaleza «son consecuencia del pecado», pues «sin duda, esto no es lo que Dios tenía en mente cuando confió la Tierra al hombre creado a su imagen. Y reiteró que «la justicia ambiental ya no puede considerarse un concepto abstracto o un objetivo lejano. Representa una necesidad urgente que va más allá de la simple protección del medio ambiente y la naturaleza» y que «en realidad, se trata de una cuestión de justicia social, económica y antropológica»,
Para los católicos, subrayó, «es además una exigencia teológica». «En un mundo en el que los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación, el cuidado de la creación se convierte en una cuestión de fe y de humanidad», dijo, antes de aseverar que «es hora de pasar de las palabras a los hechos». EFE / ECOticias.com


















