Barcelona ha sido el escenario de un estudio llevado a cabo con cotorras de pecho gris en el que se analizó conocer cómo son relaciones sociales de estos pájaros y que conexión existe por ello cuando se tienen que comunicar entre ellas.
Una investigación que se ha publicado en Royal Society Open Science y donde quedó patente que a más socialización por parte de estas aves, más vocabulario tienen. «Una mayor variedad de graznidos y silbidos habla de la posición y grado de sociabilidad que tienen estas aves en sus comunidades», confirman en sus conclusiones.
Es el principal resultado que se extrae de este estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (MPI-AP) y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona que, durante dos años, se dedicaron de manera detallada a observar a 337 cotorras de pecho gris, así como a grabar cómo era su vida social y cómo eran sus vocalizaciones durante todo este tiempo.
Las cotorras más sociables son las que demuestra en un vocabulario más amplio al comunicarse
En la actualidad, muchas ciudades europeas cuentan con la presencia de verdes y brillantes aves tropicales —llamadas cotorras de pecho gris —que viven en enormes colonias de parques urbanos. El canto de este tipo de loros invasores, procedentes de Sudamérica, llena el aire de espacios naturales como los de Barcelona, en donde se realizó una investigación para conocer cómo son relaciones sociales de estos pájaros y su conexión con la forma que tienen de comunicarse.
El estudio, publicado en Royal Society Open Science, confirma que una mayor variedad de graznidos y silbidos habla de la posición y grado de sociabilidad que tienen estas aves en sus comunidades. De hecho, las cotorras que viven en grupos más grandes producen un repertorio de sonido más cambiante, según indica la investigación.
Es bien sabido que los animales de especies con vidas sociales más extensas tienen una comunicación más compleja. Un ejemplo de ello pueden ser los chasquidos de los delfines o las llamadas de los primates.
Dos años de observación minuciosa de las cotorras
Científicos del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal (MPI-AP) y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona dedicaron dos años a la observación minuciosa de 337 cotorras de pecho gris. Documentaron su vida social y grabaron un registro total de 5 599 vocalizaciones.
El equipo examinó los registros sonoros en términos de diversidad de repertorio, es decir en función de la cantidad de sonidos diferentes que podían emitir y el tipo de contacto que realizaban. “Parece que algunos tipos de llamada se utilizaban de forma exclusiva en situaciones sociales”, cuenta el primer autor de la investigación del centro alemán, Simeon Smeele.
Además, la forma en la que se comunicaban mostraba cuál era el papel de cada una en la colonia. “Las que tenían posiciones más centrales en la estructura social tendían a tener repertorios vocales más diversos, argumenta, por otro lado, el responsable de la investigación en el MCNB, Joan Carles Senar. Las cotorras hembras eran las que producían más este tipo de sonidos, “lo que sugirió que eran el sexo más sociable”, argumenta Smeele.
Comunicación y amistad entre cotorras
Durante la investigación pudieron vincular lo que decían algunas cotorras en función de lo bien que se llevaran con otros miembros de la comunidad. “Por ejemplo, los individuos que eran muy amigos, y que a menudo iban juntos sonaban menos parecidos entre sí, como si intentaran diferenciarse acústicamente dentro de su pequeño grupo”, dice el investigador alemán.
No obstante, todavía queda mucho por investigar. “El siguiente gran paso es comprender mejor el significado de cada sonido, una tarea realmente titánica, ya que la mayoría de las vocalizaciones sociales ocurren en grupos grandes con muchos individuos hablando al mismo tiempo”, apunta. Los resultados ofrecen nuevas ideas sobre cómo podría haber evolucionado el lenguaje, incluido el de los humanos y pone las relaciones sociales en el centro de la cuestión.